Un nuevo estudio dirigido por investigadores de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) sugiere que el estrés crónico y una dieta poco saludable pueden trabajar juntos para impulsar el desarrollo temprano del cáncer de páncreas, arrojando luz sobre cómo los factores del estilo de vida contribuyen a una de las neoplasias malignas más mortales.
En modelos preclínicos, los investigadores identificaron un mecanismo molecular clave por el cual el estrés y la obesidad desencadenan cambios en las células pancreáticas que pueden conducir al cáncer. En concreto, se descubrió que los neurotransmisores relacionados con el estrés y las hormonas relacionadas con la obesidad activan una proteína llamada CREB, que está vinculada al crecimiento de las células cancerosas, a través de diferentes vías biológicas. Las hormonas del estrés activan la vía del receptor β-adrenérgico/PKA, mientras que las señales relacionadas con la obesidad utilizan principalmente la vía PKD. Esto sugiere que tanto el estrés como la obesidad pueden impulsar el crecimiento del cáncer de páncreas a través de mecanismos similares.
En experimentos con ratones, una dieta rica en grasas por sí sola provocó el desarrollo de lesiones pancreáticas precancerosas. Sin embargo, cuando los ratones también experimentaron estrés por aislamiento social, desarrollaron lesiones aún más avanzadas, según recoge la investigación.
El estudio también descubrió que el aislamiento social tuvo un mayor impacto en el desarrollo de cáncer en ratones hembra en comparación con ratones macho. Los investigadores plantean la hipótesis de que la respuesta biológica de las mujeres al estrés, posiblemente influenciada por el estrógeno y el aumento de la actividad del receptor β-adrenérgico, puede hacerlas más susceptibles a los riesgos de cáncer relacionados con el estrés.
Los hallazgos sugieren que las hormonas del estrés y las hormonas relacionadas con la obesidad activan vías clave que promueven el cáncer, lo que podría acelerar la aparición del cáncer de páncreas. Una posible solución, sugieren los investigadores, es explorar el uso de medicamentos existentes para reducir este riesgo. Dado que los receptores β-adrenérgicos desempeñan un papel crucial en el crecimiento del cáncer relacionado con el estrés, los betabloqueantes de uso común, que son medicamentos recetados para la presión arterial alta, podrían reutilizarse para ayudar a mitigar estos efectos.