Numerosos estudios han indicado que la desnutrición en la vida temprana está estrechamente relacionada con la aparición de varias enfermedades en la edad adulta, incluidas las enfermedades cardiovasculares, la diabetes, la obesidad y otras enfermedades metabólicas. La exposición a la desnutrición en los primeros años de vida no solo afecta el peso corporal y la tasa de crecimiento, sino que también aumenta el riesgo de síndrome metabólico en la edad adulta al afectar la sensibilidad a la insulina y el metabolismo lipídico.
Los posibles mecanismos pueden incluir afectar la expresión de factores inflamatorios en el cuerpo, la composición de las membranas celulares, las vías anabólicas lipídicas y la composición de la microbiota intestinal, lo que puede conducir a trastornos del metabolismo lipídico en las personas. Entre estos factores, el desequilibrio entre el colesterol unido a lipoproteínas de alta densidad (cHDL) y los triglicéridos (TG) se considera ampliamente un factor de riesgo crítico para la aterosclerosis, afectando la salud cardiovascular.
El Índice aterogénico del plasma (AIP) se considera un indicador significativo del metabolismo lipídico y la salud arterial y se usa ampliamente para evaluar el riesgo de enfermedades cardiovasculares. El AIP se calcula a partir de la relación transformada en logaritmo de TG (mg/dl) y HDL-C (mg/dl) en plasma. Aunque los marcadores lipídicos individuales también pueden reflejar los niveles de lípidos en el cuerpo, la utilización del AIP para calcular una combinación de TG y HDL-C proporciona una mejor predicción de la incidencia de enfermedades cardiovasculares. Por lo tanto, el AIP puede reconocer el riesgo de aterosclerosis y enfermedades cardiovasculares relacionadas en una etapa temprana, incluso antes de que el paciente muestre síntomas obvios. Los valores más altos de AIP suelen indicar un mayor riesgo cardiovascular.
Aunque investigaciones anteriores han estudiado la asociación entre la desnutrición en la vida temprana y el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, la relación específica entre la desnutrición en la vida temprana y el AIP elevado en la edad adulta sigue sin explorarse adecuadamente. Es por ello que un reciente estudio investigó el posible impacto de la exposición temprana a la desnutrición en un aumento de la AIP en la edad adulta.
La hipótesis de la cual partieron los autores era que las personas expuestas a desnutrición temprana presentarán niveles elevados de AIP en la edad adulta. En consecuencia, proveen que el AIP desempeñe un papel fundamental en la predicción temprana de enfermedades relacionadas con el metabolismo en poblaciones con antecedentes de desnutrición temprana.
Para comprobar esta hipótesis, seleccionaron 2864 participantes de la encuesta nacional de referencia de 2011 del Estudio Longitudinal de Salud y Jubilación de China. Todos ellos se clasificaron en grupos de exposición preescolar, exposición infantil, exposición fetal y no exposición según su fecha de nacimiento. Se utilizaron modelos de regresión logística para investigar la asociación entre la exposición a la desnutrición en la infancia y un AIP elevado en la edad adulta.
Cabe destacar que, dadas las limitaciones éticas, los investigadores no pudieron realizar experimentos de población directamente. De esta manera, tomaron como antecedente histórico la Gran Hambruna China (1959-1961) ya que funciona como experimento natural adecuado para explorar la influencia de la exposición temprana a la desnutrición.
Los resultados del análisis revelaron que las personas expuestas a la desnutrición durante el período fetal presentan un riesgo significativamente mayor de presentar un Índice aterogénico del plasma (PAI) elevado en la edad adulta, en comparación con quienes no la experimentaron. Este riesgo fue particularmente pronunciado en la población femenina y en las zonas rurales. “La correlación entre la desnutrición temprana y el PAI sugiere que el PAI puede utilizarse como un indicador temprano observable con el potencial de reflejar el impacto metabólico a largo plazo de la desnutrición temprana”, explican los autores.
Los hallazgos podrían explicarse por la teoría de los orígenes del desarrollo de la salud y la enfermedad. Según esta teoría y como explican los investigadores, “las exposiciones nutricionales y ambientales durante el embarazo pueden aumentar el riesgo de enfermedades crónicas en la edad adulta para el feto”. El período de crecimiento intrauterino es extremadamente importante para la salud de por vida debido al rápido crecimiento y desarrollo de los tejidos, órganos y sistemas fetales.
“El sólido vínculo entre la privación nutricional temprana y el riesgo aterogénico posterior subraya la ventana crítica de vulnerabilidad durante el desarrollo fetal, donde las injurias nutricionales pueden alterar permanentemente las trayectorias metabólicas”. “Las intervenciones nutricionales durante los períodos críticos del desarrollo podrían alterar potencialmente la transmisión intergeneracional del riesgo metabólico, ofreciendo una estrategia rentable para reducir la creciente carga mundial de enfermedades cardiovasculares”, enfatizan los expertos.
Además, aclaran que cualquier interferencia durante estos periodos críticos debido a deficiencias nutricionales no solo interrumpirá o retrasará el proceso de crecimiento, sino que también puede manifestarse como anormalidades metabólicas en la salud adulta, que pueden estar vinculadas al papel de las citocinas.
Las áreas rurales resultaron las más afectadas ya que durante el período histórico analizado en el actual estudio fueron las que sufrieron más la hambruna como resultado de la escasez de disponibilidad de alimentos y las limitaciones en la migración urbana-rural. Por lo tanto, teniendo en cuenta este antecedente, los autores recomiendan que al brindar orientación en salud y estrategias de intervención para poblaciones que crecen en un contexto similar, se deben destacar las áreas rurales más afectadas.
“Las implicaciones para la salud pública de estos hallazgos son profundas, lo que sugiere que las inversiones en programas de nutrición maternoinfantil pueden producir dividendos sustanciales a largo plazo en la prevención de enfermedades crónicas”, destacan.
Desde una perspectiva clínica, la identificación del PAI como un posible marcador temprano de disfunción metabólica “ofrece una herramienta práctica para la estratificación del riesgo en poblaciones con antecedentes de desnutrición”.
Los expertos mencionan que “la integración de la medición del PAI en los exámenes de salud rutinarios podría permitir la identificación oportuna de personas de alto riesgo, lo que permitiría intervenciones específicas en el estilo de vida o el tratamiento médico antes de que se desarrolle una enfermedad cardiovascular manifiesta”.
“Este enfoque sería particularmente valioso en entornos con recursos limitados donde las capacidades de diagnóstico avanzado pueden ser escasas. De esta forma, el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares en la edad adulta podría controlarse gradualmente mediante prevención e intervención temprana”, agregan.
Sintetizando, la nueva investigación descubrió que la exposición a la desnutrición durante el período fetal se asocia con un mayor riesgo de presentar un PAI elevado en la edad adulta, especialmente en la población femenina y en zonas rurales. Por lo tanto, es crucial priorizar la salud de las personas que han experimentado desnutrición en sus primeros años.
“Se deben implementar intervenciones nutricionales tempranas, y el PAI puede servir como un biomarcador práctico que refleje el impacto de la desnutrición en la disfunción metabólica en la etapa temprana”, concluyen.