Este mes de agosto finaliza un proyecto que lleva una década midiendo el acceso a alimentos saludables en todo el mundo. Lo hace tras arrojar nueva luz sobre el alcance y las particularidades de la inseguridad nutricional, impulsar soluciones y revolucionar el debate sobre la asequibilidad de una dieta saludable.
Desde 2020, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha utilizado datos y métodos del proyecto Food Prices for Nutrition (Precios de los Alimentos para la Nutrición), de la Escuela de Ciencias y Políticas de la Nutrición Gerald J. y Dorothy R. Friedman, para monitorear e informar sobre el coste y la asequibilidad de una dieta saludable en todos los países del globo. Decenas de investigadores y cinco gobiernos nacionales también han utilizado la nueva métrica para rastrear la variación en el acceso a los alimentos dentro de un país.
"Estoy asombrado por la velocidad de adopción", declara Will Masters, director del proyecto, antes de agregar que "por primera vez, los gobiernos miden si las personas tienen acceso a los requisitos biológicos para una vida activa y saludable".
Basado en las pautas dietéticas nacionales de muchos países de todo el mundo, el estándar dietético Healthy Diet Basket (Cesta de dieta saludable) del equipo fue validado como una forma de medir los costes de la dieta, según desprende el más reciente de los 27 artículos del equipo. “El indicador refleja un consenso implícito sobre lo que los países de todo el mundo coinciden en que las personas necesitan para una dieta saludable”, exclama por su parte Anna Herforth, codirectora de Food Prices for Nutrition y autora principal del artículo. Así, ha destacado que “la importancia de satisfacer las necesidades dietéticas se reconoce desde hace mucho tiempo, pero hasta ahora ha sido difícil determinar si las personas realmente pueden hacerlo”.
El equipo ha descubierto que el coste mínimo de una dieta saludable, utilizando las opciones de alimentos más económicas disponibles localmente en cada país, se situó generalmente entre 3 y 4 dólares por persona en 2021, con un promedio mundial de 3,68 dólares por persona. Ese mismo año, el umbral internacional de pobreza extrema era de 2,15 dólares.
En otras palabras, “muchas personas en el mundo que se consideran ‘no pobres’ todavía no pueden permitirse satisfacer los requisitos básicos de una dieta saludable”, comenta Herforth.
Cabe destacar que una dieta saludable va más allá de consumir suficientes calorías. Nuestro cuerpo necesita un equilibrio de diferentes alimentos de distintos grupos alimenticios (verduras, frutas, alimentos básicos ricos en almidón, legumbres, alimentos de origen animal como carne, huevos o lácteos) para obtener todos los nutrientes necesarios para una vida activa y saludable.
Comprar una dieta saludable a base de los alimentos más económicos y básicos está "completamente fuera del alcance" para más del 80 % de las personas en países africanos y para un total de 2800 millones de personas en todo el mundo, afirma Masters. "Muchas personas, incluso si invirtieran todos sus recursos en comprar alimentos, no tendrían lo suficiente para cumplir con los estándares dietéticos necesarios para una salud de por vida", lamenta el profesor.
El propósito del proyecto es proporcionar un indicador de diagnóstico que distinga entre precios, ingresos y otros factores como posibles causas de la desnutrición, al igual que ayude a identificar las mejores soluciones. La investigación muestra cómo algunas personas aún enfrentan la falta de disponibilidad o los altos precios incluso de la opción más económica de cada grupo de alimentos necesarios para una dieta saludable. En esa situación, los gobiernos pueden hacer que una dieta saludable sea más accesible y asequible invirtiendo en innovación para reducir el coste de producción y distribución de esos productos.
Lo que revelan los nuevos datos sobre costes y asequibilidad, según Masters, es hasta qué punto la desnutrición se debe a los bajos ingresos disponibles para la alimentación, tras considerar los gastos no alimentarios. Las personas cuyos ingresos disponibles son inferiores al coste total incluso de las opciones más económicas disponibles localmente para una dieta saludable necesitan aumentos salariales o redes de seguridad social que les permitan llevar una vida sana. Y si se pueden adquirir opciones económicas para una dieta saludable, pero la gente elige alimentos menos nutritivos, es probable que se deba a otros factores, como el uso del tiempo y el coste de la preparación de las comidas, o a aspiraciones condicionadas por la cultura y el marketing. En este sentido, es necesario identificar y abordar directamente estos factores para mejorar la calidad de la dieta.
La principal conclusión del proyecto, recalca Masters, es que “los agricultores y comerciantes de alimentos pueden suministrar los productos necesarios para una dieta saludable a un coste aproximadamente similar en la mayor parte del mundo. La desnutrición se produce porque el tercio más pobre del mundo no puede permitirse comprar suficientes verduras, frutas, lácteos, pescado u otros alimentos de origen animal necesarios para la salud, y el resto de nosotros, con demasiada frecuencia, consumimos otros alimentos en su lugar”.
El impacto de los nuevos datos ya se está sintiendo en Nigeria, que se convirtió en el primer país del mundo en publicar boletines mensuales oficiales sobre los costes de una dieta saludable en enero de 2024. Los sindicatos utilizaron sus hallazgos para negociar un aumento del salario mínimo nacional en julio de ese año, y otros están utilizando los datos para impulsar cambios en las políticas agrícolas y comerciales. También se han publicado boletines nacionales en Etiopía, Malawi, Pakistán y otros países donde los nuevos datos pueden ayudar a orientar el cambio.
En un sentido más amplio, Yan Bai, coautor correspondiente del artículo más reciente de Food Prices for Nutrition, afirma que el trabajo está "contribuyendo a un cambio global que pasa de centrarse únicamente en las calorías a adoptar una comprensión mucho más rigurosa de la seguridad alimentaria y nutricional, que prioriza el acceso económico, la salud humana y la sostenibilidad".
Hay que mencionar que Bai ahora está ayudando a implementar el trabajo a escala global como economista del Grupo de Datos de Desarrollo del Banco Mundial. “Al proporcionar métricas consistentes a nivel internacional, buscamos fundamentar la formulación de políticas basadas en la evidencia y esperamos ayudar a impulsar acciones multisectoriales más amplias para que las dietas saludables sean más asequibles y accesibles para todos”, subraya.
Más adelante, los investigadores colaborarán con proveedores de alimentos en África para proporcionar datos y crear nuevas métricas que ayuden a construir las cadenas de suministro de alimentos saludables y de bajo coste. También planean seguir apoyando a los gobiernos nacionales y a las organizaciones internacionales en el cálculo y el uso de las métricas de coste y asequibilidad para dietas saludables.
“Se ha hablado de asequibilidad durante décadas. Ahora tenemos una forma práctica de medirla”, enfatiza Masters. “El siguiente paso es utilizar esos datos para orientar las acciones y poner dietas saludables al alcance de todos”.