Los disruptores endocrinos (DES) son sustancias exógenas que pueden interferir con los sistemas hormonales humanos. Pueden alterar el funcionamiento normal del sistema endocrino, lo que afecta la síntesis y el metabolismo hormonal, entre otros aspectos. Como resultado, pueden causar efectos adversos para la salud que culminan en problemas reproductivos, de desarrollo, neurológicos e inmunológicos.
Los parabenos son conservantes de uso común en productos cosméticos, farmacéuticos y alimentarios debido a su actividad antimicrobiana y su bajo potencial alergénico. Los diferentes tipos de parabenos y sus concentraciones permitidas varían en función de la categoría de producto en la que se utilizan, tal y como se define en los marcos regulatorios correspondientes. Los parabenos más comúnmente utilizados incluyen metilparabeno (MetPB), etilparabeno (EthPB), propilparabeno (PropPB) y butilparabeno (ButPB).
Después de la absorción sistémica, los parabenos pueden interactuar con los receptores de estrógeno, actuando como disruptores endocrinos al modular la expresión genética y afectar los tejidos sensibles a las hormonas. Las principales fuentes de exposición a estos compuestos son la dieta, los productos de cuidado personal y el medio ambiente.
En las últimas décadas, la exposición a estos DES se ha asociado con la obesidad, dado que los bisfenoles y parabenos tienen una capacidad obesogénica bien conocida. Estos compuestos pueden alterar el metabolismo lipídico y el balance energético, lo que contribuye al desarrollo de la obesidad. Cabe destacar que se ha demostrado que estos efectos obesógenos son potentes, ejerciendo incluso efectos en concentraciones más bajas, en etapas tempranas del desarrollo, como la infancia, debido a la inmadurez de los sistemas de protección del cuerpo.
Históricamente, se han utilizado diversas muestras biológicas, como sangre y orina, entre otras, para determinar la exposición a los DES. Sin embargo, los análisis en la matriz biológica del cabello han ganado popularidad debido a una serie de ventajas sobre el análisis de orina. Con base en lo anterior, se propone que la exposición crónica a parabenos en la infancia, medida mediante análisis capilar, podría estar asociada con un mayor riesgo de sobrepeso y obesidad infantil.
Para probar esto último, los investigadores Yolanda Gálvez-Ontiveros, Patricia González-Palacios, Viviana Ramírez, Cristina Samaniego-Sánchez y Ana Rivas, del Departamento de Nutrición y Bromatología de la Universidad de Granada, junto con Alberto Zafra-Gómez, del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos "José Mataix Verdú" (INYTA) de la misma universidad, se propusieron estudiar la influencia de la presencia de parabenos en el cabello (exposición a largo plazo) en el sobrepeso y la obesidad infantil.
Para ello, reclutaron 104 casos y 166 controles (de 3 a 12 años) y recogieron datos sociodemográficos y sobre estilo de vida, así como muestras de cabello y orina. Se realizó una determinación cuantitativa de seis parabenos y se construyeron modelos de regresión logística binaria para evaluar la relación de los mismos con el sobrepeso/obesidad.
El principal hallazgo fue que los niños con concentraciones más altas de PropPB tenían 4,67 veces más probabilidades de presentar sobrepeso u obesidad. “En el presente estudio, las concentraciones más altas de parabenos en el cabello tendieron a estar asociadas con una mayor probabilidad de sobrepeso/obesidad a diferencia de lo informado por estudios previos”, mencionan los autores.
Además, explican que se encontró que “una mayor exposición prenatal a PropPB estaba asociada con una mayor probabilidad de tener sobrepeso u obesidad durante la primera infancia”. Con respecto a los efectos diferenciales en función del sexo, hallaron que, específicamente en varones, las concentraciones más altas de PropPB se asocian positivamente con una mayor probabilidad de tener sobrepeso u obesidad.
El reciente estudio aclara que la ingestión a través de los alimentos fue baja dado que solo MetPB y EthPB (E214 y E218) están permitidos como aditivos alimentarios, junto con sus respectivas sales (E215 y E219).
“Los hallazgos presentados anteriormente, tanto en general como en términos de sexo, demuestran una creciente preocupación por el papel de los parabenos individuales y la exposición general a los parabenos cuando se trata del exceso de peso corporal y la obesidad”, resaltan los expertos. “Los resultados subrayan la importancia de examinar estos DES en la etapa prenatal y posnatal y durante la infancia, considerando también los efectos diferenciales en función del sexo”, agregan.
En resumen, el estudio demuestra una asociación significativa entre los niveles elevados de propilparabeno en el cabello y un riesgo 4,67 veces mayor de sobrepeso/obesidad en niños, sin hallazgos comparables en niñas o para otros parabenos. Estos hallazgos sugieren un posible efecto específico del sexo de la exposición a parabenos a largo plazo durante la primera infancia.
Sin embargo, los investigadores aclaran que “se necesitan más estudios longitudinales para comprender mejor el impacto a largo plazo de la exposición a químicos disruptores endocrinos en niños”. “Esto resalta la necesidad de implementar estrategias y políticas de salud pública que disminuyan la exposición a químicos disruptores endocrinos como un medio para mitigar los posibles riesgos para la salud”, rematan.