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Los prehistóricos “tenían una dieta más equilibrada de lo que nosotros podríamos tener"

Los prehistóricos “tenían una dieta más equilibrada de lo que nosotros podríamos tener"

Ana Belén Marín, directora del Grupo Evoadapta y profesora de la Universidad de Cantabria, habla sobre la alimentación en la prehistoria cántabra
Ana Belén Marín
Ana Belén Marín es arqueóloga y directora del Grupo Evoadapta.

Visitar una cueva con pinturas rupestres y degustar un menú inspirado en lo que comían quienes las pintaron, todo el mismo día y sin salir de Cantabria. Eso es lo que propone Ana Belén Marín, directora del Grupo Evoadapta, que este miércoles, 25 de junio, a las 20:00 horas se subirá al teatro de la Casa de Cultura Doctor Velasco de Laredo para explicar qué es una experiencia arqueogastronómica en el marco de los Cursos de Verano de la Universidad de Cantabria (UC) en la villa pejina.

 

Ahora bien, ¿cómo dos disciplinas tan diferentes como la Prehistoria y la Gastronomía pueden integrar un proyecto conjunto, transferirse a la sociedad e implementase en la economía local? En eso consiste exactamente el proyecto Prehgastro, de la Prehistoria al plato, ideado por Marín, una iniciativa pensada para poner en valor el patrimonio cultural, natural y gastronómico de una zona e incentivar un turismo de calidad y desestacionalizado

 

El Valle del Asón es pionero en la implantación de esta experiencia arqueograstronómica que, en él, pasaría por visitar las ciervas de la Cueva de Covalanas a primera hora del día, acercarse a respirar aire puro a la Cascada del Asón después, y acabar comiendo un menú Prehgastro en el Restaurante Ronquillo de Ramales de la Victoria.

 

La gente pensará que va a comer carne cruda", pero no porque, entre hace 200.000 años y el final de la Edad de los Metales, ya hay “una cocina sin fuego y con fuego, sin cerámica y con cerámica", aclara Marín. “El menú consta de 15 pequeños bocados. Carne de ciervo, carne de diferentes aves, moluscos y distintos tipos de vegetales", comenta la profesora de la Universidad de Cantabria.

 

Y hay más aún, pues “este menú se basa en los alimentos, los ingredientes, las técnicas de cocinado, etc. de los grupos humanos de la Prehistoria" con el objetivo de que “tú lo puedas probar y te transporte a ese momento", quiso subrayar la impulsora de esta iniciativa. El menú Prehgastro viene además con un libro que cuenta la historia de los platos y da información científica relevante en un lenguaje accesible salpicado de preciosas ilustraciones.

 

“La idea es que puedas visitar cualquiera de las siete cuevas con patrimonio prehistórico de Cantabria accesibles al público, más Altamira y su museo, acabar disfrutando una comida con inspiración en esas sociedades y que de esa manera adquieras un conocimiento global, no solo prehistórico sino también cultural y natural de lo que tenemos en Cantabria", propone Marín quien, con su grupo, ya trabaja activamente para poder ofrecer este tipo de experiencia en otros puntos de la geografía cántabra como Santillana del Mar y Ampuero.

 

¿Se comía mejor en la prehistoria?

 

En base a la evidencia científica, la directora del grupo Evoadapta afirma que los prehistóricos “tenían una dieta más equilibrada de lo que nosotros podríamos tener. Algunos investigadores que dicen que el declive alimenticio en nuestro caso viene a partir del neolítico, de la domesticación de las plantas, del control de los animales y, sobre todo, de la inclusión de los hidratos de carbono, los azúcares y demás".

 

Aunque no hay los suficientes restos humanos para poder generalizar sobre si los hombres y mujeres prehistóricos estaban mejor o peor alimentados que los del siglo XXI, si podemos saber cómo de bien estaba alimentada La Dama Roja, un hallazgo excepcional hecho en Cantabria con más de 19.000 años de antigüedad.

 

Pudimos hacer análisis químicos en sus propios huesos que revelaron el tipo de dieta que llevaba. Tenía una dieta con una parte importante de recurso de proteína animal, fundamentalmente ciervo y cabra, una parte de recursos vegetales y un leve marcador de recursos marinos. Parece una dieta equilibrada, no vemos signos de desnutrición ni de crisis alimenticia", comenta la arqueóloga.

Huesos

 

Ingredientes prehistóricos

 

Pero, ¿qué comía exactamente la población cántabra de entre hace 200.000 años y hasta el final de la edad de los metales? “En Cantabria vemos un equilibro con la naturaleza. Hay un porcentaje importante de recursos vegetales y un porcentaje casi igual de recursos de animales herbívoros, de proteína cárnica", afirma Marín.

 

“En el paleolítico, antes de que se domesticaran plantas y animales, el menú prehistórico estaba compuesto fundamentalmente de ciervo, seguido de cabra, aunque esto depende de la posición topográfica del yacimiento. Si [los prehistóricos] habitan lugares altos en la montaña va a haber más consumo de animales de roquedo como la cabra, si viven en zonas de llanura, hay más ciervo. A partir de la domesticación de plantas y animales empiezan a aparecer todo el tipo de trigos y cabaña ganadera de oveja, cabra, cerdos y vacunos", detalla la experta.

 

Por otra parte, gracias al sarro atrapado en los dientes de La Dama Roja, se ha podido constatar por primera vez el consumo de hongos en el Paleolítico, de boletus para más seña. “También hay un uso de plantas medicinales", que se ha podido documentar, por ejemplo, en la Cueva del Sidrón (Asturias), donde se han encontrado, también en los dientes, “restos de manzanilla y de sauce, que es de donde procede ácido acetilsalicílico que es la composición principal de la aspirina".

 

Conchas y mariscos

 

Por si esto fuera poco, “hay un momento clave en la Prehistoria de Cantabria que queda muy bien registrado en nuestros yacimientos, al final del Paleolítico, justo antes de la llegada de los primeros neolíticos. Es un periodo llamado mesolítico en el que [los habitantes de la región] están intensivamente explotando el medio marino", por eso, “hay yacimientos que se denominan concheros", declara Marín.

 

Se denominan concheros porque están formados exclusivamente de estos restos de moluscos, ostras, lapas, caracolillos… Es la base principal de la dieta. La investigación apunta que es un momento crítico en el que el ecosistema se desequilibra y, como forma de subsistencia, se hace una explotación masiva de esos recursos marinos", ilustra la arqueóloga del Grupo Evoadapta.

Lapa

 

“Al principio vemos que están cogiendo lapas grandísimas, con unos diámetros muy grandes, pero al final del mesolítico, unos dos mil años después, están cogiendo ya lapas más pequeñas, ni siquiera las están dejando crecer. Eso refleja una hambruna o una necesidad importante de crisis", concluye la conferenciante de Cursos de Verano de este miércoles, 26 de junio, en Laredo. 

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