Es bien sabido que padecer diabetes tipo 2 puede provocar el desarrollo de diversas afecciones de salud, como enfermedades cardiacas, neuropatías, enfermedades renales y enfermedades oculares. No es tan conocida la asociación entre la diabetes tipo 2 y las infecciones, según la Dra. Kasia Lipska, que publicó recientemente un artículo sobre el riesgo de infección en adultos mayores con diabetes tipo 2.
“Las infecciones no suelen considerarse complicaciones tradicionales de la diabetes, pero son una razón importante por la que las personas con diabetes terminan en el hospital”, explica Lipska. “Las infecciones también son una causa común de hospitalización entre los adultos mayores, y los adultos mayores con diabetes tipo 2 tienen un mayor riesgo”.
Esta enfermedad afecta al sistema inmunológico de múltiples maneras. Un nivel alto de azúcar en sangre afecta la función de los glóbulos blancos del cuerpo, lo que dificulta que el sistema inmunológico combata las infecciones. Las personas con diabetes tipo 2 también pueden ser susceptibles a las infecciones debido a complicaciones de la enfermedad, como la neuropatía o la enfermedad vascular periférica, en las que desarrollan heridas en los pies. La combinación de un nivel alto de azúcar en sangre y un flujo sanguíneo deficiente a las extremidades dificulta la curación.
Las pautas para adultos mayores recomiendan un control más relajado del azúcar en sangre que para adultos más jóvenes porque los riesgos asociados con un nivel de azúcar en sangre demasiado bajo aumentan con la edad. "A través de nuestra investigación, queríamos saber si las pautas, que recomiendan mantener a las personas mayores con niveles de azúcar en sangre más altos, aumentan el riesgo de infección. Queríamos averiguar si estar en el extremo superior del rango recomendado aumenta el riesgo de infección en comparación con estar en el extremo más controlado", expresa la doctora.
Para ello, dividieron el rango recomendado de control glucémico en niveles de A1C de 6 a 7 %, 7 a 8 % y 8 a 9 %. Analizaron la asociación entre esos tres rangos diferentes de control glucémico y la hospitalización por uno o más de cuatro tipos de infección (respiratoria, genitourinaria, de piel, tejidos blandos y huesos, y sepsis) para ver si tener A1C en estos diferentes rangos marca una diferencia.
"Descubrimos que tener una A1C en el extremo superior de ese rango recomendado no está asociado con un riesgo significativamente mayor de hospitalización por ninguna de esas cuatro infecciones. Sin embargo, las personas con una A1C entre el 8 y el 9 % tenían un riesgo 33 % mayor de tener infecciones de la piel, los tejidos blandos y los huesos".
"En el caso de mis pacientes mayores, en los que no tiene sentido clínico controlar muy estrictamente sus niveles de azúcar en sangre, intentaré alcanzar el 7 u 8 %, el rango medio, si puedo hacerlo de manera segura sin causar un riesgo indebido al paciente. Pero en pacientes que podrían tener reacciones de azúcar en sangre baja en ese rango o que están comenzando un tratamiento o atravesando una transición (por ejemplo, a un asilo de ancianos), ese riesgo relativamente pequeño de infección de piel, tejidos blandos y huesos puede verse compensado por los beneficios de mantener su nivel de azúcar en sangre un poco menos controlado", detalló Lipska.
"La COVID-19 nos ha hecho a todos más conscientes de que las enfermedades crónicas están interconectadas con el riesgo de infección aguda. Dado que la diabetes aumenta este riesgo, es necesario realizar más estudios para comprender mejor esa relación e incorporar este riesgo en nuestros cálculos no solo de los tipos de medicamentos que utilizamos para las personas con diabetes, sino también de los niveles de control glucémico que son óptimos para las personas con respecto a su salud", concluyó.