Un nuevo estudio en un modelo animal proporciona evidencia directa del papel del nervio vago en la comunicación entre el microbioma intestinal y el cerebro, abordando una brecha crítica en el campo.
La investigación, dirigida por Kelly G. Jameson, demuestra una clara relación causal entre la microbiota intestinal y la actividad del nervio vago.
Aunque desde hace tiempo se ha creído que el nervio vago facilita la comunicación entre el microbioma intestinal (la comunidad de microorganismos que viven en los intestinos) y el cerebro, la evidencia directa de este proceso ha sido limitada.
Los investigadores observaron que los ratones criados sin ninguna bacteria intestinal, conocidos como ratones libres de gérmenes, exhibieron una actividad significativamente menor en su nervio vago en comparación con los ratones con un microbioma intestinal normal. En particular, cuando a estos ratones libres de gérmenes se les introdujo bacterias intestinales de ratones normales, su actividad del nervio vago aumentó a niveles normales.
En otros experimentos se introdujeron antibióticos en el intestino delgado de ratones normales, lo que provocó una disminución de la actividad vagal. En los ratones libres de gérmenes, los antibióticos no tuvieron ningún efecto sobre la actividad vagal. Sin embargo, cuando se eliminaron los antibióticos y se reemplazaron con fluidos intestinales de ratones normales, la actividad vagal se restableció. Esta restauración no se produjo con los fluidos de ratones libres de gérmenes, lo que pone de relieve el papel crucial del microbioma.
El estudio también identificó sustancias específicas producidas por el microbioma intestinal, como los ácidos grasos de cadena corta y los ácidos biliares, que podrían estimular la actividad vagal a través de receptores particulares. Estos metabolitos activaron diferentes grupos de neuronas en el nervio vago, cada uno con su propio patrón de respuesta único. Esta activación se extendió a las neuronas del tronco encefálico, lo que demuestra una vía clara para la comunicación entre el intestino y el cerebro.
La investigación indica que el microbioma intestinal regula ciertos metabolitos que activan el nervio vago, lo que permite la transmisión de señales quimiosensoriales desde el intestino hasta el cerebro, mejorando la comprensión del eje intestino-cerebro y abriendo nuevas posibilidades para explorar tratamientos para trastornos neurológicos y gastrointestinales.