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La vitamina C podría ayudar a mejorar los niveles de lípidos en sangre de adolescentes

La vitamina C podría ayudar a mejorar los niveles de lípidos en sangre de adolescentes

Los niveles de vitamina C en sangre podrían influir en el colesterol HDL en adolescentes, abriendo la puerta a posibles estrategias para prevenir enfermedades cardiovasculares desde edades tempranas
Vitamina c y adolecentes
La vitamina C juega un papel crucial en el metabolismo de los lípidos y la salud cardiovascular.

La hiperlipidemia representa un importante problema de salud pública mundial, contribuyendo sustancialmente a las enfermedades cardiovasculares, que se encuentran entre las principales causas de mortalidad a nivel mundial.

 

Investigaciones indican que los niveles elevados de lípidos en sangre durante la adolescencia están estrechamente vinculados a un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, como la aterosclerosis en la edad adulta. 

 

La evidencia también sugiere una tendencia al alza de la hiperlipidemia entre las poblaciones más jóvenes. Las proyecciones indican que para 2035, la prevalencia de enfermedades cardiovasculares entre los adolescentes podría aumentar entre un 5 % y un 16 %. 

 

El papel de la vitamina C en la salud cardiovascular

 

La vitamina C es esencial para el metabolismo de los lípidos. Estudios han demostrado una correlación entre los niveles séricos de vitamina C (sVC) y el metabolismo de los lípidos. Además, los niveles de vitamina C tienden a disminuir durante la adolescencia, a diferencia del período pico entre los seis y los 11 años, y deben tomarse en la dieta o suplementarse. La deficiencia de vitamina C puede resultar en endotoxemia metabólica, lo que lleva a varias condiciones patológicas. 

 

Por otro lado, la disfunción metabólica afecta la absorción y el metabolismo de numerosos nutrientes, causando su conversión en almacenamiento de grasa dentro del tejido adiposo. Ante esto, la vitamina C inhibe la secreción de leptina, mejorando así el metabolismo de la glucosa y los lípidos en las células grasas. 

 

Pese al vínculo establecido entre la vitamina C y los lípidos en la sangre, esta relación no se ha estudiado ampliamente en la población general, particularmente entre niños y adolescentes. Existe poca evidencia sobre el impacto de la suplementación con vitamina C en los niveles de lípidos en sangre. Por lo tanto, se necesita más investigación para determinar si la suplementación con vitamina C puede ayudar a reducir los niveles de lípidos en sangre en adolescentes. 

 

Aprovechando esta brecha, un nuevo estudio buscó investigar la relación entre las concentraciones séricas de vitamina C (sVC) y los lípidos en sangre en 4.965 participantes adolescentes (12 a 19 años), en lugar de los efectos de la suplementación.

 

Niveles séricos de vitamina C y su efecto sobre la lipidemia 

 

El análisis reveló una correlación positiva entre la sVC y el colesterol HDL, pero no correlaciones significativas con el colesterol total, el colesterol LDL ni los triglicéridos. 

 

Los expertos comentan que los adolescentes a menudo exhiben hábitos alimentarios que se caracterizan por un bajo consumo de frutas y verduras, que son fuentes primarias de vitamina C. “Esto es consistente con los hallazgos previos, que indican que muchos adolescentes no cumplen con los niveles de ingesta recomendados para micronutrientes clave, incluida la vitamina C”, explican. 

 

“Dado que la vitamina C juega un papel crucial en el metabolismo de los lípidos y la salud cardiovascular, la ingesta insuficiente durante la adolescencia puede contribuir a trastornos metabólicos tempranos, incluida la hiperlipidemia. Nuestro análisis respalda esto, ya que observamos una asociación entre los niveles séricos de vitamina C y el colesterol HDL en esta población”, destacan los autores. 

 

En el nuevo estudio, se observó un efecto umbral en adolescentes de 12 a 15 años, mientras que se encontró una asociación lineal sustancial en aquellos de 16 a 19 años. “El rápido crecimiento y los cambios hormonales durante la pubertad, particularmente alrededor de los 12 años para las niñas y los 14 años para los niños, podrían explicar el efecto umbral observado en el grupo de menor edad. Las fluctuaciones hormonales durante este período influyen en el metabolismo lipídico, lo que podría explicar los patrones observados”, justifican. 

 

Diferencias entre géneros

 

También se destacó un efecto umbral entre la sVC y el HDL tanto en hombres como en mujeres. Sin embargo, advierten que más allá del punto de inflexión, no se observó una asociación significativa en los hombres. Según los investigadores, “esto podría deberse a la mayor susceptibilidad de los hombres a las enfermedades cardiovasculares y a las diferencias en los niveles de HDL entre ambos sexos”. 

 

“Factores hormonales podrían conducir a niveles iniciales más altos de HDL en las mujeres, lo que les confiere un efecto protector contra las enfermedades cardiovasculares, lo que podría explicar las diferencias observadas entre sexos”, sugieren. 

 

La vitamina C influye en los niveles de colesterol a través de la enzima limitante de la velocidad 7-alfa-hidroxilasa y ayuda a proteger a los adipocitos del estrés del retículo endoplasmático. A pesar de ello, no se encontró ninguna correlación significativa entre sVC y LDL y triglicéridos, “posiblemente porque el tamaño de la muestra de LDL-C y triglicéridos es mucho menor que el de HDL”. Sin embargo, se necesitan más ensayos controlados aleatorios para confirmar esta hipótesis.

 

En resumen, este estudio respalda una asociación entre los niveles de séricos de vitamina C y el colesterol HDL en adolescentes, con una correlación positiva entre ambos. Esta relación se mantuvo constante en varios subgrupos. De esta manera, una mayor ingesta/estado de vitamina C puede estar vinculado con un HDL más alto en adolescentes. 

 

Los investigadores concluyen su trabajo sugiriendo que “se requieren más investigaciones para explorar los mecanismos causales y las posibles aplicaciones terapéuticas de la vitamina C en el manejo de la hiperlipidemia en adolescentes”. 

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