Los pacientes con cáncer de colon que consumieron una dieta antiinflamatoria durante un ensayo clínico de fase 3 mostraron una mayor supervivencia general después del tratamiento en comparación con quienes siguieron una dieta proinflamatoria, concluye un análisis del Instituto de Cáncer Dana-Farber.
“Una de las preguntas más frecuentes de los pacientes es qué deben hacer después del tratamiento para reducir al máximo el riesgo de recurrencia del cáncer y mejorar la supervivencia”, afirma la Dra. Sara Char, primera autora e investigadora clínica en Hematología y Oncología del Instituto de Cáncer Dana-Farber. “Estos hallazgos refuerzan la literatura publicada sobre la importancia de los patrones dietéticos y la actividad física en la evolución de los pacientes con cáncer colorrectal”, añade. A este respecto, cabe destacar que el análisis también evidencia que una mayor actividad física puede amplificar el efecto positivo en la supervivencia.
El cáncer colorrectal es el tercer cáncer más diagnosticado a nivel mundial y la segunda causa principal de muerte por cáncer. La mediana de supervivencia a 5 años para pacientes con cáncer de colon en estadio III es de alrededor del 80 %, aunque entre el 25 % y el 35 % de los pacientes experimentan una recurrencia del cáncer durante ese período.
“Este estudio aporta evidencia adicional de que la dieta puede ser importante para mejorar los resultados y la supervivencia en pacientes con cáncer de colon en estadio III”, afirma la coautora del estudio Kimmie Ng. “Se necesitan más estudios para adaptar las recomendaciones dietéticas específicas a los pacientes con cáncer de colon y para comprender los mecanismos biológicos que subyacen a la relación entre las dietas proinflamatorias y la supervivencia”, afirma la investigadora.
El ensayo CALGB/SWOG 80702 (Alliance) se inició en 2010 con el objetivo de reducir el riesgo de recurrencia del cáncer en pacientes con cáncer de colon en estadio III. Los pacientes del ensayo fueron tratados con cirugía y 3 o 6 meses de quimioterapia, con o sin celecoxib, un fármaco antiinflamatorio. También tuvieron la opción de completar cuestionarios sobre dieta y estilo de vida. De los 2526 pacientes inscritos en el ensayo, 1625 cumplieron los requisitos para participar en este estudio tras completar cuestionarios sobre frecuencia alimentaria y actividad física.
Utilizando las respuestas a cuestionarios de frecuencia alimentaria, Char y sus colegas calcularon una puntuación del patrón inflamatorio dietético empírico (EDIP, por sus siglas en inglés), una herramienta validada para estimar el grado de inflamación de una dieta determinada para cada paciente. Hay que recordar que una dieta proinflamatoria incluye mayores cantidades de carne roja, carnes procesadas, cereales refinados y bebidas azucaradas, mientras que una dieta antiinflamatoria suele incluir café, té y diversas verduras, incluidas las de hoja verde. “Una dieta proinflamatoria se enriquecería con estos grupos de alimentos proinflamatorios, mientras que una dieta menos inflamatoria podría enriquecerse con más grupos de alimentos antiinflamatorios”, afirma Char.
Los investigadores clasificaron las dietas desde la más proinflamatoria hasta la menos proinflamatoria y evaluaron los resultados de supervivencia general tras realizar un seguimiento de los pacientes durante muchos años. Descubrieron que los pacientes con las dietas más proinflamatorias (en el 20 % superior de la clasificación) tenían un riesgo de muerte un 87 % mayor que aquellos con las dietas menos proinflamatorias (en el 20 % inferior).
Por otra parte, investigaciones previas han demostrado que la inflamación sistémica puede aumentar el riesgo de desarrollo y progresión del cáncer de colon. Además, ensayos clínicos aleatorizados han demostrado que el uso de medicamentos antiinflamatorios puede reducir el riesgo de recurrencia del cáncer en pacientes seleccionados con cáncer de colon en estadio III. Este estudio, por tanto, se suma a la investigación que sugiere que la dieta también puede influir en los resultados del cáncer después del tratamiento.
Este ensayo clínico también recopiló información sobre la actividad física, evaluando la intensidad semanal promedio de la misma. Los pacientes considerados con un nivel alto de actividad física reportaron el equivalente a caminar regularmente a un ritmo de 3 a 5 kilómetros por hora durante una hora, aproximadamente tres veces por semana o más.
En el estudio, los pacientes que consumían dietas más antiinflamatorias y realizaban niveles más altos de actividad física obtuvieron los mejores resultados de supervivencia general, con un 63 % menos de riesgo de muerte en comparación con los pacientes que consumían dietas más proinflamatorias y realizaban niveles más bajos de actividad física.
Dado que los pacientes del ensayo fueron aleatorizados para recibir quimioterapia con o sin celecoxib, un fármaco antiinflamatorio, Char y sus colegas investigaron la influencia del uso de celecoxib en su análisis. Así, descubrieron que el uso de celecoxib no tuvo una influencia significativa en la relación entre la dieta y la supervivencia.
Finalmente, los investigadores de Dana-Farber señalan que planean realizar estudios más detallados sobre los efectos biológicos de la dieta y el estilo de vida en los resultados del cáncer de colon, incluyendo a pacientes con cáncer de colon metastásico y a aquellos diagnosticados a edades más tempranas, menores de 50 años.