La exposición a anuncios de comida basura provoca que los niños y adolescentes consuman significativamente más calorías a lo largo del día, independientemente del tipo de publicidad en los medios, según ha concluido un ensayo presentado en el Congreso Europeo de Obesidad de este año.
El estudio revela que los niños y adolescentes de 7 a 15 años expuestos a tan solo 5 minutos de anuncios de alimentos con alto contenido en grasas saturadas, azúcar y/o sal (HFSS, por sus siglas en inglés) consumían una media de 130 kcal adicionales al día, lo que equivale a las calorías de dos rebanadas de pan.
Esta oportuna investigación se presenta en un momento en que muchos países de Europa y del mundo están considerando la posibilidad de implementar medidas restrictivas contra la publicidad de alimentos poco saludables para combatir el aumento de la obesidad infantil.
“Nuestros hallazgos ofrecen información crucial y novedosa sobre el alcance, la naturaleza y el impacto de la publicidad de alimentos poco saludables a través de diferentes medios de comunicación en el comportamiento alimentario de los jóvenes”, afirma la profesora y autora principal del estudio, Emma Boyland. “Incluso una exposición breve a la publicidad de alimentos ricos en grasas, sal y azúcar, puede impulsar un consumo excesivo de calorías y, potencialmente, un aumento de peso, especialmente en jóvenes que son más susceptibles a la publicidad y cuyos patrones de alimentación influyen en su salud a lo largo de la vida”.
Las causas de la obesidad son complejas y están influenciadas por numerosos factores. Si bien la investigación ha destacado las conexiones entre la publicidad de alimentos con alto contenido en grasas, azúcares y azúcares (HFSS) en medios audiovisuales y el consumo inmediato y posterior de los niños, se sabe poco sobre el impacto de otros medios, como los anuncios de marca (es decir, anuncios que solo presentan elementos de marca como logotipos, pero no productos alimenticios ni bebidas) o los anuncios de audio (p. ej., podcasts, radio), en la configuración de los patrones alimentarios.
Tampoco está claro si los efectos de la publicidad alimentaria difieren según las características sociodemográficas de cada individuo y, por lo tanto, cómo puede contribuir a las desigualdades en salud.
Para profundizar en este tema, los investigadores realizaron un ensayo cruzado aleatorio para cuantificar el impacto de la exposición a anuncios de alimentos HFSS (en comparación con otros no alimentarios) en la ingesta inmediata y posterior de los niños, y para evaluar si este se vio moderado por el contenido del anuncio (solo de marca o de producto), el tipo de medio (como televisión, redes sociales, podcast, vallas publicitarias,… ) o las características sociodemográficas.
En total, participaron en el estudio 240 voluntarios de entre 7 y 15 años de escuelas de Reino Unido. En dos ocasiones diferentes, los participantes fueron expuestos a 5 minutos de anuncios de alimentos HFSS y, posteriormente, a anuncios no alimentarios, ya fueran de marca o de producto, a través de uno de los cuatro medios.
Los investigadores midieron la ingesta a libre demanda posterior de refrigerios y almuerzos de los niños, junto con su altura y peso, para calcular el índice de masa corporal (IMC). Asimismo, se utilizaron los códigos postales de los hogares para calcular el nivel socioeconómico.
El análisis reveló que, tras la exposición a anuncios de alimentos con alto contenido de grasas, azúcares y azúcares (HFSS), los niños consumieron más refrigerios (+58,4 kcal), más almuerzos (+72,5 kcal) y más alimentos en general (refrigerios y almuerzos combinados (+130,90 kcal) que tras la exposición a anuncios no alimentarios.
Curiosamente, el contenido publicitario no moderó este efecto, de modo que los anuncios de marca fueron tan eficaces como los anuncios de producto para aumentar la ingesta.
Si bien ni el tipo de medio (es decir, audiovisual, visual, auditivo, imagen estática) ni el nivel socioeconómico moderaron la ingesta de alimentos de los niños, los investigadores descubrieron que por cada unidad estandarizada de aumento en la puntuación del IMC (zIMC, ajustado a la edad y el sexo del niño), los niños consumían 17 kcal adicionales en total.
En este marco, Boyland explica lo siguiente: “Nuestros resultados muestran que la publicidad de alimentos poco saludables provoca aumentos sostenidos de la ingesta calórica en los jóvenes, a un nivel suficiente como para impulsar el aumento de peso con el tiempo. Este estudio es el primero en demostrar que los anuncios de marca de alimentos, para los cuales actualmente no existe una política publicitaria restrictiva a nivel mundial, aumentan la ingesta de alimentos de los niños. Este nuevo conocimiento ayudará a diseñar políticas urgentes de publicidad restrictiva de alimentos que puedan proteger la salud infantil”.