Un pequeño porcentaje de pacientes que toman los populares medicamentos GLP-1 han experimentado problemas de visión, aunque no se ha establecido un vínculo causal directo con los medicamentos. Esa es la conclusión de un estudio retrospectivo publicado en línea el pasado 30 de enero.
Este artículo es uno entre varios, publicados el año pasado, que han documentado problemas de visión en pacientes que usan estos medicamentos. Concretamente, varios pacientes han presentado una afección médica llamada neuropatía óptica isquémica anterior no arterítica (NOIANA), una enfermedad no inflamatoria de los vasos sanguíneos pequeños en la porción anterior del nervio óptico. La afección ocurre cuando el suministro de sangre al nervio óptico es insuficiente, lo que daña el nervio y provoca una pérdida parcial repentina de la visión que, generalmente, es permanente.
El origen de este nuevo estudio se remonta al momento en que el autor principal, Bradley J. Katz, del Moran Eye Center (Utah), observó a un paciente que había experimentado una pérdida repentina e indolora de la visión después de comenzar el tratamiento con semaglutida. El paciente dejó de usar el medicamento brevemente, pero posteriormente experimentó el mismo efecto en el otro ojo cuando el internista le volvió a administrar el medicamento.
Este hecho llevó a Katz a publicar una pregunta en un servidor estadounidense de neurooftalmología para comprobar si sus colegas estaban observando casos similares en sus pacientes. En este punto, hay que recordar que la neurooftalmología fusiona los campos de la neurología y la oftalmología y, a menudo, se ocupa de enfermedades sistémicas complejas que se manifiestan en el sistema de la visión.
Katz recibió la retroalimentación de sus colegas neurooftalmólogos, de los que se extrayeron nueve casos que se encuentran en el estudio. "Estamos tratando de dilucidar si tomar estos medicamentos puede aumentar el riesgo", comenta la doctora Norah S. Lincoff, coautora del artículo y profesora de neurología en la Facultad de Medicina y Ciencias Biomédicas Jacobs de la Universidad de Buffalo.
El artículo informa que siete de los nueve pacientes analizados tuvieron una presentación similar a la NOIANA: uno tenía papilitis, que es una inflamación de la cabeza del nervio óptico, mientras que otro tenía una afección llamada maculopatía media aguda paracentral, que puede causar un punto ciego en la visión. Asimismo, algunos de los pacientes tenían síntomas atípicos. Por ejemplo, mientras que la NOIANA -es decir, neuropatía óptica isquémica anterior no arterítica- casi siempre se presenta solo en un ojo a la vez, algunos pacientes la presentaron en ambos ojos al mismo tiempo.
Los autores señalan que anteriormente se ha descubierto que otras clases de fármacos, incluidos los que tratan la disfunción eréctil y un fármaco antiarrítmico, causan NOIANA en algunos pacientes. De hecho, algunos de estos casos han dado lugar a cambios en las etiquetas de los medicamentos.
Si bien aún son raros los informes de pacientes que toman semaglutida o tirzepatida y tienen problemas de visión, los autores del estudio confiesan estar preocupados porque la demanda de estos medicamentos se está disparando. Un estudio de 2024 informó que el 12 % de la población estadounidense ha tomado alguna vez uno de estos medicamentos y que aproximadamente el 6 % de la población los está tomando actualmente.
A los pacientes analizados, todos de entre 50 y 60 años, se les recetaron estos medicamentos, en primer lugar, porque tienen diabetes u obesidad, así como otras comorbilidades cardiovasculares que, por sí solas, pueden causar retinopatía diabética, visión borrosa u otros problemas de visión.
"Entonces, ¿estos medicamentos aumentan el riesgo de un episodio de pérdida visual?", se pregunta Lincoff. En este punto, añade que una reducción rápida de los niveles de glucosa en sangre, que es el objetivo de estos medicamentos, puede poner a estos pacientes en mayor riesgo.
Asimismo, señala que es bien sabido que los pacientes diabéticos que no toman estos medicamentos pueden tener visión borrosa durante una o dos horas porque las fluctuaciones en el azúcar en la sangre pueden afectar la visión temporalmente.
"El mensaje para el paciente es que todavía estamos investigando si estos medicamentos los exponen a un mayor riesgo de daño isquémico al nervio óptico", añade la doctora Lincoff. Ahora bien, “el mensaje para el proveedor de atención primaria es que, si un paciente que toma uno de estos medicamentos lo llama y le dice que tiene visión borrosa o pérdida de visión, hay que pedirle que consulte a su oftalmólogo lo antes posible. No esperes. Tal vez sea una fluctuación en la glucosa o podría ser algo más grave”, advierte.
Además, agrega que, debido a que estos medicamentos brindan beneficios bien documentados, las personas no deberían decidir dejarlos al azar. En contra, si un paciente que toma estos medicamentos experimenta pérdida de la visión, debe llamar a su internista para determinar la posibilidad de ajustar la dosis o suspender el medicamento.
"Tenemos otras formas de controlar la diabetes y perder peso", recalca Lincoff antes de subrayar que "hay muchas opciones para los pacientes".