El consumo excesivo de alcohol (etanol) tiene graves consecuencias para la salud humana, ya que suele afectar negativamente a múltiples sistemas orgánicos y contribuye a una variedad de enfermedades. Según el Instituto Nacional sobre el Abuso de Alcohol y el Alcoholismo de Estados Unidos, el consumo excesivo de alcohol causa más de 200 enfermedades y millones de personas afectadas anualmente por morbilidades y mortalidades relacionadas con él.
El etanol se distribuye a todos los órganos, incluido el cerebro, que es especialmente vulnerable debido a sus bajos niveles de antioxidantes y altos niveles de lípidos en comparación con los de los tejidos periféricos como el hígado. El consumo crónico está vinculado a trastornos neurodegenerativos, como la demencia, el síndrome de Wernicke-Korsakoff y los trastornos del espectro alcohólico fetal, que causan graves daños cognitivos y de desarrollo.
Los mecanismos de la neurodegeneración incluyen la producción de especies reactivas de oxígeno (ROS) y nitrógeno (RNS), la acumulación de acetaldehído y otros aldehídos lipídicos, y el estrés del retículo endoplasmático (RE).
Una reciente revisión sistemática elaborada por la sección de Farmacología Molecular y Toxicología del Instituto Nacional sobre Abuso de Alcohol y Alcoholismo de Estados Unidos, en conjunto con el Departamento de Neurocirugía de la Facultad de Medicina de Harvard, identificó los principales mecanismos fisiopatológicos involucrados en el daño neurológico inducido por el alcohol. De esta manera, abrieron la posibilidad al desarrollo futuro de nuevas estrategias de prevención y/o abordaje para este tipo de lesiones.
El metabolismo del alcohol en el cerebro se produce principalmente a través de la catalasa, seguida de las vías CYP2E1. “El exceso de alcohol metabolizado por CYP2E1 genera especies reactivas de oxígeno/nitrógeno, lo que provoca daño celular al alterar muchas vías diferentes”, mencionan los autores.
“El estrés oxidativo inducido por el alcohol altera la autofagia y la mitofagia, lo que contribuye al daño neuronal”, destacan. Los mecanismos clave incluyen la disfunción mitocondrial, el estrés del RE, la epigenética y la acumulación de proteínas modificadas oxidativamente, que conducen a la neuroinflamación y al deterioro del control de la calidad celular.
Estos procesos se ven exacerbados por la exposición crónica al alcohol, lo que da como resultado la supresión de vías protectoras como las respuestas antioxidantes y una mayor susceptibilidad a los cambios neurodegenerativos en el cerebro.
Según lo recogido por la investigación, “la neurotoxicidad mediada por el alcohol implica interacciones complejas entre el metabolismo del alcohol, el estrés oxidativo y la regulación de la autofagia, que se ven influenciadas por diversos factores, como los patrones de consumo de alcohol, el estado nutricional y los factores genéticos y ambientales”.
Esto último, “destaca la necesidad de realizar más estudios moleculares para desentrañar estos mecanismos y desarrollar agentes terapéuticos adicionales contra la neurotoxicidad mediadas por el alcohol, así como otras enfermedades cerebrales, para uso clínico en el futuro”, concluye el trabajo científico.