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Una nueva investigación analiza los hábitos culinarios y los conocimientos nutricionales de la población española

Una nueva investigación analiza los hábitos culinarios y los conocimientos nutricionales de la población española

Los hallazgos subrayan la importancia del conocimiento culinario para promover prácticas de cocina más saludables y resaltan las disparidades sociodemográficas en este aspecto
Cocina españa
Las mujeres demostraron técnicas de cocina más saludables en comparación a los hombres.

La cocina y la gastronomía son pilares fundamentales de la tradición cultural y la identidad colectiva de un país. Los hábitos culinarios no solo reflejan las condiciones geográficas y económicas de una región, sino que también encapsulan su historia y evolución social. Además, estos hábitos tienen un impacto significativo en la salud de las personas. 

 

La nutrición, la elección de alimentos y los hábitos alimentarios están estrechamente relacionados con la cocina, lo que influye en el bienestar general. Una dieta equilibrada y adecuada, combinada con técnicas de cocina saludables y un estilo de vida activo, desempeña un papel crucial en la prevención de enfermedades, mejora el bienestar físico y mental y, en última instancia, mejora la calidad de vida. 

 

Una dieta saludable se define generalmente como aquella que promueve el bienestar general y reduce el riesgo de desnutrición y enfermedades crónicas. Sin embargo, el concepto de alimentación saludable no es universalmente inmutable; varía según las necesidades individuales, los contextos culturales y las directrices científicas. En los últimos años, las redes sociales han moldeado significativamente la percepción de la nutrición, promoviendo a menudo dietas restrictivas y tendencias engañosas que carecen de validez científica. Esto ha contribuido a una confusión generalizada sobre qué es realmente beneficioso para la salud, ya que las necesidades nutricionales dependen de múltiples factores, como la edad, el estado de salud y el estilo de vida. 

 

La nutrición no se limita a la selección de alimentos; también abarca cómo se preparan y consumen. Las habilidades culinarias, definidas como las capacidades físicas y mecánicas necesarias para la preparación de alimentos, desempeñan un papel crucial en la formación de hábitos alimenticios. Sin embargo, cocinar va más allá de la mera ejecución técnica: implica dominar una combinación de técnicas culinarias, manejar los utensilios de cocina, elegir alimentos de forma responsable, planificar menús y utilizar eficientemente los ingredientes, incluidas las sobras. En conjunto, estos elementos contribuyen a una dieta más saludable y sostenible, lo que subraya la importancia de la educación culinaria para fomentar una mejor nutrición

 

El conocimiento sobre la nutrición saludable no es suficiente 

 

Comprender cómo el conocimiento culinario se traduce en hábitos alimentarios requiere una perspectiva de las ciencias del comportamiento. Las teorías del comportamiento proporcionan un marco para examinar cómo las personas adquieren y aplican las habilidades culinarias en su vida diaria. Estudios previos revelaron que, la Teoría cognitiva social (TCS) fue el marco de cambio de comportamiento más adecuado. 

 

La TCS se basa en siete componentes (autoeficacia, entorno, capacidad conductual, aprendizaje observacional, expectativas de resultados, autorregulación, refuerzo) interrelacionados que interactúan continuamente, facilitando el determinismo recíproco y, en última instancia conduciendo al cambio de comportamiento. 

 

La TCS sugiere que el conocimiento por sí solo suele ser insuficiente para mejorar los hábitos alimentarios. En cambio, la capacidad de aplicar con confianza este conocimiento, conocida como autoeficacia culinaria o autonomía alimentaria, desempeña un papel más importante en la configuración de las elecciones alimentarias y el mantenimiento de patrones de alimentación saludable a largo plazo. 

 

Las investigaciones indican que las personas con mayor autoeficacia culinaria tienen mayor probabilidad de preparar comidas caseras, utilizar técnicas de cocina más saludables y consumir una dieta más equilibrada. Por el contrario, la falta de confianza en las propias habilidades culinarias puede llevar a una mayor dependencia de alimentos procesados ​​y precocinados, lo que contribuye a malos resultados alimentarios. 

 

Esto resalta la necesidad de intervenciones educativas que vayan más allá de la difusión de conocimientos y fomenten activamente las habilidades prácticas y la confianza en la cocina.

