La dieta cetogénica (DC) está despertando interés en la psiquiatría por su potencial terapéutico. Inicialmente utilizada por neurólogos para tratar la epilepsia, la DC ha demostrado ser eficaz incluso cuando los medicamentos fallan. Sus profundos efectos en el metabolismo cerebral en la epilepsia han impulsado la investigación sobre su uso en diversas afecciones neuropsiquiátricas. Los estudios muestran una mejoría de los síntomas en la esquizofrenia, el trastorno bipolar, la enfermedad de Alzheimer, el deterioro cognitivo, el trastorno del espectro autista, la ansiedad y la depresión. Sin embargo, faltan investigaciones sobre la DC como tratamiento para el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC).
Se cree que varios mecanismos fisiopatológicos como la disfunción mitocondrial, el estrés oxidativo, la inflamación, el hipometabolismo de la glucosa y el desequilibrio entre glutamato y ácido gamma-aminobutírico (GABA), contribuyen a los trastornos neuropsiquiátricos, incluido el TOC. De manera que, comprender la interacción entre el metabolismo y las enfermedades mentales podría revelar nuevas estrategias de tratamiento.
Si bien el TOC y la epilepsia son trastornos distintos, ambos se asocian con diversos mecanismos etiopatogenicos que podrían ser relevantes para los posibles efectos terapéuticos de la DC. Al igual que el TOC, la epilepsia también se asocia con disfunción metabólica. Si bien los mecanismos exactos por los cuales la DC ayuda a controlar la epilepsia aún no están claros, sus efectos terapéuticos podrían estar relacionados con el tratamiento de estas anomalías metabólicas. Dado que el TOC también se asocia con disfunciones metabólicas similares, la DC podría ofrecer beneficios potenciales para el TOC y la epilepsia a través de mecanismos fisiopatológicos análogos.
Se ha demostrado que las dietas cetogénicas aumentan la capacidad y la eficiencia mitocondrial, como lo indica el aumento de la producción total de ATP en relación con el consumo de oxígeno y la producción de peróxido de hidrógeno. Asi también, disminuyen el estrés oxidativo, que puede causar un exceso de producción de especies radicales de oxígeno en un ciclo de retroalimentación positiva patológica.
Dadas las anomalías metabólicas asociadas con el TOC y los efectos terapéuticos de la DC sobre estas fisiopatologías, es plausible que la DC pueda servir como un tratamiento eficaz para el TOC, especialmente si estas alteraciones metabólicas influyen en los síntomas del TOC.
Teniendo en cuenta estos aspectos, un grupo de investigadores evaluó los efectos de la dieta cetogénica (DC) sobre el trastorno obsesivo compulsivo (TOC). Este estudio es de gran innovación ya que se trata del primer informe que documenta los efectos de esta asociación.
Luego de evaluar una serie de 3 casos, los expertos mencionan que, si bien los informes de los casos por sí solos no aportan evidencia suficiente para evaluar completamente los resultados del tratamiento, es de destacar que “todos los participantes del estudio reportaron recurrencia de los síntomas tras la desviación de la dieta cetogénica, con un posterior alivio de los síntomas al reincorporarse a la dieta”.
Incluso, uno de las participantes luego de la intervención mencionó: “en lo más profundo del TOC, solía decirme a mí mismo que la única salida es la muerte como una especie de mantra para poner las cosas en perspectiva. Me alegra decir que encontré otra salida. Me haría muy feliz que otros supieran de la cetosis como una forma de acabar con su sufrimiento”.
Cabe destacar que ninguno de los participantes reportó otros cambios importantes en su vida que, según ellos, contribuyeran a la remisión de los síntomas. Sin embargo, los autores aclaran que, si bien los participantes informaron sistemáticamente cambios en los síntomas en respuesta a la adherencia o desviación de la dieta, la falta de monitoreo dietético directo o análisis de cetonas en sangre impide la confirmación definitiva de la cetosis. “Esta limitación disminuye la capacidad de evaluar cuantitativamente los efectos metabólicos precisos que subyacen a las mejoras sintomáticas reportadas”, explican.
Por su parte, señalan que dos de los participantes no habían probado medicamentos antes de implementar la DC. Por ello, “no se sabe con certeza si las intervenciones farmacológicas tradicionales habrían sido efectivas para estas personas”. “Esto resalta el potencial de la DC como vía terapéutica alternativa y la importancia de integrarla en un plan de tratamiento integral”, resalta la nueva investigación.
Los pacientes no reportaron comorbilidades ni cambios en su salud general tras adoptar la DC, salvo mejoras en los síntomas de TOC y pérdida de peso. Sin embargo, uno de los casos fue diagnosticado con tiroiditis de Hashimoto en los años posteriores a la adopción de la DC. “Se desconoce si la DC influyó en este diagnóstico”, exponen los investigadores.
Si bien este estudio no establece causalidad, ofrece una perspectiva convincente sobre el abordaje de las enfermedades mentales a través de vías metabólicas. La psiquiatría, en busca de soluciones innovadoras, se enfrenta a una tasa de resistencia al tratamiento del 20 al 60 % entre los pacientes. Por tanto, “las terapias metabólicas podrían allanar el camino hacia opciones transformadoras, brindando esperanza a quienes no responden a los tratamientos psicotrópicos convencionales”, enfatizan.
En resumen, el estudio sugiere que la dieta cetogénica puede ser un tratamiento eficaz para el TOC. Los participantes en este estudio han mantenido la remisión durante años sin continuar con sus medicamentos. La dieta cetogénica parece mejorar varios procesos fisiopatológicos asociados con el TOC y podría actuar sobre los mecanismos subyacentes del trastorno. Además, la recurrencia de los síntomas tras una desviación de la dieta subraya el potencial terapéutico de la dieta cetogénica para las afecciones neuropsiquiátricas.
Los autores finalizan destacando que “se justifica la investigación adicional sobre la eficacia de la dieta cetogénica como tratamiento no farmacológico para el TOC”.