El dolor musculoesquelético crónico (CMD, por sus siglas en inglés) se define como dolor primario o secundario causado por huesos, articulaciones, músculos o tejidos blandos asociados, con una duración de tres meses o más. Los tipos más comunes de CMD incluyen dolor lumbar crónico, dolor de cuello, osteoartritis de las articulaciones de la cadera y la rodilla, y fibromialgia.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) informa que alrededor de 1.750 millones de personas en todo el mundo (aproximadamente 20-33 %) padecen diferentes formas de CMD.
El CMD no solo induce estímulos de dolor en los pacientes, sino que también tiene el potencial de causar depresión, ansiedad y alteraciones del sueño, que a su vez exacerban la experiencia del dolor. Además, el CMP afecta el envejecimiento cerebral, lo que conlleva un deterioro de la función cognitiva y un mayor riesgo de demencia.
Investigaciones recientes han destacado que el CMD está estrechamente vinculado a la aparición y el desarrollo de enfermedades metabólicas cardiovasculares (como diabetes, accidentes cerebrovasculares y cardiopatías) en personas de mediana edad y mayores, y se ha recomendado su inclusión en la prevención primaria y secundaria de la multimorbilidad en esta población.
La nutrición dietética no solo es un aspecto importante de la vida diaria, sino también un determinante modificable importante de las enfermedades crónicas. La nutrición, como un componente importante de la salud musculoesquelética, desempeña un papel de apoyo en los músculos, la estructura ósea y la regulación inmunológica. Los ácidos grasos esenciales, como el ácido araquidónico y el triptófano, que solo se pueden obtener de los alimentos, sirven como componentes del sistema de control del dolor endógeno del cuerpo. Además, varios tipos de CMD están relacionados con ciertos nutrientes dietéticos.
La deficiencia de ácidos grasos poliinsaturados omega-3 se asocia con la artritis, y su suplementación puede ayudar a aliviar el dolor de la artritis y reducir el uso de analgésicos. Por su parte, la ingesta insuficiente de selenio se asocia con la gravedad de la fibromialgia.
Algunas dietas proinflamatorias contribuyen a un mayor riesgo de osteoartritis de rodilla y otros síntomas relacionados con el dolor. La cafeína, es una de las bebidas más populares a nivel mundial, sin embargo, los resultados de los estudios sobre la relación entre la ingesta dietética de este compuesto y el CMD son actualmente inconsistentes.
En este contexto, una reciente investigación basada en 3.797 participantes individuos de la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición (NHANES) buscó evaluar la asociación entre la ingesta dietética de cafeína y el dolor musculo esquelético crónico.
Después del análisis de los datos, los investigadores hallaron una asociación positiva lineal entre el consumo de cafeína (analizado de forma continua o por cuartiles) y el dolor músculoesquelético crónico (CMD), el cual mantuvo la significación estadística tras controlar diversos factores influyentes. “Con base en estos hallazgos, las personas con CMD podrían beneficiarse de moderar su consumo de cafeína”, mencionan.
La cafeína, como metilxantina natural, se encuentra principalmente en el café, el té, el chocolate y las bebidas energéticas. Después de la administración oral, el cuerpo humano la absorbe completa y rápidamente, con una biodisponibilidad del 100 %, y puede atravesar libremente la barrera hematoencefálica.
Explican que la estructura de la cafeína es similar a la de la adenosina, lo que le permite antagonizar competitivamente sus receptores. De hecho, investigaciones previas citadas se han centrado en investigar la relación entre la cafeína y el dolor agudo, mostrando que la cafeína reduce la actividad antinociceptiva al inhibir competitivamente los receptores de adenosina A2A. Además, la cafeína también puede suprimir la síntesis de leucotrienos y prostaglandinas.
Con base en estos mecanismos, los investigadores comentan que la cafeína podría usarse como un complemento para mejorar los efectos de los analgésicos. Sin embargo, los resultados de los estudios sobre la relación entre la ingesta de cafeína y el dolor crónico siguen siendo inconsistentes. De hecho, en el nuevo estudio el riesgo de sufrir CMD fue aumentando de manera progresiva junto con los cuartiles, es decir, a mayor consumo de café, mayor riesgo de sufrir dolor muscular crónico.
Los expertos señalan que “el mecanismo específico subyacente a la correlación positiva entre la ingesta de cafeína en la dieta y el CMD necesita más investigación”. Sin embargo, los resultados son consistentes con la evidencia biológica existente.
En primer lugar, la cafeína altera la estructura del sueño al aumentar el cortisol y activar el sistema de estrés, lo que lleva a una disminución de la calidad del sueño. “La calidad reducida del sueño conduce a la acumulación de adenosina, que reduce el umbral del dolor, al mismo tiempo que aumenta los niveles de moléculas relacionadas con el dolor (como prostaglandinas y óxido nítrico) y disminuye los niveles de sustancias analgésicas (como la serotonina)”, explican.
Además, la cafeína inhibe la recaptación de glutamato, aumentando sus niveles alrededor de las neuronas, lo que mejora la actividad de los nociceptores y exacerba la sensibilización mecánica, causando en última instancia sensibilización periférica al dolor.
De igual forma, el consumo crónico de cafeína altera la sensibilidad de los receptores de adenosina (receptores A1 y A2A), debilitando la inhibición de las fibras aferentes nociceptivas (fibras C) y promoviendo una mejor transmisión de la señal de dolor, lo que conduce a un aumento en la percepción del dolor. “La cafeína no solo influye en la sensibilización periférica al dolor y la conducción de la señal de dolor, sino que también afecta la sensibilización central al dolor”, subrayan los autores.
Cabe destacar que el metabolismo de la cafeína está significativamente influenciado por factores genéticos, particularmente relacionados con los polimorfismos del gen CYP1A2. Las diferencias genéticas afectan la tasa de metabolismo de la cafeína en individuos. “Específicamente, los metabolizadores lentos de cafeína son más propensos a acumular cafeína, lo que puede amplificar sus efectos negativos sobre el dolor”, aclaran.
En resumen, la nueva investigación presenta evidencia epidemiológica que indica una cierta correlación positiva entre el consumo de cafeína en la dieta y el dolor musculoesquelético crónico. Sin embargo, concluyen sugiriendo que “futuros estudios prospectivos deberían confirmar estas asociaciones e investigar los posibles mecanismos entre la ingesta de cafeína y este dolor”.