Los trastornos del neurodesarrollo como el autismo y el TDAH son cada vez más prevalentes a nivel mundial y suponen un reto para el bienestar de los niños y sus familias. Ahora, dos estudios liderados por la Universidad Rovira i Virgili (URV) apuntan hacia nuevos enfoques terapéuticos basado en probióticos, que podrían contribuir a reducir los síntomas de hiperactividad y mejorar la calidad de vida en niños con estos trastornos.
El autismo se caracteriza por dificultades en la interacción social, la comunicación y la presencia de conductas repetitivas y restrictivas. El TDAH se manifiesta principalmente en forma de déficit de atención, hiperactividad e impulsividad. A pesar de las diferencias, ambos trastornos comparten alteraciones en el funcionamiento ejecutivo, clave para regular los procesos cognitivos, conductuales y emocionales en la infancia.
La investigación actual está poniendo el foco en el llamado eje intestino-cerebro, una conexión entre el cerebro, el sistema nervioso y la microbiota intestinal, y se estudia cómo el conjunto de microorganismos que viven en el intestino pueden desempeñar un papel clave en la salud y el funcionamiento del organismo. Esta línea de investigación abre la puerta a nuevas estrategias terapéuticas, más allá de la medicación tradicional a través de fármacos, como es el caso de los probióticos. El uso de estos microorganismos puede influir en la microbiota e, indirectamente, en la producción de neurotransmisores implicados en estos trastornos, como la dopamina y el ácido gamma-aminobutírico.
En este contexto, un estudio liderado por Josepa Canals, catedrática del Departamento de Psicología de la URV e investigadora del grupo de investigación NUTRISAM, ha evaluado si la administración de probióticos con cepas específicas podría tener un efecto positivo en niños con autismo y/o TDAH. Para ello se realizó un ensayo clínico con 80 niños de entre 5 y 16 años: 38 estaban diagnosticados de TDAH y 42 de autismo. Durante 12 semanas los niños se dividieron en dos grupos. Al primero se le administró a diario un probiótico ( Lactiplantibacillus plantarum y Levilactobacillus brevis) y al segundo un placebo.
Paralelamente, se recogieron las respuestas obtenidas a partir de cuestionarios a los padres y madres de los niños, que se centraban sobre todo en cuestiones sobre sintomatología, funciones ejecutivas, calidad de vida y patrones de sueño. Además, los niños realizaron una prueba informatizada que evaluaba su atención y control de la impulsividad después de la intervención.
El equipo investigador observó beneficios, especialmente en la reducción de los síntomas de hiperactividad e impulsividad en los niños más pequeños con autismo y/o TDAH, así como en la mejora de aspectos relacionados con la calidad de vida en el autismo. Aunque no se observaron cambios significativos en otros síntomas nucleares del TEA o del TDAH, "los resultados obtenidos ponen de manifiesto el potencial de los probióticos como tratamiento complementario en el ámbito del neurodesarrollo", afirma Josepa Canals.
En el marco del mismo ensayo clínico, un segundo estudio liderado por Mònica Bulló, catedrática del Departamento de Bioquímica y Biotecnología, directora del grupo de investigación en Nutrición y Salud Metabólica (NuMeH) y del centro de investigación TecnATox de la URV, analizó el efecto de los probióticos sobre la microbiota. Se identificaron bacterias intestinales comunes en el autismo y el TDAH que se modificaban después de ingerir el probiótico, como por ejemplo el género Odoribacter, y que podrían explicar la mejora de la salud metabólica y la reducción de síntomas como la depresión y la fatiga. La intervención con probióticos disminuyó también la presencia de bacterias relacionadas con una peor sintomatología clínica, como por ejemplo la abundancia de Escherichia-Shigella.
Estos resultados refuerzan la importancia de seguir investigando el papel de la microbiota intestinal en los trastornos del neurodesarrollo y abren la puerta a nuevas estrategias complementarias de tratamiento basadas en la modulación del microbioma.