La fibra dietética presente en frutas, verduras, legumbres y cereales integrales es uno de los componentes alimentarios más importantes para la salud humana. Favorece la digestión, el control del peso, el control de la glucemia, la salud cardiovascular, la prevención del cáncer y mucho más.
Sin embargo, aun falta mucho asesoramiento al consumidor sobre la mejor manera de utilizarlas para obtener estos diversos beneficios.
Frente a este panorama, un nuevo estudio publicado en Food Research International ,propone una clasificación de fibra más matizada basada en cinco características clave: estructura de la cadena principal, capacidad de retención de agua, carga estructural, matriz de fibra y tasa de fermentación.
“Así como distintos medicamentos tratan distintas enfermedades, también lo hacen distintos tipos de fibras. Por ejemplo, las manzanas y los plátanos son ricos en fibra dietética, pero la fibra en cada uno funciona de manera muy diferente”, explican.
Refieren que su investigación ayuda a comprender “qué tipo de fibra deberíamos consumir para combatir ciertas dolencias”.
Al comenzar con las características activas clave de la fibra, este "enfoque de abajo hacia arriba" describe con mayor precisión los impactos de cada fibra en la salud.
“Por ejemplo, supongamos que se desea promover la salud del colon. En ese caso, se identifican las propiedades de una fibra, según el enfoque ascendente, que se alinean con el resultado deseado: en este caso, la tasa de fermentación”, explican los expertos.
Mencionan que la aplicación de este marco puede garantizar a los consumidores, dietistas, médicos y tecnólogos de alimentos que están obteniendo el efecto de salud deseado, algo que antes era una “vaga cuestión de adivinanzas”.
El equipo de investigadores ha tomado 20 tipos diferentes de fibras y ha estudiado cómo interactúan específicamente con el microbioma del intestino.
“Hasta ahora, este tipo de interacciones específicas han sido poco estudiadas, pero con este marco como punto de partida, estamos a punto de lograr una comprensión mucho más útil y detallada”, afirman.
Señalan que ya existía un fuerte interés entre los dietistas, médicos y tecnólogos de alimentos y por supuesto, los consumidores– sobre cómo integrar mejor la fibra en las dietas.
“En los países estudiados, incluidos Europa y Estados Unidos, todas las poblaciones tenían deficiencia de fibra”. Considerando que la fibra es uno de los nutrientes más importantes, esto es extremadamente preocupante”.
Si bien la ingesta recomendada de fibra dietética es de 28 a 42 gramos por día, los estadounidenses en promedio consumen solo entre 12 y 14 gramos por día y los europeos entre 18 y 24 gramos por día.
La clasificación actual de las fibras dietéticas las agrupa en fibras solubles e insolubles, según se disuelvan o no en agua.
Las fibras insolubles rara vez fermentan en el intestino grueso y ayudan a mantenernos regulares. Por su parte, las fibras solubles se fermentan más fácilmente y pueden reducir el colesterol, la absorción de glucosa y el deseo de comer.
Sin embargo, no es todo tan taxativo ya que, por ejemplo, las fibras insolubles también pueden fermentar rápidamente y reducir la absorción de glucosa.
“A pesar de nuestra comprensión cada vez mayor de la importancia de los diferentes tipos de fibra para nutrir un bioma intestinal saludable, nuestras clasificaciones de fibra dietética siguen siendo simplistas entre categorías amplias de tipos solubles e insolubles”, afirma el investigador principal.
Según el artículo, esta clasificación binaria de solubles e insolubles “no capta suficientemente las diversas estructuras y los mecanismos complejos a través de los cuales las fibras dietéticas influyen en la fisiología humana”. Sostienen que su nuevo marco es un paso esencial para abordar esta brecha.
Utilizando su nueva clasificación, los investigadores planean explorar cómo un tipo específico de fibra afecta a las bacterias intestinales y cómo se puede aplicar esta información para mejorar la salud.