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"El consumo de té demostró una asociación preventiva con el cáncer de hígado"

"El consumo de té demostró una asociación preventiva con el cáncer de hígado"

Se observaron relaciones inversas entre las personas que consumían una taza de té al día y las que consumían entre 1 y 50 gramos de hojas de té al mes
Te verde
El consumo de té verde fue el que demostró mayor efecto protector.

El cáncer de hígado es la segunda causa principal de muerte por cáncer en todo el mundo. Los principales factores de riesgo incluyen la infección crónica por el virus de la hepatitis B (VHB), la infección por el virus de la hepatitis C (VHC), la enfermedad del hígado graso no alcohólico, el consumo excesivo de alcohol, el tabaquismo y la exposición alimentaria a aflatoxinas. Si bien estos factores de riesgo están bien caracterizados, se necesita más investigación para identificar estrategias de estilo de vida y alimentación que puedan prevenir el desarrollo de cáncer de hígado. 

 

El té es la bebida más consumida en el mundo, aunque el té verde alguna vez estuvo confinado principalmente a Asia, su popularidad ha aumentado globalmente en las últimas décadas. Los supuestos efectos protectores contra el cáncer del té verde se atribuyen a sus catequinas polifenólicas, particularmente galato de epigalocatequina (EGCG), galato de epicatequina (ECG), epigalocatequina (EGC) y epicatequina (EC).  

 

Los datos epidemiológicos vinculan el consumo de té con un menor riesgo de cáncer a través de los mismos mecanismos mediados por los polifenoles, que incluyen la neutralización de las especies reactivas de oxígeno, la inducción de la apoptosis y la supresión de las vías de señalización dependientes del receptor. Debido a que el té verde sufre una oxidación mínima en comparación con el té negro, sus catequinas retienen una actividad antioxidante más fuerte.  

 

La evidencia indica un sugestivo, aunque inconsistente, papel protector del consumo de té contra el riesgo de cáncer de hígado. Si bien existe una cantidad considerable de investigación sobre este tema, el tamaño de muestra de la mayoría de los estudios es solo de cientos, y solo se ha realizado un ajuste adecuado para factores de confusión importantes como la infección por VHB/VHC en algunos de ellos. 

 

Frente a este panorama, un nuevo estudio se propuso abordar estas inconsistencias llevando adelante un diseño poblacional de casos y controles a gran escala (2011 casos incidentes de cáncer de hígado y 7933 controles) con un control exhaustivo de los factores de confusión.  

 

Para ello, se evaluaron los datos sociodemográficos, el historial de consumo de té y los marcadores séricos de las infecciones por el virus de la hepatitis B (VHB) y el virus de la hepatitis C (VHC). Se utilizó una regresión logística para examinar las asociaciones entre el consumo de té y las probabilidades de cáncer de hígado. Además, se evaluaron las interacciones potenciales entre el consumo de té y otros factores de riesgo importantes de cáncer de hígado.  

 

El consumo y la temperatura del té fueron factores claves para los resultados  

 

Los principales hallazgos revelaron asociación inversa significativa entre el consumo regular de té y el cáncer de hígado, impulsada en gran medida por el consumo de té verde. Se observaron relaciones inversas entre las personas que consumían una taza de té fresco al día, las que consumían entre 1 y 50 g de hojas de té al mes y las que volvían a preparar el té (lo rellenaban con agua) entre 1 y 2 veces al día.  

 

Sin embargo, los investigadores aclaran que “beber más de una taza de té al día, consumir más hojas de té o volver a preparar el té de la misma tetera más veces no confirió beneficios adicionales”. Además, las personas que bebieron té más concentrado no exhibieron una asociación inversa más fuerte en comparación con las que consumieron té de concentración más baja o media.  

 

“Encontramos que el consumo de té alguna vez se asoció con una disminución de aproximadamente el 20 % del riesgo de cáncer de hígado, pero no se observó una relación dosis-respuesta significativa”, destacan los autores.  

 

De acuerdo con este estudio, “las personas que declararon ser exbebedoras de té presentaron una mayor probabilidad de cáncer de hígado”. Además, reportan que “una disminución en el consumo de té a lo largo del tiempo también se asoció con una mayor probabilidad de cáncer de hígado”.  

 

“Estas asociaciones positivas podrían estar influenciadas por una causalidad inversa, ya que las personas con cáncer de hígado o sus enfermedades precursoras suelen experimentar síntomas como falta de apetito y malestar estomacal, lo que podría llevarlas a reducir su consumo de té con el tiempo”, explican los expertos.  

 

Los estudios incluidos sugieren que los compuestos activos en el té verde, como el EGCG, pueden inhibir la iniciación y el desarrollo del cáncer a través de mecanismos como la regulación de la proliferación y la apoptosis, la inhibición de la metástasis tumoral y la angiogénesis.  

 

Con respecto a la temperatura a la que se consume el té, comentan que “beber té caliente estaba inversamente asociado con el riesgo de cáncer de hígado, mientras que beber té frío o caliente/muy caliente no mostró asociación”.  

 

En resumen, se observó que el consumo regular y moderado de té mostró una asociación inversa con el riesgo de cáncer de hígado. En base a esto, los autores concluyen que “el consumo de té demostró una asociación preventiva con el cáncer de hígado que podría integrarse en programas integrales de prevención dirigidos a los principales factores de riesgo de cáncer de hígado, como la infección por VHB y el consumo de alcohol”.  

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