El desayuno es ampliamente reconocido como un componente fundamental de una dieta saludable, especialmente para los niños, ya que aporta nutrientes esenciales y energía tras el ayuno nocturno. Su consumo regular se ha asociado con un mejor desarrollo cognitivo, rendimiento académico y estado nutricional general en niños en edad escolar.
Además de favorecer el crecimiento cognitivo y físico, el desayuno se ha vinculado a una mejor regulación metabólica, incluyendo el control del apetito y una menor ingesta total de energía a lo largo del día.
Sin embargo, se ha prestado cada vez más atención a la calidad nutricional de los alimentos para el desayuno de los niños. Muchos productos procesados, consumidos frecuentemente en la mañana, son ricos en azúcares añadidos y se han asociado con dos importantes problemas de salud pública: caries dental y obesidad infantil.
Las bebidas azucaradas, a menudo comercializadas directamente a los niños, se han identificado como una fuente importante de azúcares libres y se asocian con una ingesta calórica excesiva y resultados adversos para la salud.
En los países mediterráneos, el desayuno infantil suele incluir productos lácteos, cereales y fruta fresca. A pesar de ello, los hábitos alimentarios contemporáneos muestran una creciente tendencia hacia opciones procesadas industrialmente, muchas de las cuales contienen importantes azúcares extrínsecos.
Estos cambios no solo afectan la calidad de la dieta, sino que también contribuyen a la aparición temprana de enfermedades relacionadas con la dieta. En respuesta, las recientes estrategias de salud pública han enfatizado la importancia de promover alternativas de desayuno más saludables como estrategia preventiva para la salud bucodental y sistémica.
Se necesitan métodos fiables y objetivos para cuantificar el contenido de azúcar en los alimentos infantiles con el fin de informar tanto a los consumidores como a los esfuerzos políticos.
Por lo tanto, el objetivo de un estudio en el que participaron Clara Guinot-Barona, Giorgia Tumino, Carla Borrell-García, Esther García-Miralles, Laura Marqués-Martínez de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universidad Católica de Valencia; y Juan Ignacio Aura Tormos de la Facultad de Medicina y Odontología de la Universidad de Valencia, fue evaluar el contenido de azúcar de los alimentos de desayuno comúnmente consumidos por los niños en países mediterráneos mediante refractometría °Brix y analizar su posible asociación con el riesgo de caries dental y sobrepeso infantil.
Para ello, 49 muestras de alimentos para el desayuno (productos procesados, alternativas caseras y frutas frescas) se analizaron utilizando un refractómetro digital °Brix para cuantificar las concentraciones de azúcar soluble. Se realizaron análisis estadísticos comparativos para evaluar las diferencias entre las categorías de alimentos.
Los resultados mostraron que los productos procesados para el desayuno presentaron los valores de °Brix más altos. “Aproximadamente el 68 % de estos productos contenían azúcares añadidos, lo que confirma su importante contribución a la ingesta de azúcar de los niños”, mencionan los autores. Se observaron valores de °Brix particularmente elevados en yogures azucarados y en sobres de fruta.
Un resultado sorprendente que señalan es que los productos etiquetados como "sin azúcares añadidos" aún presentaban niveles de azúcar medibles, probablemente debido a edulcorantes naturales o azúcares intrínsecos. En este sentido, advierten que “la presencia de edulcorantes alternativos plantea inquietudes sobre sus posibles consecuencias para la salud a largo plazo”.
Los tarritos de bebé a base de verduras presentaron niveles de azúcar comparativamente más bajos. Sin embargo, cinco de las seis muestras de esta categoría aún contenían azúcares añadidos, lo que refuerza “la necesidad de interpretar con cautela las etiquetas de productos "vegetales".
De acuerdo con el nuevo trabajo, “los alimentos procesados exhibieron, en promedio, valores de °Brix 25% más altos que sus contrapartes caseras o frescas.
Si bien las directrices de la OMS recomiendan limitar la ingesta de azúcar libre a menos del 10 % de la energía total, comentan que “traducir estas recomendaciones en políticas nacionales eficaces sigue siendo un desafío”. En España y otros países mediterráneos, las barreras identificadas incluyen “la regulación inconsistente de las afirmaciones publicitarias, la aplicación limitada de los límites de azúcar en los alimentos procesados y los hábitos alimentarios culturales que incorporan cada vez más refrigerios y bebidas envasados en los desayunos infantiles”.
“En general, nuestros resultados resaltan la necesidad de una educación nutricional específica y de regulaciones de etiquetado más estrictas para reducir la exposición de los niños al exceso de azúcares libres en el desayuno”, destacan los expertos.
En resumen, el estudio reveló que los alimentos procesados para el desayuno infantil contenían valores de °Brix significativamente más altos (lo que indica mayores niveles de azúcares extrínsecos) en comparación con las preparaciones caseras y las frutas frescas. Estos hallazgos destacan la presencia generalizada de azúcares añadidos en los productos envasados dirigidos a niños.
Los investigadores finalizan su trabajo respaldando “la necesidad de una vigilancia continua, un etiquetado más claro de los productos e iniciativas educativas dirigidas a reducir el consumo de azúcar en los niños, especialmente en el desayuno”.