La Enfermedad Inflamatoria Intestinal, que comprende la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa, es una patología crónica de origen desconocido en la que se produce inflamación del tubo digestivo, presentando diversas presentaciones histológicas y clínicas. Los adultos mayores con esta patología a menudo sufren una presentación atípica en comparación con los adultos jóvenes, siendo a veces asintomáticos, lo que complica el diagnóstico oportuno.
Dentro de las causas se encuentran factores genéticos y ambientales, como el tabaquismo y los hábitos alimentarios.
Entre los hábitos de alimentación, se han estudiado diferentes patrones, principalmente dietas sin gluten y dietas bajas en FODMAP, sin embargo no se han llegado a encontrar evidencias claras de su efectividad.
Asímismo se han realizado estudios previos donde se ha evaluado el efecto de la nutrigenética en estos pacientes, lo cual proporcionaba información sobre la variabilidad genética a la hora de inducir la respuesta de un individuo a la nutrición según sus estados de salud y enfermedad, y también se ha estudiado la nutrigenómica, que mostraba los cambios en la expresión genética que se desarrollan debido a la interacción nutrición-gen.
Esto llevo a un grupo de investigaciones rumanos a realizar un trabajo de investigación en la que estudiaron el efecto de lo hábitos de alimentación en la Enfermedad Inflamatoria Intestinal.
Los investigadores llevaron a cabo un estudio observacional prospectivo en 60 pacientes con enfermedad inflamatoria intestinal, categorizados por edad, residencia y acceso a alimentos de buena calidad. Los pacientes se agruparon según grupos de edad ("jóvenes"-ancianos: 65-74 años y viejos-ancianos: 75-86 años), género, tipo de enfermedad inflamatoria intestinal, preferencia de dieta orgánica, Índice de Actividad Clínica Simple de Colitis e Índice de Harvey-Bradshaw en el momento del diagnóstico y después del cambio de dieta. Todos los pacientes fueron seguidos en el Instituto Clínico Fundeni en Bucarest, Rumania, y recibieron recomendaciones dietéticas personalizadas, de acuerdo con las pautas europeas.
En base a los resultados de este estudio, los investigadores señalan que “se puede concluir que los factores ambientales juegan un papel importante en los efectos nutricionales sobre la expresión génica”.
Asimismo, se observó que una dieta predominantemente orgánica tuvo un impacto positivo en la disminución del número de episodios de recaída, independientemente del tipo de enfermedad inflamatoria intestinal que padecieran.
De igual manera, se halló que las dietas ricas en lácteos y grasas saturadas, en su mayoría de fuentes no orgánicas, exacerbaron la inflamación y aumentaron la frecuencia de recaídas.
Los investigadores resaltan la importancia de un enfoque nutricional personalizado para mejorar los resultados en adultos mayores con enfermedad inflamatoria intestinal. Concretamente indican que “los ajustes en la dieta, como introducir más productos orgánicos y evitar el tabaquismo, reducirán en gran medida la frecuencia de episodios de recaída en este grupo de población”. Por lo tanto, abordar las disparidades en el acceso a la atención médica y enfatizar el diagnóstico temprano, en particular en entornos rurales, es crucial para un manejo eficaz y el cumplimiento del tratamiento.