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Neuroestrógeno: el arma secreta del cerebro contra el hambre

Neuroestrógeno: el arma secreta del cerebro contra el hambre

Al descifrar cómo interactúa el neuroestrógeno con otras hormonas, investigadores esperan desarrollar tratamientos innovadores que ataquen el apetito desde su origen: el cerebro
Neuroestrógeno: el arma secreta del cerebro contra el hambre
El neuroestrógeno potencia los mecanismos naturales del cuerpo para suprimir el apetito.

El estrógeno producido en el cerebro podría ayudar a controlar el apetito, lo que ofrece nuevas posibilidades para el tratamiento de la obesidad.

 

Los estrógenos son conocidos por su papel en la reproducción, pero un nuevo estudio de la Universidad de Salud de Fujita, Japón, revela que los neuroestrógenos (estrógenos producidos en el cerebro) desempeñan un papel clave en la regulación del apetito. Estas hormonas producidas en el cerebro potencian la expresión de un receptor supresor del apetito en el hipotálamo y mejoran la sensibilidad a la leptina. Los hallazgos destacan una nueva vía biológica que podría conducir a estrategias innovadoras para el manejo de la obesidad y los trastornos alimentarios.

 

Estas hormonas también se sintetizan en el cerebro

 

Durante años, los estrógenos fueron conocidos como las hormonas reproductivas producidas por los ovarios, pero descubrimientos recientes revelan que estas hormonas también se sintetizan en el cerebro a través de una enzima llamada aromatasa. Esta versión específica del cerebro del estrógeno se llama neuroestrógeno, y aunque su presencia ha sido conocida, su función precisa permaneció incierta, hasta ahora. Investigadores de la Universidad de Salud de Fujita revelan un descubrimiento innovador que sugiere el papel directo del neuroestrógeno en la regulación del apetito.

 

"Es bien sabido que MC4R (receptor de melanocortina-4) es un receptor importante en el cerebro que regula la ingesta de alimentos", explica el autor principal Takanori Hayashi, profesor asociado en la Facultad de Medicina de la Universidad de Salud de Fujita, Japón.

 

El estudio fue dirigido por el Dr. Hayashi y el Dr. Eiji Nishio de la Facultad de Medicina de la Universidad de Salud de Fujita, en colaboración con la Facultad de Medicina de la Universidad de Chiba y la Universidad de Fukuoka, Japón. Los hallazgos del estudio fueron publicados en línea en The FEBS Journal.

 

Para investigar el papel de los neuroestrógenos, el equipo empleó varios modelos de ratón, comparando animales que carecían de producción de estrógeno con aquellos que exhibían una síntesis activa de neuroestrógenos. Los ratones sin ovarios (OVX) y sin aromatasa (ArKO) mostraron un aumento notable en el peso corporal y el consumo de alimentos en comparación con los ratones normales.

 

Papel del gen de la aromatasa

 

Sin embargo, cuando el gen de la aromatasa se reactivó selectivamente en los cerebros de los ratones ArKO (cepa BrTG-ArKO), los animales mostraron una ingesta de alimentos significativamente menor en comparación con el grupo anterior. También mostraron un marcado aumento en la expresión de MC4R en el hipotálamo. Esto destaca que el neuroestrógeno producido por la aromatasa participó en la expresión de MC4R y, por lo tanto, condujo a la supresión del hambre.

 

Además, el estudio también reveló que el neuroestrógeno podría mejorar la respuesta del cerebro a la leptina, una hormona producida por las células grasas que ayuda a regular el hambre.

 

“Observamos que los ratones con neuroestrógenos restaurados respondieron con mayor eficacia al tratamiento con leptina”, señala el Dr. Hayashi. “Esto podría deberse a que el neuroestrógeno potencia los mecanismos naturales del cuerpo para suprimir el apetito”.

 

Además, los investigadores realizaron experimentos con cultivos celulares para confirmar cómo el neuroestrógeno podría aumentar directamente los niveles de MC4R en las neuronas hipotalámicas. Esto proporciona evidencia adicional de que sus efectos son localizados y no dependen del estrógeno ovárico.

 

El Dr. Hayashi elogia el éxito de su descubrimiento y comenta que “con su función recién descubierta, el neuroestrógeno podría ser un factor decisivo en el control del apetito y la lucha contra la obesidad”.

 

Una nueva solución a traves de la propia hormona cerebral

 

Dado que las tasas de obesidad a nivel mundial siguen aumentando y los tratamientos convencionales para la pérdida de peso suelen ser insuficientes, esta capacidad de influir en el apetito a través de la propia hormona cerebral abre una nueva y emocionante frontera para la investigación clínica y el desarrollo de fármacos.

 

Los autores señalan que a medida que se comprenda mejor la función fisiológica del neuroestrógeno, podría ser posible regular la actividad estrogénica con mayor precisión en el organismo. Esto podría tener implicaciones de gran alcance para la salud femenina, especialmente en el manejo de los desafíos hormonales propios de la vida, como la menopausia o el aumento de peso posparto.

 

El estudio supone un gran avance en la comprensión de cómo el cerebro regula el hambre y el equilibrio energético. Al descifrar cómo interactúa el neuroestrógeno con otras hormonas, los investigadores esperan desarrollar tratamientos innovadores que ataquen el apetito desde su origen: el cerebro.

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