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Investigadores españoles señalan biomarcadores que serían clave para el futuro de la salud metabólica

Investigadores españoles señalan biomarcadores que serían clave para el futuro de la salud metabólica

Un reciente estudio revela que la edad metabólica puede ser un mejor indicador de riesgo de enfermedades que la edad cronológica, abriendo nuevas perspectivas a futuro para la salud pública frente a la actual epidemia de enfermedades metabólicas
Expertos españoles señalan biomarcadores que serían clave para el futuro de la salud metabólica
La asociación entre edad metabólica e insulinoresistencia sugiere que deberían integrarse en la práctica clínica.

La edad cronológica, que se refiere al número de años transcurridos desde el nacimiento, ha sido tradicionalmente la medida principal para estimar la salud y la esperanza de vida de un individuo. Sin embargo, la edad cronológica no refleja con precisión el verdadero estado de salud de una persona, ya que algunos individuos pueden exhibir una excelente salud a pesar de una edad cronológica avanzada, mientras que otros, a pesar de ser más jóvenes, pueden sufrir diversas afecciones asociadas con el envejecimiento prematuro. 

 

La edad metabólica (EM), que describe el estado funcional del cuerpo en relación con su metabolismo, ha surgido como un indicador crucial para evaluar la salud y el bienestar general, particularmente en relación con la salud metabólica, que está directamente asociada con enfermedades crónicas y comorbilidades. Este concepto proporciona una perspectiva más detallada sobre la salud individual, lo que permite intervenciones más personalizadas y efectivas. 

 

La EM se desarrolló como un método para explicar la relación entre la tasa metabólica basal (TMB) de un individuo en comparación con la de otros de la misma edad cronológica. Se ha demostrado que la MA es un mejor marcador de riesgo de lo que la mayoría de los pacientes pueden percibir fácilmente. Así, si la EM de una persona es mayor que su edad cronológica, indica que su TMB está disminuida, lo que refleja un mayor riesgo cardiovascular.

 

La determinación de la edad metabólica se realiza generalmente mediante dispositivos de bioimpedancia que evalúan la composición corporal. Una EM mayor que la edad cronológica puede indicar un estilo de vida poco saludable, incluyendo factores como mala alimentación, falta de actividad física, o estrés crónico. Estos factores contribuyen al deterioro de la salud metabólica y pueden conducir a condiciones como obesidad, diabetes tipo 2 (DM2), y enfermedades cardiovasculares. 

 

La relación entre la edad metabólica y la insulinoresistencia (IR) es estrecha y bidireccional. Una MA más alta suele estar asociada a una mayor prevalencia de IR. Esto se debe a que muchos de los factores que aumentan la MA, como la obesidad y la inactividad física, también contribuyen de manera significativa a la IR. Los estudios han demostrado que las personas con una MA que excede su edad cronológica presentan niveles elevados de marcadores inflamatorios y alteraciones en la homeostasis de la glucosa, lo que indica una IR subyacente. 

 

La alta prevalencia de IR y EM elevada en la población general tiene un impacto significativo en la salud pública. Estas condiciones no solo aumentan el riesgo de enfermedades metabólicas, sino que también conducen a mayores costos de atención médica y una calidad de vida reducida para las personas afectadas. Las políticas de salud pública que promueven la educación nutricional, el ejercicio físico y el manejo del estrés son cruciales para abordar estos problemas. 

 

Teniendo en cuenta lo antes desarrollado, un equipo de investigación conformado por Ignacio Ramírez Gallegos, Hernán Paublini Oliveira, Ángel Arturo López-González, Cristina Martorell Sánchez, Emilio Martínez-Almoyna-Rifá y José Ignacio Ramírez-Manent, del Grupo de Salud del Instituto Universitario de Investigación en Ciencias de la Salud en Palma, y Pedro Juan Tárraga López, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Castilla-La Mancha, se propuso evaluar la asociación entre la edad metabólica, determinada mediante bioimpedancia, y el riesgo de IR en una cohorte de trabajadores españoles

 

La edad metabólica de una persona está influida por numerosas variables 

 

El estudio aporta pruebas sólidas de cómo diversas variables sociodemográficas, conductuales y relacionadas con la salud se asocian significativamente con la edad metabólica. “Los hallazgos destacan que la edad, el sexo, el nivel socioeconómico, el tabaquismo, la adherencia a la dieta mediterránea (DM), la actividad física y las escalas de riesgo de resistencia a la insulina (RI) son determinantes clave en la variación de los valores de EM”, señalan los autores. 

