La depresión es un trastorno del estado de ánimo multifactorial que se caracteriza por alteraciones emocionales persistentes e impactos sustanciales en la salud. En 2008, la Organización Mundial de la Salud identificó el trastorno depresivo mayor como el tercer contribuyente principal a la carga mundial de enfermedad, proyectando que se convertirá en la principal causa para 2030, lo que destaca la necesidad urgente de estrategias efectivas de prevención y tratamiento.
Aunque los medicamentos antidepresivos existentes han demostrado cierta eficacia, su aplicación generalizada está limitada por los efectos secundarios y la variabilidad individual significativa en la respuesta al tratamiento. Por lo tanto, explorar nuevas estrategias para la prevención y el tratamiento de la depresión, particularmente a través de enfoques no farmacológicos como las intervenciones dietéticas, es de gran importancia científica y clínica.
Cada vez hay más pruebas que sugieren que los nutrientes dietéticos y los productos naturales pueden aliviar la depresión a través de diversos mecanismos biológicos. El licopeno, un potente antioxidante natural, está abundantemente presente en frutas y verduras rojas, como tomates, sandías y pomelos rojos. Sus importantes propiedades antiinflamatorias y antioxidantes se han documentado ampliamente en estudios sobre diversas enfermedades.
Dado el papel del estrés oxidativo y la inflamación en la fisiopatología de la depresión, las propiedades biológicas únicas del licopeno lo convierten en un candidato prometedor para abordar la depresión. El papel potencial de este en la depresión sigue sin explorarse, con evidencia epidemiológica y estudios limitados sobre su asociación con el riesgo de depresión .
Es por ello que, para abordar este vacío de conocimiento, un grupo de investigadores busco evaluar la asociación entre la ingesta dietética de licopeno y el riesgo de depresión en 18.664 adultos. La depresión se definió mediante una puntuación ≥ 10 en el Cuestionario de Salud del Paciente (PHQ-9) de nueve ítems y la ingesta dietética de licopeno se estimó a partir de la media de dos recordatorios dietéticos de 24 horas.
Luego del análisis, observaron que el 8,9% de los participantes fueron diagnosticados con depresión. Asimismo, señalan que más de la mitad (55 %) de aquellos con depresión tuvieron una ingesta dietética de licopeno por debajo de la ingesta media de todos los participantes, mientras que, en el grupo sin depresión, la proporción exhibió una ingesta dietética de licopeno distribuida de manera más uniforme.
“Un análisis más detallado reveló que la ingesta dietética mediana de licopeno entre los participantes sin depresión fue de 2541 μg/d, mientras que la ingesta dietética mediana para adultos con depresión fue de 2099 μg/d”, exponen los autores.
Los resultados dejaron ver que los adultos con depresión tenían más probabilidades de ser mujeres, de entre 45 y 64 años, tener un nivel educativo bajo, ser viudos, divorciados o separados. También eran más propensos a ser obesos, fumadores actuales, físicamente inactivos, tener diabetes y reportar una ingesta dietética más baja de licopeno.
“Una mayor ingesta de licopeno en la dieta estuvo significativamente asociada con un menor riesgo de depresión, y un aumento adicional en la ingesta de licopeno en la dieta se vinculó con una disminución adicional del riesgo”, resaltan.
Los investigadores describen una tendencia no lineal significativa, es decir, dentro del rango de ingesta de 0 a 10.072 μg/día: una mayor ingesta dietética de licopeno se asoció con un riesgo progresivamente menor de depresión. Sin embargo, más allá de este umbral, mayores aumentos en la ingesta revierten el efecto beneficioso de reducir el riesgo de depresión.
Según el nuevo estudio, esta inversión del efecto puede deberse a la sobresaturación de la actividad antioxidante. El licopeno, un antioxidante altamente eficaz, funciona principalmente para aliviar el estrés oxidativo neutralizando los radicales libres. Sin embargo, a medida que aumenta la cantidad de ingesta dietética de licopeno, el sistema antioxidante alcanza un estado de saturación, lo que hace que cualquier licopeno adicional sea ineficaz para aumentar aún más los efectos antioxidantes y, en consecuencia, disminuye sus beneficios generales.
La fisiopatología de la depresión está estrechamente relacionada con la inflamación, y se reconoce a la neuroinflamación como un factor contribuyente clave. Se ha demostrado sistemáticamente niveles elevados de marcadores inflamatorios, como las interleucinas y la proteína C reactiva, en pacientes con depresión, lo que subraya el papel de la inflamación en su desarrollo. Es por ello, que los expertos mencionan que “los posibles efectos antidepresivos del licopeno pueden deberse, en parte, a su capacidad para suprimir la neuroinflamación”. Estudios en animales han demostrado que el licopeno reduce eficazmente los niveles de citocinas proinflamatorias y alivia las respuestas neuroinflamatorias.
La depresión también está vinculada con el estrés oxidativo, que surge de un desequilibrio entre la producción de especies reactivas de oxígeno y las defensas antioxidantes. El cerebro, debido a su alto consumo de oxígeno, su composición rica en lípidos y sus defensas antioxidantes relativamente débiles, es particularmente vulnerable al estrés oxidativo, lo que resulta en daño neuronal estructural y funcional. El articulo comenta que se ha demostrado que “el licopeno atenúa el estrés oxidativo y el estrés del retículo endoplasmático al reducir los marcadores oxidativos e inhibir la activación de la vía de señalización de la quinasa del retículo endoplasmático similar a la proteína quinasa”.
De esta manera, el licopeno ejerce sus efectos beneficiosos sobre la depresión a través de su doble función en la modulación de la inflamación y el estrés oxidativo, lo que “respalda su potencial como estrategia dietética para la prevención y el manejo de la depresión”.
En conclusión, los hallazgos de este estudio destacan el licopeno como una intervención dietética prometedora que merece ser integrada en las estrategias de salud pública. “Promover un mayor consumo de licopeno puede constituir un enfoque innovador para la prevención y el manejo de la depresión, contribuyendo así a la mejora de los resultados en salud mental de la población”, resaltan.
A pesar de sus limitaciones, se trata de resultados que reportan por primera vez una asociación independiente entre la ingesta dietética de licopeno y el riesgo de depresión, proporcionando un rango de ingesta específico (0-10,072 μg/día).
“Estos resultados brindan respaldo teórico para promover patrones dietéticos beneficiosos para la salud mental. Sin embargo, se requieren más estudios prospectivos a gran escala para explorar el papel del licopeno en la depresión”, concluyen.