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El reloj biológico juega un papel fundamental en los hábitos alimentarios tardíos de los adolescentes

El reloj biológico juega un papel fundamental en los hábitos alimentarios tardíos de los adolescentes

Un nuevo estudio destaca la correlación entre la categoría de peso, las calorías consumidas y los ritmos circadianos en los adolescentes, una población poco estudiada cuyos patrones de alimentación son fundamentales para su salud a largo plazo
Adolescente buscando comida
El reloj biológico del cuerpo afecta directamente en la cantidad de alimento que comemos en diferentes momentos del día.

Algunas investigaciones ya han destacado las conexiones entre el sueño, los patrones de alimentación y el aumento de peso, aunque aún no hay una total certeza sobre el papel del sistema circadiano, es decir, el reloj biológico interno, en la configuración de los patrones de alimentación.

 

En este marco, un nuevo estudio realizado en Estados Unidos ha revelado una relación clara entre los ritmos circadianos, el peso y los hábitos alimentarios en los adolescentes, un grupo de edad vulnerable cuyos patrones de alimentación influyen en su salud a lo largo de la vida.

 

En el trabajo, los adolescentes que tenían sobrepeso u obesidad consumían mayor cantidad de calorías más tarde en comparación con los participantes con pesos saludables. En este sentido, los resultados demuestran que los ritmos circadianos desempeñan un papel fundamental para explicar la ingesta calórica posterior en personas con riesgo de obesidad.

 

“Al iniciar este estudio, sabíamos que el sistema circadiano afecta el hambre y el metabolismo. Sin embargo, lo que no quedó claro fue si el sistema circadiano, cuando se aísla de las influencias de los ciclos ambientales y conductuales, incluidos los ciclos de luz, sueño y actividad, influye directamente en el consumo de alimentos”, señala el profesor Frank A.J.L. Scheer. Es por ello que “este estudio es el primero en demostrar que la ingesta de alimentos en sí está regulada por nuestro reloj corporal interno”.

 

Los adolescentes de los grupos de obesidad y sobrepeso consumieron significativamente más calorías en el horario circadiano vespertino en comparación con los del grupo de peso saludable. Ahora bien, no encontraron diferencias significativas en el tiempo total de sueño entre los grupos, o dentro de los grupos, a lo largo de los ciclos de sueño.

 

El sistema circadiano y los hábitos alimentarios de los adolescentes

 

El sistema circadiano está compuesto por billones de relojes presentes en prácticamente todos los órganos, tejidos y células, que preparan nuestra biología y comportamiento para las demandas cambiantes a lo largo del ciclo día/noche. Se sabe que la influencia del sistema circadiano varía de una persona a otra debido a una combinación de factores genéticos, conductuales y ambientales

 

Cabe recalcar que este estudio, Barker, D. et al. “Independent Effects of Human Circadian System and Sleep/Eating Cycles on Caloric Intake in Adolescents Dependent on Weight Status”, destaca de forma especial la correlación entre la categoría de peso, las calorías consumidas y los ritmos circadianos en los adolescentes, una población poco estudiada cuyos patrones de alimentación actuales desempeñarán un papel crucial en la conformación de su salud a largo plazo.

 

Para desarrollarlo, se contó con la participación de 51 adolescentes, tanto hombres como mujeres, de entre 12 y 18 años (edad media de 13,7 años). Los adolescentes se dividieron en tres grupos según su índice de masa corporal (IMC): 24 pertenecían al grupo de peso saludable, 13 al grupo de sobrepeso y 14 al grupo de obesidad.

 

Todos los participantes tuvieron siete ciclos de sueño y vigilia de 28 horas, permaneciendo en un entorno de luz tenue controlada mientras estaban despiertos y en completa oscuridad durante el sueño. Los participantes permanecieron en el mismo espacio durante todo el estudio. Para controlar las influencias externas sobre el ritmo circadiano, los investigadores eliminaron todas las señales horarias externas del entorno del laboratorio, incluidos los relojes y el acceso a la luz exterior.

 

Los participantes recibieron seis oportunidades para comer a horas fijas durante el episodio de vigilia, con un menú estandarizado. Cabe destacar que los participantes podían consumir tanta comida como quisieran durante cada almuerzo. Así pues, los investigadores hicieron un seguimiento de los alimentos consumidos y la ingesta calórica. Durante el día, los adolescentes podían participar en una variedad de actividades, como manualidades, ver películas (con las luces de la pantalla atenuadas) y jugar juegos sociales.

 

Los resultados mostraron que los cambios en el sistema circadiano a lo largo del día y la noche influyeron significativamente en el consumo de alimentos de todos los participantes. En los tres grupos, la ingesta de alimentos alcanzó su punto máximo a última hora de la tarde y a primera hora de la noche y fue menor por la mañana, incluso después de tener en cuenta los factores conductuales y ambientales, lo que demuestra que el reloj biológico del cuerpo afecta directamente la cantidad que comemos en diferentes momentos del día.

 

Aunque este estudio demostró el impacto del sistema circadiano en la ingesta de alimentos y reveló diferencias entre grupos en función del peso, no puede poner a prueba la cuestión del “huevo y la gallina” de qué es lo que ocurre primero. Es más, los autores señalan que se necesitan futuros estudios para determinar si el efecto sobre el control circadiano de la ingesta de alimentos contribuye a los cambios de peso o si los cambios de peso afectan al control circadiano de la ingesta de alimentos, o una combinación de ambos. 

 

En futuras investigaciones, el profesor Scheer pretende obtener una comprensión más profunda de las interacciones entre la dieta, el sistema circadiano y el metabolismo, los mecanismos biológicos subyacentes a estas relaciones y las implicaciones para el desarrollo de intervenciones dietéticas cronometradas para mejorar la salud.

 

“La naturaleza crítica del desarrollo adolescente para preparar el terreno para una vida saludable resalta la necesidad de comprender los roles que desempeñan los procesos de sueño/vigilia y de sincronización circadiana para la conducta alimentaria”, comenta la investigadora principal del estudio, Mary A. Carskadon. “El conocimiento adquirido aquí abre una puerta a posibles intervenciones que pueden mejorar la salud de los adolescentes en el futuro”, remata.

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