 

La edad cronológica demostró una asociación directa y significativa con los valores de EM, sirviendo como un fuerte predictor. “A medida que aumenta la edad, también lo hace la probabilidad de valores elevados de EM, lo que refleja el impacto acumulativo de los procesos fisiológicos y metabólicos subyacentes al envejecimiento. Sin embargo, la variabilidad interindividual observada en EM dentro de cada grupo de edad subraya que el envejecimiento metabólico no es un proceso uniforme, sino que está modulado por factores adicionales, incluidos el estilo de vida y las condiciones sociales”, desarrollan.

 

Los resultados del análisis dejan ver que los hombres mostraron valores de edad metabólica significativamente más altos y una mayor prevalencia de valores elevados en comparación con las mujeres, lo que sugiere un perfil metabólico menos favorable en los hombres. Esta diferencia puede explicarse en parte por factores hormonales y por las diferencias en los comportamientos de salud ya que los hombres tienden a tener tasas más altas de tabaquismo y una menor adherencia a patrones dietéticos saludables como la DM. 

 

La adherencia a la DM mostró una asociación inversa significativa con los valores de edad metabólica, destacando el papel protector de este patrón dietético frente al envejecimiento metabólico. “Este efecto puede explicarse por las propiedades antiinflamatorias y antioxidantes de la dieta. Nuestros hallazgos respaldan la recomendación de promover la DM como una intervención eficaz para mejorar la salud metabólica y reducir las disparidades en el envejecimiento metabólico”, aseguran los expertos. 

 

Las escalas de riesgo de IR (como METS-IR y SPISE) mostraron la asociación más fuerte con valores elevados de MA, lo cual, según el artículo, subraya el papel crítico de la resistencia a la insulina como un determinante clave del envejecimiento metabólico. Refieren que los individuos con puntuaciones altas en estas escalas exhibieron no solo una EM promedio significativamente más alta sino también una mayor prevalencia de valores elevados. 

 

La edad metabólica y la insulinoresistencia como biomarcadores de importancia para la salud pública 

 

“Nuestros hallazgos resaltan la necesidad de incorporar estas escalas como herramientas útiles para identificar individuos en riesgo y priorizar intervenciones dirigidas a mejorar la sensibilidad a la insulina, como modificaciones de la dieta y la actividad física”, mencionan.  

 

Los hallazgos de este estudio tienen implicaciones clínicas y de salud pública significativas ya que el uso de la edad metabólica como marcador para evaluar el envejecimiento metabólico permite la identificación de individuos con alto riesgo de desarrollar enfermedades metabólicas y cardiovasculares antes de la manifestación clínica. “La asociación entre IR y una EM elevada puede servir como una herramienta de detección temprana, ayudando a identificar a los individuos en riesgo antes de que desarrollen complicaciones graves. Esto es particularmente crucial en un contexto donde la diabetes tipo 2 y las enfermedades cardiovasculares suponen una carga significativa para los sistemas de atención sanitaria, tanto en términos de costos como de calidad de vida”, resaltan los expertos. 

 

Así mismo, sostienen que la fuerte asociación entre las escalas de IR y la MA sugiere que estas herramientas deberían integrarse en la práctica clínica como parte de un enfoque integral de la evaluación del riesgo metabólico. "Si se detecta una MA elevada en un paciente con signos de resistencia a la insulina, se pueden implementar estrategias de intervención temprana, reduciendo así la progresión a enfermedades más graves", señalan. 

 

Destacan que su uso en salud pública podría mejorar la identificación de poblaciones en riesgo y optimizar las estrategias de prevención y tratamiento, reduciendo en última instancia la carga de enfermedades crónicas y mejorando la calidad de vida de las personas.

 

“La EM y la IR son indicadores críticos de la salud metabólica general. Comprender la interrelación de estos factores y los mecanismos subyacentes que los influyen es esencial para desarrollar estrategias efectivas de prevención y tratamiento. Las intervenciones que abordan la dieta, el ejercicio, el manejo del estrés y el sueño, junto con un enfoque en la investigación continua, son cruciales para mejorar la salud metabólica y reducir la carga de enfermedades asociadas en la población”, concluyen. 

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