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¿Es la espirulina el próximo superalimento antienvejecimiento?

¿Es la espirulina el próximo superalimento antienvejecimiento?

Si bien los hallazgos hasta el momento son prometedores, los estudios apuntan a que para consolidar su uso terapéutico, aún se requieren más ensayos clínicos que determinen dosis óptimas y validen su eficacia en poblaciones diversas
Espirulina
La espirulina demostró propiedades antiinflamatorias, fotoprotectoras y regenerativas.

Considerada durante décadas un “alimento del futuro”, la espirulina ha ganado un lugar destacado en el mundo de la nutrición y la salud. Rica en proteínas, antioxidantes, vitaminas y pigmentos naturales, esta cianobacteria ha demostrado propiedades antiinflamatorias, fotoprotectoras y regenerativas que la posicionan como una aliada natural contra el envejecimiento celular y el deterioro provocado por el estrés oxidativo. 

 

Clasificada dentro del género Arthrospira, la espirulina crece en aguas cálidas y alcalinas. Antiguas civilizaciones, como los aztecas ya la aprovechaban en forma de tortas secas por su impresionante valor nutritivo. No fue hasta 1967 que la ciencia moderna puso los ojos en ella, luego de que la Asociación Internacional de Microbiología Aplicada la señalara como un alimento clave para el futuro. Años más tarde, la FDA estadounidense la catalogó como “generalmente segura”, habilitando así su cultivo comercial a gran escala. 

 

Hoy en día, se cultiva en sistemas cerrados como fotobiorreactores o en estanques controlados, demostrando una alta resistencia a la salinidad y al pH elevado. El resultado: una biomasa rica, sostenible y cada vez más presente en polvos, tabletas, suplementos, alimentos funcionales y cosméticos. 

 

Poder antioxidante y protector celular 

 

Uno de los grandes beneficios que la evidencia ha demostrado de la espirulina es su capacidad para proteger el ADN y reforzar la integridad celular. Su alto contenido de ficobiliproteínas, carotenoides y compuestos fenólicos le otorgan efectos antioxidantes y antiinflamatorios.  

 

Según un estudio previo, estas moléculas ayudan a inhibir las especies reactivas de oxígeno (ROS), activan el factor de crecimiento epidérmico (EGF) y bloquean enzimas degradativas como las metaloproteinasas de matriz (MMP), responsables del envejecimiento prematuro de la piel. 

 

El pigmento C-ficocianina, responsable de su característico color azul verdoso, neutraliza radicales libres y promueve la acción de enzimas antioxidantes internas como la superóxido dismutasa (SOD) y la glutatión peroxidasa (GPx). Además, el selenio presente en proteínas específicas estabiliza las mitocondrias, potencia la producción de ATP y protege contra daños en el material genético. 

 

Alta biodisponibilidad y perfil nutricional superior 

 

La espirulina contiene entre un 55% y un 70% de proteínas de fácil absorción, incluyendo los nueve aminoácidos esenciales. También aporta vitamina B12 análoga, provitamina A, hierro, magnesio y potasio, nutrientes frecuentemente escasos en dietas veganas.  

 

Su balance de macronutrientes y oligoelementos, combinado con una gran diversidad de fitoquímicos, lleva a que las investigaciones consideren a esta alga en un suplemento completo para fortalecer el sistema inmune, la visión, la vitalidad metabólica y la longevidad celular

 

Aplicaciones industriales, alimenticias y cosméticas 

 

Desde barritas energéticas hasta helados funcionales, la espirulina ha ganado espacio en el mercado alimentario como fuente de proteínas y colorantes naturales. Como indican estudios previos, el pigmento C-PC también es utilizado en productos cosméticos como sueros anti-age, filtros solares y champús, gracias a su capacidad para estimular la producción de colágeno y proteger la piel frente a los rayos UV. 

 

A nivel industrial, su cultivo sostenible en zonas no agrícolas ayuda a reducir la huella de carbono frente a fuentes tradicionales de proteína animal. Sin embargo, es crucial controlar su pureza ya que las algas silvestres pueden estar contaminadas con metales pesados o toxinas. Por ello, se recomienda consumir productos con certificaciones de calidad que aseguren la ausencia de contaminantes. 

 

En cuanto a su seguridad, numerosos estudios en humanos y animales han confirmado que la espirulina es segura cuando se consume dentro de los límites adecuados. No obstante, debido a su capacidad inmunomoduladora, su uso debe evaluarse cuidadosamente en personas con enfermedades autoinmunes

 

Conclusiones  

 

El rico contenido de ficocianina, carotenoides y polifenoles de la espirulina neutraliza eficazmente las especies reactivas del oxígeno, regula positivamente las enzimas antioxidantes endógenas y disminuye la actividad de mediadores proinflamatorios como la IL-6 y el TNF-α. Como resultado, la espirulina preserva el potencial de membrana mitocondrial, promueve la síntesis de ATP y protege el ADN. 

 

Para consolidar su uso terapéutico, aún se requieren más ensayos clínicos controlados a largo plazo que determinen dosis óptimas y validen su eficacia en poblaciones diversas.

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