El pasado 1 de marzo, Radio France publicó que la Comisión Europea (CE) habría detenido sus intentos de ampliar el sistema de Nutri-Score debido a la presión de algunos lobbies, especialmente italianos. En una rueda de prensa posterior, Anna-Kasia Itkonen, portavoz de la CE, dejó en el aire la situación actual de este sistema de etiquetado, mostrando una posición bastante ambigua sobre el tema.
“Seguimos comprometidos en proveer a los consumidores de información transparente para que puedan tomar sus decisiones en los supermercados”, señalaba. “Estamos trabajando ampliamente en el etiquetado de alimentos; esto incluye estudios científicos, consultas públicas, servicios específicos, y esto ha confirmado la complejidad de la cuestión y ha puesto de relieve los desafíos para alcanzar soluciones en común”, añadía la portavoz de acción climática y energía.
En este sentido, la Comisión Europea enfatiza que sigue “comprometida a trabajar con los Estados miembros y las partes interesadas para entablar un diálogo”, lo que incluye “abordar la reformulación de los alimentos, los efectos de los ultraprocesados y los efectos de determinadas prácticas de comercialización de alimentos”.
Sin embargo, la respuesta de la Comisión no ofrece detalles sobre el futuro del etiquetado, lo que ha generado dudas entre los consumidores, las empresas alimentarias y diversas organizaciones y asociaciones de salud.
Cabe recordar que, hace unos meses, la compañía Danone comunicó que dejaría de incluir el logo Nutri-Score en sus envases, a pesar de haber sido una marca defensora de este sistema. Este cambio de rumbo se debía a los nuevos criterios de Nutri-Score, que provocaron que algunos de sus productos -como Actimel, Danonino y Activia- obtuvieran una peor calificación.
Este cambio en el algoritmo de Nutri-Score se llevó a cabo porque el etiquetado se centraba en comparar productos de su misma categoría, lo que originaba que algunos productos que no son necesariamente saludables portasen la etiqueta A.
"No estamos de acuerdo con el cambio de clasificación de los yogures para beber, que no se corresponde con los estudios realizados por nuestros investigadores internos", explicaba un portavoz de Danone, antes de afirmar que “el sistema Nutri-Score también es criticado por algunos nutricionistas”. Este argumento, sin embargo, parecía querer ocultar el temor a la caída de las ventas de sus productos.
En España, las cifras de obesidad suponen un serio problema de salud y un verdadero reto de salud pública. Según datos del año 2020, más de la mitad de la población adulta española presenta exceso de peso, dentro de los cuales un 16 % padecen obesidad y un 37,6 %, sobrepeso. Por tanto, "el 53,6 % de los adultos tiene exceso de peso", recoge la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN).
Una de las herramientas de las políticas de salud pública para promover dietas saludables es el etiquetado nutricional. En este sentido, Nutri-Score es un sistema de etiquetado que actúa como un semáforo nutricional: cuenta con una clasificación de cinco letras y cinco colores, en el que la A, de color verde oscuro, es la opción más saludable, mientras que la E, en color rojo, es la peor. Algunos países, como España, lo han implementado voluntariamente para facilitar decisiones de compra más saludables, pero otros lo rechazan al considerar que perjudica a sus productos tradicionales.
"Es perfectamente riguroso y nos permite cambiar el comportamiento de los consumidores", elogia Laurent Chevallier, nutricionista del Hospital Universitario de Montpellier. “Pero está claro que parte de la industria agroalimentaria tiene interés en desprestigiar este tipo de herramientas”, advierte.