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Identifican a un grupo ignorado afectado por un trastorno alimentario poco conocido

Identifican a un grupo ignorado afectado por un trastorno alimentario poco conocido

El trastorno ARDIF suele comenzar en la infancia y se ha estudiado principalmente en niños o personas con bajo peso. Ahora, han demostrado que los adultos con mayor peso corporal también pueden verse afectados
Neofobia
ARDIF es un trastorno alimentario que generalmente comienza en la infancia.

Para muchas personas, comer es una fuente de placer, pero para quienes padecen trastorno de evitación/restricción de la ingesta de alimentos (ARFID, por sus siglas en inglés) suele estar asociado a ansiedad, estrés o asco. Este trastorno se caracteriza por el rechazo a ciertos alimentos, a menudo debido a su olor, textura o miedo a atragantarse o vomitar. Una marcada falta de interés por comer también puede ser un rasgo clave.  

 

A diferencia de otros trastornos alimentarios, como la anorexia nerviosa, el ARFID no está motivado por el deseo de perder peso. Sin embargo, el riesgo de desnutrición y otras complicaciones de salud relacionadas es igualmente alto. 

 

Un equipo de investigación internacional lleva varios años investigando el ARFID y una de sus contribuciones clave es el desarrollo de una entrevista diagnóstica que ahora se utiliza en todo el mundo para identificar el trastorno.  

 

“Nuestros últimos hallazgos muestran que el ARFID también puede afectar a adultos con sobrepeso, aunque los síntomas pueden diferir en algunos aspectos. Estos pacientes requieren herramientas de diagnóstico específicas y estrategias de tratamiento personalizadas”, afirman los investigadores. 

 

Síntomas que a menudo se malinterpretan en entornos clínicos 

 

En el estudio actual, 369 adultos participaron en una encuesta en línea, y un subgrupo completó además una entrevista clínica. Este enfoque permitió a los investigadores evaluar tanto los síntomas autoinformados como los diagnósticos formales, y analizarlos en relación con el peso corporal y otros indicadores de salud.  

 

Los resultados mostraron que el 34 % de los adultos con ARFID tenían un peso corporal elevado. En comparación con aquellos con bajo peso corporal, este grupo era más propenso a presentar patrones de alimentación selectivos, experimentar un mayor deterioro en la vida diaria y enfrentar un mayor riesgo de trastornos metabólicos.  

 

Un hallazgo particularmente sorprendente fue que todos los participantes con mayor peso corporal reportaron deterioro psicosocial, en comparación con el 65 % de aquellos con menor peso corporal. 

 

Muchos participantes con mayor peso también manifestaron inquietudes significativas sobre su figura y peso corporal, un resultado al que se le ha prestado poca atención hasta la fecha. Sin embargo, en el ámbito clínico, estas inquietudes suelen malinterpretarse.  

 

“El ARFID con frecuencia pasa desapercibido en personas con mayor peso corporal, ya que sus inquietudes relacionadas con el peso se interpretan erróneamente como signos de otros trastornos alimentarios o simplemente se atribuyen a la dieta. Como resultado, a menudo se omite un diagnóstico preciso, con consecuencias potencialmente graves para el tratamiento y la atención”, advierten los expertos. 

 

Para abordar esta deficiencia, señalan que “es necesario revisar los procedimientos diagnósticos y capacitar mejor a los profesionales sanitarios para reconocer el ARFID en todas las categorías de peso”. Las herramientas de cribado existentes deberían ampliarse para incluir indicadores que no dependan del peso corporal.  

 

Los autores también recomiendan adaptar los enfoques terapéuticos, tanto psicoterapéuticos como farmacológicos, para satisfacer las necesidades específicas de este grupo. “Con estos hallazgos, contribuimos a cerrar una importante brecha en la investigación y a ampliar la comprensión de este trastorno para incluir a una población que, en gran medida, ha sido ignorada”, finalizan.  

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