La Sociedad Española de Endocrinología Pediátrica (SEEP) ha emitido una serie de recomendaciones para disminuir la exposición a disruptores endocrinos, especialmente durante la gestación, lactancia y peripuberal.
Dentro de estas incluyen, el ventilar a diario, evitar perfumes y ambientadores. Además, sugieren quitar el polvo con agua o utilizando aspiradora, reducir el tiempo frente a pantallas y lavarse las manos con frecuencia.
Otro de los aspectos que mencionan es el hecho de evitar el uso de plástico ya desde la compra, en contacto con la comida y en el microondas. Sumado a esto, recomiendan priorizar el uso de sartenes y ollas de acero, vidrio o cerámica sin antiadherente. En lugar del plástico, abogan por el uso de utensilios de cocina de madera.
Respecto a la alimentación, destacan el consumir alimentos frescos, de proximidad y de temporada (preferentemente ecológicos) en detrimento de los ultraprocesados y comida para llevar. Lavar bien y/o pelar las frutas y verduras es otra medida relevante.
De acuerdo con lo mencionado por SEEP, se debería reducir la cantidad de cosméticos (especialmente: lacas de uñas y productos de skincare) y utilizar productos sin parfum, parabenos, benzofenonas, fenoxietanol, triclosán o parafina líquida.
En los últimos años, la investigación centrada en la contaminación por disruptores endocrinos se ha incrementado notablemente, sobre todo en los grupos vulnerables a los mismos como niños, ancianos e inmunosuprimidos.
En este sentido, investigadores estadounidenses detectaron 96 sustancias químicas en niños de 2 a 4 años. Encontraron otras 48 sustancias químicas en más de la mitad de los niños y se detectaron otras 34 sustancias químicas en más del 90 % de los niños, incluyendo nueve sustancias químicas que actualmente no se registran en las encuestas nacionales de salud.
De esta manera, el estudio demuestra que la exposición infantil a sustancias químicas potencialmente dañinas es generalizada, lo cual resulta alarmante ya que la primera infancia es una etapa crucial para el desarrollo cerebral y corporal.
En esta misma línea, un estudio noruego identificó varios tipos de envases de alimentos para bebés que contienen niveles nocivos de bisfenol A, a pesar de que su uso está prohibido en el país.
Teniendo en cuenta que el bisfenol A puede migrar hacia los alimentos cuando el envase toma contacto con ellos y afectar la capacidad reproductiva, el sistema nervioso y la regulación del azúcar en sangre, entre otros factores; los resultados son preocupantes.
De hecho, en dicho país es ilegal usar bisfenoles en envases de alimentos para bebés precisamente porque la sustancia es particularmente dañina para los niños.