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Los psicodélicos y el cannabis ofrecen esperanza de tratamiento para personas con trastornos alimentarios

Los psicodélicos y el cannabis ofrecen esperanza de tratamiento para personas con trastornos alimentarios

Una nueva investigación se ha centrado en cómo las personas con diferentes tipos de trastornos alimentarios utilizan medicamentos con y sin receta, y cómo perciben los efectos de estas sustancias en su salud mental y los síntomas de los trastornos alimentarios
Trastornos alimentarios
Los encuestados fueron predominantemente mujeres (94 %).

Una encuesta internacional pionera, realizada a personas con trastornos alimentarios, ha revelado que el cannabis y las drogas psicodélicas, como los hongos alucinógenos o el LSD, son los mejor valorados como analgésicos para los síntomas entre los encuestados que se habían automedicado con fármacos no recetados. Sin embargo, las drogas peor valoradas fueron el alcohol, el tabaco, la nicotina y la cocaína.

 

Los fármacos con receta, como los antidepresivos, generalmente no recibieron una buena calificación para tratar los síntomas de los trastornos alimentarios, pero sí obtuvieron una calificación positiva por sus efectos sobre la salud mental general.

 

La investigación ha estado dirigida por la estudiante de doctorado Sarah-Catherine Rodan, de la Iniciativa Lambert para la Terapia con Cannabinoides de la Universidad de Sídney. “Nuestros resultados aportan información importante sobre las experiencias vividas por las personas con trastornos alimentarios y su consumo de drogas, lo que señala vías prometedoras para futuras investigaciones sobre tratamientos”, explica la doctoranda.

 

Ahora bien, “los hallazgos sugieren que se deben realizar más investigaciones, incluyendo ensayos clínicos a gran escala, sobre los efectos beneficiosos del cannabis y los psicodélicos para las personas con trastornos alimentarios”, añade.

 

Cabe mencionar que los investigadores de la Iniciativa Lambert lanzarán próximamente un ensayo clínico de psilocibina en el tratamiento de la anorexia nerviosa en colaboración con el Instituto Inside Out de la Universidad de Sydney.

 

Encuesta a personas con trastornos alimentarios

 

El estudio analizó las respuestas de más de 7.600 participantes autoasignados en 83 países, lo que la convierte en la encuesta más completa jamás realizada sobre este tema. La investigación se centró en cómo las personas con diferentes tipos de trastornos alimentarios utilizan medicamentos con y sin receta, y cómo perciben los efectos de estas sustancias en su salud mental y los síntomas de los trastornos alimentarios.

 

Las principales categorías de trastornos de la conducta alimentaria estuvieron bien representadas en la encuesta: anorexia nerviosa (40%); bulimia nerviosa (19%); trastorno por atracón (11%); y trastorno por evitación/restricción de la ingesta de alimentos (TAR) (9%). Aproximadamente un tercio de los encuestados no tenía un diagnóstico formal de trastorno de la conducta alimentaria, pero autodeclararon padecer un trastorno que les causaba angustia.

 

Se reportaron con frecuencia trastornos de salud mental comórbidos, comunes en estas poblaciones, como depresión (65 %), trastorno de ansiedad generalizada (55 %), TDAH (33 %), drogodependencia (15 %) y alcoholismo (9 %).

 

Los encuestados fueron predominantemente mujeres (94 %), la mayoría de países de habla inglesa, como Australia (30 %), el Reino Unido (21,3 %) y Estados Unidos (18 %).

 

Los psicodélicos y el cannabis en el tratamiento para personas con trastornos alimentarios

 

Los resultados revelaron que los pacientes con trastornos alimentarios tienen tasas altas de consumo de cannabis y psicodélicos en relación con la población general y califican sus efectos de manera positiva en términos de manejo de los síntomas. Cabe destacar que el cannabis recibió una alta valoración entre los encuestados con trastornos alimentarios restrictivos, como la anorexia y el trastorno de alimentación selectiva (ARFID), probablemente porque realza el valor gratificante de la comida, abordando un problema central en estos trastornos alimentarios.

 

Por el contrario, los estimulantes recetados, como la lisdexanfetamina, que tienen fuertes efectos supresores del apetito y a veces se recetan para el trastorno por atracón (TA), fueron valorados positivamente por las personas con TA, pero negativamente por quienes padecían trastornos restrictivos.

 

Se informó que los psicodélicos, que los encuestados suelen consumir solo una o dos veces al año, tienen notables beneficios duraderos, lo que respalda investigaciones recientes que demuestran su potencial terapéutico en el tratamiento de afecciones como la depresión y la ansiedad. Por el contrario, los medicamentos de prescripción frecuente, como los antidepresivos, que suelen tomarse a diario, se calificaron generalmente como relativamente ineficaces para reducir los síntomas del trastorno por atracón, pero se reconoció ampliamente que contribuyen a mejorar la salud mental en general.

 

La encuesta también reveló que drogas como el alcohol, la nicotina y la cocaína, aunque su consumo es bastante común, tuvieron consecuencias negativas para los síntomas de los trastornos alimentarios y la salud mental en general.

 

Rodan afirma lo siguiente: “Estos hallazgos ponen de manifiesto un patrón importante: los medicamentos tradicionales a menudo resultan insuficientes para tratar directamente los trastornos alimentarios, mientras que muchas personas se automedican con sustancias que perciben como beneficiosas. Esto subraya la urgente necesidad de investigar mejor estas sustancias en ensayos clínicos rigurosamente controlados”.

 

El profesor Iain McGregor, autor principal de este artículo y director académico de la Iniciativa Lambert, exclama que “esta investigación sugiere que el cannabis y los psicodélicos son muy prometedores para mejorar la calidad de vida de las personas que padecen trastornos alimentarios”. Por tanto, “esto es especialmente relevante dado que las opciones farmacológicas actuales para estos pacientes son muy limitadas y los resultados de los tratamientos actuales son muy decepcionantes”. 

 

Aunque, por supuesto, se necesitan ensayos clínicos rigurosos para confirmar estos beneficios y determinar mejor los perfiles de seguridad, advierten los investigadores.

 

“Espero que este estudio dé voz a las personas que viven con trastornos de la alimentación, revelando que sus experiencias, a menudo estigmatizadas, con los fármacos podrían tener potencial terapéutico”, remata Rodan.

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