Un nuevo estudio dirigido por investigadores de California, EEUU, ofrece nueva evidencia de que los cambios en la dieta pueden ayudar a reducir el crecimiento de células cancerosas en pacientes sometidos a vigilancia activa, un enfoque de tratamiento que implica el monitoreo regular del cáncer sin intervención inmediata.
Los hallazgos muestran que una dieta baja en ácidos grasos omega-6 y alta en ácidos grasos omega-3, combinada con suplementos de aceite de pescado, redujo significativamente la tasa de crecimiento de las células de cáncer de próstata en hombres con enfermedad en etapa temprana.
“Este es un paso importante hacia la comprensión de cómo la dieta puede influir potencialmente en los resultados del cáncer de próstata. Muchos hombres están interesados en realizar cambios en su estilo de vida, incluida la dieta, para ayudar a controlar el cáncer y prevenir la progresión de la enfermedad. Nuestros hallazgos sugieren que algo tan simple como ajustar la dieta podría potencialmente ralentizar el crecimiento del cáncer y extender el tiempo antes de que se necesiten intervenciones más agresivas”, explican los expertos.
Muchos hombres con cáncer de próstata de bajo riesgo optan por la vigilancia activa en lugar del tratamiento inmediato; sin embargo, en un plazo de cinco años, aproximadamente el 50 % de estos hombres necesitarán someterse a una terapia con cirugía o radiación. Por ello, los pacientes están ansiosos por encontrar formas de retrasar la necesidad de tratamiento, incluso mediante cambios en la dieta o suplementos.
Aún no se han establecido pautas dietéticas específicas en esta área. Si bien otros ensayos clínicos han analizado el aumento de la ingesta de vegetales y patrones de dieta saludables, ninguno ha encontrado un impacto significativo en la desaceleración de la progresión del cáncer.
Para determinar si la dieta o los suplementos pueden desempeñar un papel en el tratamiento del cáncer de próstata, el equipo llevó a cabo un ensayo clínico prospectivo, llamado CAPFISH-3, que incluyó a 100 hombres con riesgo bajo o intermedio favorable de cáncer de próstata que optaron por la vigilancia activa.
Los participantes fueron asignados aleatoriamente a continuar con su dieta normal o seguir una dieta baja en omega-6 y alta en omega-3, suplementada con aceite de pescado, durante un año.
Asimismo, recibieron asesoramiento dietético personalizado por parte de un dietista nutricionista. Se les indicó a los pacientes alternativas más saludables y bajas en grasas a los alimentos con alto contenido de grasas y calorías (como usar aceite de oliva o limón y vinagre para aliñar las ensaladas) y sobre cómo reducir el consumo de alimentos con mayor contenido de omega-6 (como patatas fritas, galletas, mayonesa y otros alimentos fritos o procesados).
También se les aconsejó que comieran pescado rico en ácidos grasos omega-3, como el salmón, y se les dieron cápsulas de aceite de pescado para obtener omega-3 adicionales. El objetivo era crear un equilibrio favorable en su ingesta de grasas omega-6 y omega-3 y hacer que los participantes se sintieran capacitados para controlar cómo cambian su comportamiento. El grupo de control no recibió ningún tipo de asesoramiento dietético ni tomó cápsulas de aceite de pescado.
Los investigadores rastrearon los cambios en un biomarcador llamado índice Ki-67, que indica qué tan rápido se multiplican las células cancerosas, un predictor clave de la progresión del cáncer, la metástasis y la supervivencia.
Se obtuvieron biopsias del mismo sitio al inicio del estudio y nuevamente después de un año, utilizando un dispositivo de fusión de imágenes que ayuda a rastrear y localizar los sitios de cáncer.
Los resultados mostraron que el grupo con una dieta baja en omega-6, rica en omega-3 y aceite de pescado tuvo una disminución del 15 % en el índice Ki-67, mientras que el grupo de control experimentó un aumento del 24 %.
“Esta diferencia significativa sugiere que los cambios en la dieta pueden ayudar a retardar el crecimiento del cáncer, retrasando o incluso previniendo potencialmente la necesidad de tratamientos más agresivos”, afirman.
Aunque los resultados son prometedores, los investigadores no encontraron diferencias en otros marcadores de crecimiento del cáncer, como el grado de Gleason, que se utilizan comúnmente para rastrear la progresión del cáncer de próstata.
Los expertos advierten que es necesario realizar más investigaciones para confirmar los beneficios a largo plazo de los ácidos grasos omega-3 y la reducción de los niveles de omega-6 en el tratamiento del cáncer de próstata.
Los hallazgos respaldan la realización de más ensayos de mayor tamaño para explorar el impacto a largo plazo de los cambios en la dieta sobre la progresión del cáncer, los resultados del tratamiento y las tasas de supervivencia en hombres sometidos a vigilancia activa.