El Comité Científico de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) ha publicado un informe sobre la relación del cambio climático con la suficiencia alimentaria y su impacto en el estado nutricional de la población.
La suficiencia alimentaria es la forma de cuantificar el grado de acceso de la población a alimentos nutritivos y seguros en todo momento. Depende de varios factores, entre los que se incluyen la disponibilidad y la asequibilidad de dichos alimentos. Según el Committee on World Food Security de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la suficiencia alimentaria existe cuando toda la población, durante todo el tiempo, tiene un acceso físico y económico a alimentos suficientes, seguros y nutritivos, que cubran sus necesidades dietéticas para una vida activa y sana.
Mientras tanto, existen evidencias de que el cambio climático afecta, a través de diferentes vías, al grado de acceso de la población a alimentos nutritivos y seguros a nivel mundial. En este marco, los principales riesgos del cambio climático son: la pérdida de biodiversidad en las zonas rurales; la pérdida de ecosistemas marinos y costeros, así como de medios de subsistencia; la pérdida de ecosistemas terrestres y de aguas continentales, al igual que de medios de subsistencia; y, por último, el deterioro de los sistemas alimentarios.
En relación con la pérdida de biodiversidad en los ecosistemas marinos y terrestres, el informe destaca que se ha observado un cambio en la distribución y fenología, tanto de especies de plantas como de animales, produciéndose un desplazamiento hacia latitudes más frías (meridionalización) y hacia altitudes mayores de las diferentes especies. En este sentido, se prevé que la degradación de la tierra y la pérdida de biodiversidad reducirán el rendimiento de los cultivos, así como el contenido en nutrientes de los alimentos.
En cuanto a las repercusiones sobre las fuentes de alimentos, está aumentando el riesgo de plagas conocidas, así como de las pérdidas post-cosecha. Por añadidura, el incremento en las temperaturas no sólo está afectando directamente a los animales, provocando alteraciones metabólicas e inmunitarias, sino que también tiene consecuencias indirectas, dado que está incrementando la población de vectores transmisores de agentes infecciosos.
Cabe destacar que, en los últimos años, se están registrando un mayor número de eventos climáticos extremos, más frecuentes e intensos, tales como olas de calor, sequías e inundaciones, provocando que algunos sistemas naturales y humanos hayan sido desplazados más allá de su capacidad para adaptarse, causando daños irreversibles a la suficiencia alimentaria (disponibilidad, acceso, utilización y estabilidad).
Por ejemplo, se sabe que si la temperatura mundial aumenta más de 2 ºC con respecto a los niveles preindustriales (actualmente, ha aumentado 1,1 ºC), los riesgos de insuficiencia alimentaria serían más severos, conduciendo a desnutrición y deficiencias de micronutrientes, especialmente en regiones en desarrollo del planeta y altamente dependiente de la economía agraria, como el África Subsahariana, sur de Asia, Centroamérica y Sudamérica.
Los investigadores de la AESAN advierten en su informe de que el cambio climático puede suponer un riesgo sobre el estado nutricional de la población debido a la reducción en la disponibilidad de alimentos, el acceso, la utilización y la estabilidad del sistema alimentario.
Como afirma la FAO, comprender la cascada de riesgos derivados del cambio climático, así como las vulnerabilidades a estos riesgos, es esencial para diseñar las formas de adaptación para reducir el impacto neto sobre la suficiencia alimentaria y la nutrición. En este marco, aumentar la resiliencia frente al cambio climático puede requerir múltiples intervenciones, teniendo siempre en cuenta las diferentes dimensiones: social, económica y medioambiental.
“Es esencial diseñar formas de adaptación para reducir el impacto neto sobre la suficiencia alimentaria y la nutrición y, de esta manera, aumentar la resiliencia frente al cambio climático. Esto supone un cambio de paradigma hacia una agricultura y unos sistemas alimentarios más resistentes, más productivos y sostenibles, con el objetivo de garantizar la suficiencia alimentaria a nivel mundial ante el cambio climático”, destaca el informe.