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Hallan una posible vía de comunicación entre el cerebro y el intestino que regularía el comportamiento alimentario

Hallan una posible vía de comunicación entre el cerebro y el intestino que regularía el comportamiento alimentario

Los hallazgos de un reciente estudio encuentran una línea directa entre el microbioma y el cerebro que ofrece una nueva perspectiva sobre el comportamiento y el apetito
Apetito
Un compuesto podría provocar que los neurópodos del colon envíen una señal de supresión del apetito al cerebro.

Una nueva investigación publicada en Nature se centra en los neurópodos, diminutas células sensoriales que recubren el epitelio del colon. Estas detectan una proteína microbiana común y envían mensajes rápidos al cerebro que ayudan a controlar el apetito

 

El equipo de investigadores cree que este sentido neurobiótico podría ser una plataforma más amplia para comprender cómo el intestino detecta los microbios, influyendo en todo, desde los hábitos alimenticios hasta el estado de ánimo, e incluso cómo el cerebro podría, a su vez, moldear el microbioma.  

 

“Teníamos curiosidad por saber si el cuerpo podía detectar patrones microbianos en tiempo real y no solo como una respuesta inmune o inflamatoria, sino como una respuesta neuronal que guía el comportamiento en tiempo real”, mencionan.  

 

El intestino y su capacidad de moldear los comportamientos alimentarios  

 

El factor clave es la flagelina, una proteína ancestral presente en los flagelos bacterianos, una estructura similar a una cola que las bacterias utilizan para nadar. “Cuando comemos, algunas bacterias intestinales liberan flagelina. Los neurópodos la detectan, con la ayuda de un receptor llamado TLR5, y envían un mensaje a través del nervio vago, una importante vía de comunicación entre el intestino y el cerebro”, explican los expertos.  

 

El nuevo trabajo propuso una idea audaz: la flagelina bacteriana en el colon podría provocar que los neurópodos envíen una señal de supresión del apetito al cerebro: una influencia microbiana directa en el comportamiento. 

 

Los investigadores probaron esto dejando a los ratones en ayunas durante la noche y administrándoles luego una pequeña dosis de flagelina directamente en el colon. Como resultado, observaron que los ratones comieron menos.   

 

Cuando los investigadores realizaron el mismo experimento en ratones sin el receptor TLR5, no se observó ningún cambio. Los ratones siguieron comiendo y ganaron peso, un indicio de que esta vía ayuda a regular el apetito. Los hallazgos sugieren que “la flagelina envía una señal de "ya basta" a través del TLR5, lo que permite que el intestino indique al cerebro que es hora de dejar de comer. Sin ese receptor, el mensaje no se transmite”.

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