Un grupo de científicos de Alemania se ha preguntado cuánto microplástico hay en el marisco que se consume, y la respuesta varía considerablemente, ya que no existen procedimientos analíticos estandarizados en el control de alimentos para cuantificar la cantidad de diminutas partículas de plástico presentes en los productos pesqueros.
En consecuencia, resulta difícil comparar los resultados de diversos estudios y, a menudo, no está clara la fiabilidad de los datos proporcionados. Científicos del Instituto Max Rubner han adaptado métodos derivados del análisis ambiental para que sean adecuados para la cuantificación de microplásticos en mariscos. Para ello, tuvieron que superar varios obstáculos metodológicos.
Para detectar plástico en la carne comestible de los mariscos, es necesario eliminar por completo compuestos orgánicos como carbohidratos, proteínas y grasas. "Pero esto no debe dañar las minúsculas partículas de plástico", afirma Julia Süssmann, investigadora del Instituto Max Rubner y responsable del proyecto de investigación.
Süssmann y su equipo han desarrollado un método especial para tratar las muestras con enzimas y productos químicos que disuelven los tejidos de los mariscos. Posteriormente, las partículas de plástico se separan del líquido mediante filtración a presión. La investigación se ha publicado en Analytical and Bioanalytical Chemistry, Journal of Consumer Protection and Food Safety y Food Control.
Según datos previos, el contenido de microplásticos en los mariscos es bajo y está distribuido de forma irregular. "Por eso necesitamos métodos de detección de alta sensibilidad", explica Süssmann.
El contenido total de plástico en una muestra puede determinarse mediante técnicas basadas en la masa. Estas implican, por ejemplo, calentar la muestra en una atmósfera inerte, lo que provoca su descomposición y la formación de productos gaseosos. A partir de sus señales, los científicos pueden calcular el contenido de plástico de la muestra. Este método permite detectar una amplia variedad de tipos de plástico, como el polietileno (PE) y el polipropileno (PP).
Los investigadores también han desarrollado un método basado en la tinción selectiva de plásticos. Mediante la adición de un colorante fluorescente como el rojo Nilo, se pueden hacer más visibles las pequeñas partículas de plástico incoloras, a menudo difíciles de detectar con la microscopía óptica clásica. La fluorescencia de partículas naturales, como fragmentos de caparazones o espinas de camarón, se suprime añadiendo un segundo colorante que tiñe únicamente el tejido biológico.
"En combinación con el análisis de imágenes semiautomático, las partículas microplásticas se pueden diferenciar con precisión de las naturales. De esta manera, se puede caracterizar el número, el tamaño y la morfología de las partículas plásticas en una muestra", señala la experta.
El hecho de que los objetos de plástico estén por todas partes no facilitó el trabajo en el laboratorio. Incluso con el máximo cuidado, las partículas de plástico pueden filtrarse en las muestras a través del equipo de laboratorio, la ropa de protección y los productos químicos utilizados.
"Por lo tanto, tuvimos mucho cuidado de no introducir plástico en las muestras", indica Süssmann. Además, se analizaron muestras en blanco en paralelo con las muestras de alimentos para evaluar la contaminación.
Los científicos también trabajaron en la detección de nanoplásticos, partículas de plástico aún más diminutas. Sin embargo, separar estas partículas de plástico de los alimentos resultó extremadamente difícil, incluso después de la digestión química. Los nanoplásticos se aglomeraron y algunos se adhirieron a los poros del filtro de membrana. Además, componentes de los alimentos, como proteínas y grasas, superpusieron señales de plástico en las pruebas. Hasta el momento, no ha sido posible detectar nanoplásticos en mariscos con fiabilidad.
El tema de los microplásticos es complejo y aún no hay suficientes datos sobre sus posibles impactos. "Los microplásticos no son un problema exclusivo de los mariscos", subraya la investigadora. "Durante nuestra investigación, hemos encontrado la primera evidencia de partículas de plástico en leche, carne, huevos y miel".
Según el Instituto Federal de Evaluación de Riesgos, el estado actual de los conocimientos indica que es improbable que los microplásticos presentes en los alimentos representen riesgos para la salud humana. Sin embargo, aún se requieren más investigaciones, por ejemplo, sobre los efectos fisiológicos y las vías de absorción, para su evaluación científica.