La migraña, un trastorno neurológico prevalente y complejo, está influenciada tanto por factores genéticos como ambientales y se caracteriza por dolores de cabeza debilitantes junto con alteraciones motoras y somatosensoriales transitorias como fotofobia, fonofobia, osmofobia, náuseas y vómitos.
Esta patología presenta una alta prevalencia global, con aproximadamente un tercio de los adultos de 18 a 65 años diagnosticados con el trastorno, según datos de la Organización Mundial de la Salud. En España, la Sociedad Española de Neurología estima que la migraña afecta aproximadamente a 5 millones de personas. De estas, el 70 % experimenta discapacidad severa y el 14 % sufre discapacidad moderada.
En los últimos años, se han realizado esfuerzos concertados para identificar estrategias efectivas para la prevención y el tratamiento de los trastornos neurológicos, estrategias destacadas que involucran intervenciones dietéticas. La investigación emergente sobre los patrones dietéticos generales sugiere que los hábitos alimentarios de los pacientes con migraña pueden tener un impacto en la carga de la enfermedad y la calidad de vida.
Las directrices dietéticas de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) publicadas en 2022, enfatizan la importancia de aumentar el consumo de alimentos de origen vegetal ricos en nutrientes, ya que puede ofrecer efectos neuroprotectores y antiinflamatorios contra la enfermedad de la migraña debido a su alto contenido de fitoquímicos, fibra y micronutrientes. Y, por su parte, reducir el consumo de alimentos de origen animal para prevenir y controlar las enfermedades crónicas.
Actualmente, algunas estrategias dietéticas como las dietas de eliminación (dirigidas a los desencadenantes dietéticos potenciales) se están considerando como intervenciones complementarias para mitigar el impacto de esta enfermedad.
Aunque los efectos de los desencadenantes dietéticos pueden variar entre individuos, ciertos componentes de los alimentos pueden asociarse comúnmente con migrañas, como las aminas biógenas en quesos curados, carnes curadas, alimentos fermentados, alimentos encurtidos y bebidas alcohólicas; el glutamato monosódico contenido en alimentos procesados o el aspartamo en refrescos, entre otros.
Hasta el momento, no existía ningún trabajo científico que hubiera estudiado los hábitos alimentarios u otros factores relacionados con el estilo de vida en una población española que padece migraña. Por ello, un reciente estudio llevado a cabo por Vanessa Esteves Mesquita, Álvaro Fernández Cardero y Beatriz Sarriá del Departamento de Metabolismo y Nutrición del Instituto de Ciencia y Tecnología de los Alimentos y Nutrición (ICTAN) de Madrid, e Izaskun Martín Cabrejas del Departamento de Tecnología de los Alimentos de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense de Madrid, se propuso como objetivo analizar los hábitos alimentarios de los pacientes con migraña en España. Además, exploraron los desencadenantes alimentarios y las percepciones y creencias relacionadas con los alimentos que pueden influir en sus elecciones alimentarias.
Se realizó un estudio piloto exploratorio, observacional y transversal en 260 personas (18-64 años) diagnosticadas de migraña en España. Los autores recogieron datos sobre dieta, estilo de vida y características de la migraña con un cuestionario online que consistía en un cuestionario de frecuencia de alimentos y preguntas sobre las percepciones sobre la dieta, el estilo de vida y diferentes aspectos relacionados con las migrañas.
Los investigadores mencionan que “la mayoría de los españoles se adhirieron a las recomendaciones dietéticas de la AESAN en cuanto a alimentos de origen animal, excepto en el consumo de carne, que superó los niveles recomendados. En cuanto a los alimentos de origen vegetal, la ingesta diaria de frutas, verduras y cereales, así como el consumo semanal de legumbres y frutos secos, se situó por debajo de los umbrales recomendados”.
No obstante, destacan que “no se encontraron diferencias en el consumo de grupos de alimentos al comparar personas con diferente frecuencia de ataques de migraña o discapacidad relacionada con la migraña”.
Los resultados del análisis arrojaron que “tanto el grupo con migraña crónica como el grupo con discapacidad severa mostraron un menor consumo de algunos alimentos considerados como desencadenantes de migraña (como chocolate, queso curado, embutidos y bebidas alcohólicas)”. Asimismo, el estudio continúa mencionando que “los individuos con migraña crónica tenían una ingesta menor de cafeína en comparación con aquellos con migraña poco frecuente”
“Aún no está claro si estas diferencias se deben a los efectos biológicos de ciertos compuestos de estos desencadenantes de la migraña (como la cafeína, el alcohol, las aminas biógenas y los nitratos/nitritos) o si se deben a percepciones y creencias infundadas. Por lo tanto, el efecto de estos compuestos debería estudiarse en futuras investigaciones”, concluyen.