Una nueva investigación, presentada en el Congreso Europeo sobre Obesidad de este año, ha revelado que, cuanto mayor es el índice de masa corporal (IMC) de una mujer durante el embarazo, mayor es el peso de su hijo desde el nacimiento hasta los diez años. Este hecho se observó independientemente de si la mujer participaba en una intervención dietética y de estilo de vida durante el embarazo o si recibió atención prenatal estándar. También se informó que el IMC del padre influye significativamente en el peso del hijo a los 10 años.
Los resultados son los datos más recientes del ensayo LIMIT, en el que participaron 2.121 mujeres embarazadas con sobrepeso u obesidad (edad promedio de 29,4 años, IMC mediano de 31,1 al inicio del embarazo). La mitad de las mujeres participaron en el grupo de atención prenatal que ofreció asesoramiento y apoyo para llevar una dieta saludable (por ejemplo, consumir más fruta y fibra a la vez que reducir la ingesta de carbohidratos refinados y grasas saturadas) y aumentar la actividad física. Las demás participantes recibieron atención prenatal estándar.
“Las mujeres con sobrepeso u obesidad tienen un mayor riesgo de complicaciones en el embarazo, como diabetes gestacional, hipertensión arterial, parto por cesárea y alto peso al nacer, así como de que sus hijos desarrollen obesidad”, afirma la investigadora y profesora Jodie Dodd. “Dado que aproximadamente el 50 % de las mujeres que inician el embarazo presentan sobrepeso u obesidad, el ensayo se realizó para determinar si los cambios en la dieta y la actividad física durante el embarazo podrían reducir estos riesgos”, añade.
Los resultados iniciales, publicados en 2014, mostraron que los bebés cuyas madres participaron en el grupo con una intervención dietética y de estilo de vida tenían un 18 % menos de probabilidades de tener un peso al nacer superior a 4 kg (8 lb 13 oz), un riesgo conocido de obesidad infantil. Sin embargo, no se observaron otras diferencias en los resultados del parto o maternidad, incluyendo las complicaciones del embarazo, entre ambos grupos. Los niños también fueron monitoreados durante su infancia. En este sentido, no se observaron diferencias en la salud ni en el crecimiento de los niños con respecto a las mujeres de los dos grupos.
Para este último estudio, la profesora Dodd y sus colegas examinaron el efecto del IMC materno al inicio del embarazo sobre el peso infantil y otras medidas de crecimiento tomadas al nacer, así como a los 6 meses, 18 meses, 3-5 años y 8-10 años.
De este modo, descubrieron que el crecimiento de un niño estaba relacionado con el IMC de su madre al comienzo del embarazo y que cada aumento de 5 kg/m2 en el IMC de una mujer estaba asociado con un aumento del IMC de su hijo de 0,11 kg/m2 al nacer, a 0,74 kg/m2 a los 8-10 años de edad.
El efecto del índice de masa corporal materno se hizo más evidente entre los 3 y los 5 años y fue particularmente notorio entre los 8 y los 10 años. Esto se observó en las diferentes medidas de crecimiento infantil estudiadas: IMC, peso y sus medidas estandarizadas. Además, el IMC paterno influyó en el peso y el índice de masa corporal del niño, especialmente entre los 8 y los 10 años.
Dodd afirma lo siguiente: “Sabemos que las mujeres con sobrepeso u obesidad tienen un mayor riesgo de sufrir complicaciones como la hipertensión arterial durante el embarazo. También sabemos que las intervenciones en el estilo de vida durante el embarazo son ineficaces para mejorar la salud de las mujeres y de su bebé/niño. Lo que descubrimos aquí fue que el IMC de una mujer al inicio del embarazo influye en el crecimiento de su hijo desde el nacimiento hasta los 8-10 años; por lo tanto, si el IMC de una mujer es más alto al inicio del embarazo, el riesgo de sobrepeso y obesidad de su hijo también aumenta. El padre también influye, ya que el IMC paterno contribuye a la obesidad infantil”.
Por tanto, “es fundamental que los profesionales sanitarios se centren en apoyar a las mujeres y sus familias para optimizar su salud y peso antes del embarazo, si queremos intervenir y, potencialmente, reducir el ciclo intergeneracional de la obesidad”, finaliza.