La migraña se caracteriza por episodios recurrentes de fuertes dolores de cabeza unilaterales pulsátiles acompañados de náuseas, vómitos y mayor sensibilidad a la luz y al sonido. Se trata de un trastorno neurovascular grave e incapacitante que impone una enorme carga en la vida de las personas y la sociedad. Los resultados del Estudio de la Carga Mundial de Enfermedades de 2019 muestran que la migraña es la segunda causa principal de discapacidad en todo el mundo.
Actualmente, la migraña se trata principalmente con medicamentos. Sin embargo, debido a la mala adherencia a la medicación a largo plazo y las reacciones adversas a los medicamentos, en los últimos años, cada vez más investigadores comenzaron a centrarse en el importante papel de la dieta en la prevención de la migraña y el tratamiento agudo.
Los microbios seguros de los alimentos (probióticos) obtenidos a través de la dieta diaria pueden interactuar con la superficie mucosa del tracto digestivo para modular el sistema inmunológico, mejorar la función intestinal y reducir la susceptibilidad del cuerpo a enfermedades crónicas. Estudios previos han demostrado que la suplementación con probióticos o sintéticos podría reducir significativamente la frecuencia de los ataques de migraña y su intensidad. Sin embargo, ningún estudio ha investigado la relación entre el consumo dietético de microbios vivos y la migraña.
Por lo tanto, para abordar esta brecha de conocimiento, un equipo de investigadores se propuso como objetivo examinar la asociación entre la ingesta dietética de microbios vivos (probióticos) y la migraña utilizando datos de 13.443 participantes de la encuesta NHANES realizada entre 1999 y 2004.
El principal hallazgo del estudio fue que los microbios vivos en la dieta de moderados a altos se asociaron negativamente con la prevalencia de dolor de cabeza intenso y migraña. Asimismo, los autores destacan que el consumo de alimentos que aportan probióticos puede beneficiar a los adultos en la prevención de las crisis de migraña.
“En general, en todos los modelos, una mayor ingesta de microorganismos vivos en la dieta se asocia con un menor riesgo de incidencia de dolor de cabeza intenso o migraña”, subrayan.
“La ingesta de microbios vivos a través de la dieta generalmente se considera más segura que las intervenciones farmacológicas y presenta menos efectos adversos. Sin embargo, los probióticos pueden no ser adecuados para todas las personas y están contraindicados en ciertas poblaciones de pacientes, como personas con sistemas inmunitarios comprometidos y enfermedades graves”, explican.
Los expertos identifican diferentes mecanismos biológicos que podrían justificar esta asociación, algunos de ellos se comentaran a continuación. Primero, la teoría del eje microbioma-intestino-cerebro ha propuesto una nueva posibilidad para la patogénesis de la migraña. La flora intestinal puede participar en la regulación bidireccional del intestino y el sistema nervioso central a través de varias maneras, y luego afectar la función cerebral del huésped. “La disfunción del eje intestino-cerebro se ha relacionado con muchas enfermedades neurológicas, como trastornos del estado de ánimo y de ansiedad, esclerosis múltiple, enfermedad de Parkinson, enfermedad de Alzheimer y migraña”, comentan.
En segundo lugar, en el tracto gastrointestinal, las células inmunes y los mediadores inflamatorios, como la interleucina IL-6, IL-1β, IL-18 y el factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α), interferón gamma (IFN-γ), se han identificado como sensibilizadores de las terminaciones nerviosas aferentes y se reconocen como inductores del dolor visceral. Algunas citocinas proinflamatorias están asociadas con las migrañas y sus niveles aumentan durante los ataques de migraña. Un estudio citado por los autores ha demostrado que “la microbiota comensal es fundamental para el desarrollo del dolor inflamatorio y las interacciones entre el microbioma simbiótico y el huésped juegan un papel importante en la promoción de la adaptación al estrés ambiental, lo que puede resultar en daño tisular, inflamación y mayor percepción del dolor”.
“Los probióticos impactan la migraña al alterar la composición de la microbiota intestinal, reducir la permeabilidad intestinal y disminuir la transferencia de sustancias proinflamatorias”, resalta el nuevo artículo.
En resumen, la evidencia actual sugiere que la ingesta de microbios vivos puede tener efectos positivos para la salud de los pacientes con migraña al mejorar el microbioma intestinal. Sin embargo, los investigadores concluyen que “estudios futuros podrían revelar nuevas dianas terapéuticas, lo que generaría más opciones de tratamiento para quienes sufren migraña”.