 

La disminución de la participación práctica en la cocina ha contribuido a una reducción generalizada de los conocimientos culinarios, ya que menos personas adquieren habilidades culinarias fundamentales, lo que puede afectar las elecciones dietéticas y la nutrición general. 

 

Otro factor crítico es la falta de oportunidades estructuradas para adquirir habilidades culinarias dentro de los sistemas educativos y otros espacios de aprendizaje, especialmente en España. A diferencia de generaciones pasadas, donde las habilidades culinarias solían transmitirse mediante la participación y el ejemplo en la familia, los estilos de vida modernos han reducido la exposición diaria a estas prácticas. Si bien la nutrición es ampliamente reconocida como un componente clave de la salud pública, no se le ha otorgado la misma importancia, y hay poca evidencia que sugiera que las iniciativas de salud pública prioricen sistemáticamente las habilidades culinarias

 

La falta de énfasis en la competencia culinaria en la educación formal deja a muchas personas sin herramientas esenciales para tomar decisiones informadas sobre la preparación y el consumo de alimentos, lo que potencialmente impacta los hábitos alimentarios a largo plazo.

 

Es necesario enfatizar que cocinar no solo implica la manipulación de ingredientes, sino también la comprensión de los procesos nutricionales y culturales que pueden transformar ingredientes básicos en comidas equilibradas y saludables. A medida que disminuyen las oportunidades para aprender estas habilidades de forma informal, como tradicionalmente ocurría en el entorno familiar, es crucial buscar alternativas estructuradas para enseñar técnicas culinarias y fomentar el aprecio por la cocina como práctica cultural y de salud, tanto en la educación formal como a través de otros enfoques de capacitación.

 

Por todo lo nombrado hasta el momento, la investigadora Elena Sandri de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universidad Católica de Valencia San Vicente Mártir realizó un estudio, en el cual se propuso analizar los hábitos culinarios y conocimientos nutricionales de la población española y su relación con factores sociodemográficos; examinar en qué medida el conocimiento culinario y la frecuencia de cocción influyen en la adherencia a prácticas alimentarias saludables e identificar patrones sociodemográficos en la adopción de hábitos alimentarios saludables, incluyendo los métodos de preparación de alimentos y la selección de ingredientes.

 

Para ello, se recogieron datos de 1534 participantes mediante un cuestionario validado en línea. Las variables incluyeron la frecuencia de cocción, el uso de técnicas de cocina saludables y no saludables, el conocimiento culinario e indicadores como la edad, el género, el nivel educativo y las condiciones de vida. 

 

¿Cómo son los hábitos culinarios y conocimientos nutricionales en los españoles?

 

Los resultados revelaron que el 59,1  % de los participantes cocina a diario o casi a diario, con un tiempo promedio de cocción de aproximadamente una hora y media. “Las mujeres demostraron una frecuencia de cocción significativamente mayor y técnicas de cocina más saludables en comparación con los hombres”, menciona la autora. 

 

Asimismo, los adultos también cocinaron con mayor frecuencia y durante más tiempo que los individuos más jóvenes. Las puntuaciones de conocimientos culinarios variaron de 58,5 en hombres a 62,5 en mujeres, con una mayor educación asociada positivamente con el conocimiento. En este sentido, comenta que “se observaron correlaciones significativas entre hábitos culinarios saludables y variables de conocimiento”. “Estos hallazgos subrayan la importancia del conocimiento culinario para promover prácticas culinarias más saludables y resaltan las disparidades sociodemográficas”, destaca Sandri. 

 

La nueva investigación sugiere que “las intervenciones personalizadas centradas en la educación culinaria podrían mejorar los hábitos alimentarios y los resultados de salud pública”. En relación a esto, la investigadora señala que “los programas de educación culinaria pueden servir como una estrategia clave de salud pública al fomentar hábitos alimentarios más saludables, mejorar la alfabetización nutricional y reducir las enfermedades relacionadas con la dieta”. 

 

“Las investigaciones futuras deberían examinar las relaciones causales y las influencias culturales para desarrollar intervenciones culinarias efectivas y basadas en la evidencia”, remata. 

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