En el Codex Alimentarius la leche se define como “la secreción mamaria normal de los animales lecheros obtenida por uno o más ordeños sin ningún tipo de adición o extracción, destinada al consumo en forma de leche líquida o procesamiento ulterior”. Durante milenios, los humanos han incluido la leche y los productos lácteos como componentes principales de su dieta. Sin embargo, el efecto del consumo de productos lácteos sobre la salud ha sido una preocupación en los últimos años en términos de mitos y realidades.
Durante los últimos 20 años, el consumo de leche de vaca ha disminuido en los países de Europa Occidental y EE. UU. Esto se debe a que los consumidores han comenzado a cuestionar la leche como un alimento perfecto por razones de salud, sabor o bienestar animal y protección del medio ambiente.
Entre los problemas de salud, muchas personas asocian los problemas digestivos al consumo de leche y la intolerancia a la lactosa. Sin embargo, “la mayoría de las personas que dejan de consumir este alimento por este motivo lo hacen sin consultar con un médico o someterse a una prueba de intolerancia a la lactosa”.
Para dilucidar el impacto real de la leche en la salud humana, es imperativo confiar en información precisa, rigurosa y basada en evidencia. Por ello, los investigadores Laura Sanjulián, Salvador Fernández Rico, Nerea González Rodríguez, Alberto Cepeda, José Manuel Miranda, Cristina Fente, Alejandro Lamas y Patricia Regal del Departamento de Química Analítica, Nutrición y Bromatología de la Universidad de Santiago de Compostela, han realizado una revisión que tiene como objetivo explorar las facetas clave de la composición nutricional de la leche, ofreciendo información sobre su papel real en la promoción de la salud humana. “Al examinar estudios con un alto nivel de evidencia científica, esta revisión busca disipar mitos y contribuir a una comprensión más clara de la intrincada relación entre el consumo de leche y el bienestar humano”, explican.
Los productos lácteos son un alimento muy completo. Entre sus componentes destacan el calcio, fundamental para crecimiento y desarrollo del esqueleto y los dientes, la mineralización ósea, la conductividad nerviosa, la contracción muscular, la secreción hormonal y la coagulación enzimática o sanguínea.
Asímismo, son una fuente importante de péptidos bioactivos, prebióticos y bacterias beneficiosas que pueden ayudar a prevenir la osteoporosis u otro tipo de enfermedades, y presentan un componente no presente en otros alimentos, la membrana del glóbulo graso de la leche. Este compuesto juega un papel clave en el metabolismo lipídico y en el desarrollo neuronal de los niños.
Por otro lado, los autores resaltan en su revisión que "la presencia Ácido Linoleico Conjugado, un tipo de ácido graso trans que, a diferencia de la mayoría de los ácidos grasos trans, ha demostrado poseer propiedades fisiológicas beneficiosas para la salud debido a sus actividades anticancerígenas, antiobesogénicas, antidiabéticas y antihipertensivas".
Las alergias a las proteínas o la intolerancia a la lactosa son los principales problemas relacionados con su consumo. Sin embargo, uno de los factores que más controversia crea respecto al consumo de lácteos es su efecto sobre la salud cardiovascular, el peso y la diabetes tipo II.
Aunque la mayoría de los metaanálisis han mostrado resultados contradictorios, los investigadores señalan que "estudios recientes han demostrado que el consumo de lácteos tiene un efecto cardiovascular beneficioso". Aun así, factores como la influencia del contenido de grasa siguen siendo motivo de debate.
Los expertos subrayan que otro factor que será interesante evaluar en los próximos años es si los microARN de la leche juegan un papel importante en la salud del consumidor y a partir de qué niveles de consumo.
"Este tipo de estudios serán clave para dilucidar el papel real de la leche en la salud del consumidor. La evidencia obtenida también será muy importante a la hora de desarrollar recomendaciones dietéticas para diferentes rangos de edad", concluyen.