La inflamación se caracteriza por el aumento de los niveles séricos de mediadores inflamatorios durante una lesión tisular. El proceso inflamatorio provoca el aumento de los niveles de citocinas de fase aguda, como la proteína C reactiva (PCR), la interleucina-6 (IL-6) y el factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α).
La soja es beneficiosa para la prevención de muchas enfermedades crónicas causadas por la inflamación, como las enfermedades cardiovasculares (ECV), la obesidad, el cáncer y la diabetes. Sus efectos beneficiosos podrían deberse a dos componentes, las isoflavonas y las proteínas.
La proteína C reactiva (PCR) predice la incidencia de muchas enfermedades crónicas. Además, es el mejor indicador clínico para evaluar el estado de salud y los riesgos causados por la inflamación aguda. Nueva evidencia reveló que una razón para el aumento de los niveles de PCR es el aumento de las especies reactivas de oxígeno (ROS).
Considerando los resultados de estudios in vitro, los científicos han evidenciado actividades antioxidantes de las isoflavonas de soja y han considerado las isoflavonas como posibles agentes antiinflamatorios.
De esta manera, las isoflavonas y los péptidos derivados de la soja parecen tener efectos antiinflamatorios, aunque la evidencia ha demostrado una menor eficacia de este efecto respecto de otros nutrientes en el cuerpo humano. Dado que los resultados son inconsistentes y teniendo en cuenta que el estado de salud podría desempeñar un papel crucial en la determinación de los beneficios de las isoflavonas de soja combinadas con proteína, se requieren nuevos estudios para esclarecer el vínculo.
Aprovechando esta brecha, una reciente revisión sistemática recopiló la bibliografía acerca del efecto combinado de las isoflavonas de soja y la proteína de soja en personas que sufren enfermedades inflamatorias crónicas. El objetivo fue medir el efecto de las isoflavonas de soja combinadas con proteínas sobre la PCR.
Los resultados demostraron que las isoflavonas de soja que contienen proteína podrían disminuir significativamente los niveles séricos de PCR. Los autores aclaran que, en uno de sus estudios previos, hallaron que las isoflavonas de soja por si solas no podían disminuir la concentración sérica de PCR entre los participantes con enfermedades inflamatorias crónicas. De esta manera, resaltan la relevancia de la combinación de ambos compuestos para lograr el efecto antinflamatorio.
Al tener en cuenta el análisis por subgrupos, observaron que las isoflavonas de soja que contienen proteína son más efectivas en participantes de mayores de 57 años en comparación con menores de 57. “Por lo tanto, las isoflavonas de soja en combinación con proteína podrían ser menos efectivas en participantes jóvenes”, aclaran.
El nuevo estudio desarrolla que los sujetos con mayores niveles de mediadores inflamatorios probablemente se beneficiarían de la intervención en comparación con los sujetos con menores mediadores inflamatorios. “Encontramos un mayor efecto reductor de las isoflavonas de soja que contienen proteína en la población con mayores niveles basales de PCR”, mencionan.
Un aspecto curioso dentro de los hallazgos fue que la combinación de isoflavonas y proteínas de soja podría disminuir la PCR en la población asiática, pero no en la estadounidense. “Una razón para este resultado podría ser la capacidad de los participantes para producir equol a partir de una de las isoflavonas de soja llamada daidzeína. En comparación con las otras isoflavonas, el equol tiene una actividad antioxidante más fuerte. Los estadounidenses presentan una incapacidad para producir equol”, justifican.
Resumiendo, la investigación demostró claramente que las isoflavonas de soja combinadas con proteína de soja tuvieron un efecto beneficioso sobre la inflamación en participantes con enfermedad inflamatoria crónica. La suplementación podría ser más eficaz en sujetos de más de 57 años, con niveles de PCR mayores de 3 mg/L y asiáticos.
Sin embargo, aclaran que, dada la alta heterogeneidad entre los estudios, los resultados deben interpretarse con cautela. “Se necesitarán más estudios de intervención a gran escala y de alta calidad para aclarar los resultados actuales”, subrayan.