Se sabe que la obesidad, la hipertensión (presión arterial alta) y la inactividad física son factores de riesgo cardiovascular de demencia en la mediana edad, pero hasta ahora se sabe poco sobre los vínculos entre la salud del corazón y el cerebro mucho antes en la vida.
Los investigadores analizaron datos de más de 860 niños y jóvenes de entre siete y 17 años, incluidos escáneres cerebrales, niveles de actividad física, presión arterial e índice de masa corporal (IMC).
El nuevo artículo, publicado en la revista eBioMedicine, encontró un vínculo entre un mayor IMC, una presión arterial más alta y una menor actividad física en la adolescencia y la posterior estructura cerebral en la adultez temprana, un período en el que el cuerpo experimenta cambios significativos.
Los vínculos fueron particularmente evidentes en las regiones del cerebro que se sabe que se ven afectadas por la demencia en la vejez, lo que sugiere que los cambios en el estilo de vida a temprana edad pueden preparar el terreno para un deterioro posterior de la salud cerebral.
El autor principal del estudio, el Dr. Scott Chiesa (Instituto de Ciencias Cardiovasculares de la UCL), afirma que “la evidencia actual sugiere que hasta el 45 % de los casos de demencia podrían retrasarse o reducirse limitando la exposición a factores de riesgo comunes relacionados con el estilo de vida, como la obesidad, la inactividad física y la hipertensión arterial. Si bien se han realizado muchas investigaciones para comprender cómo estos factores de riesgo pueden afectar la estructura y el funcionamiento del cerebro en etapas posteriores de la vida, hasta la fecha se ha prestado muy poca atención al efecto que pueden tener potencialmente durante las primeras etapas del desarrollo de la vida”.
Holly Haines, autora principal del artículo de la Universidad de Oxford, comenta que "nuestra investigación muestra que la salud cardiovascular en las primeras etapas de la vida puede ser importante para la estructura de las regiones cerebrales que se sabe que se ven afectadas por la demencia en la vejez, mucho antes de lo que se creía anteriormente".
Los científicos descubrieron que los marcadores de una peor salud cardiovascular (como una presión arterial más alta en la infancia y un aumento más rápido del IMC durante la adolescencia) estaban asociados con diferencias en la estructura de un tipo de tejido cerebral llamado materia gris, incluidos su grosor y superficie
Estos hallazgos se dieron predominantemente en áreas del cerebro que se sabe que están involucradas en el pensamiento y la memoria. Ya se han demostrado vínculos similares entre la salud cardíaca y la salud cerebral en pacientes mayores con dificultades de memoria y demencia.
Los expertos explican que "la investigación podría ayudar a allanar el camino para identificar y mitigar los riesgos de demencia más temprano en la vida, pero se necesitan más investigaciones con un grupo más diverso de participantes para poder generalizar los hallazgos a una población más amplia".