El Trastorno del Espectro Autista (TEA) se ha convertido en una preocupación creciente en el campo de la salud infantil. Frente a este escenario, los profesionales sanitarios tienen un rol decisivo al orientar a las mujeres embarazadas hacia hábitos que favorezcan el desarrollo neurológico de sus hijos. Recientemente, un estudio pionero ha identificado que la ingesta adecuada de ácidos grasos omega-3 durante el embarazo podría estar vinculada a un menor riesgo de TEA en la descendencia, un dato de alto valor para médicos, nutricionistas y otros especialistas que trabajan en salud materno-infantil.
El TEA es una condición que afecta el desarrollo neurológico, caracterizada por alteraciones en la comunicación, las relaciones sociales y patrones de comportamiento repetitivos. En Estados Unidos, se estima que uno de cada 59 niños presenta este diagnóstico. Aunque el aumento en la detección puede deberse a un mejor acceso al diagnóstico y mayor concienciación, también se sospecha la influencia de factores ambientales aún no del todo claros.
Los ácidos grasos omega-3, un tipo de grasas poliinsaturadas, son componentes esenciales del cerebro. Durante la gestación, estos nutrientes cumplen funciones estructurales y reguladoras claves, como la modulación de señales entre células nerviosas. La dieta de la madre es la única fuente de estos lípidos para el feto, lo que convierte su ingesta en una variable crítica durante el embarazo.
El proyecto “Markers of Autism Risk in Babies-Learning Early Signs” (MARBLES) investigó a mujeres embarazadas que ya tenían un hijo con TEA, un grupo con mayor probabilidad de volver a tener un hijo con la misma condición. Este diseño permitió explorar si el consumo de omega-3 podía incidir en el riesgo de repetir el diagnóstico. La evaluación se realizó mediante cuestionarios alimentarios y análisis bioquímicos del plasma materno.
El estudio utilizó un cuestionario validado (Block 2005 FFQ) para estimar la ingesta de omega-3 en dos momentos del embarazo: la primera mitad y la segunda mitad. Además, se tomaron muestras de sangre durante el tercer trimestre para medir directamente los niveles de estos nutrientes, permitiendo así correlacionar los momentos críticos de exposición con los desenlaces en los niños.
Los investigadores encontraron que un mayor consumo de omega-3 en la segunda mitad del embarazo se asoció con una reducción del 40% en el riesgo de desarrollar TEA. Aunque otros ácidos grasos, como el linoleico o el alfa-linolénico, no mostraron asociaciones significativas, los expertos señalan que “los omega-3 (particularmente, DHA y EPA) parecen tener un efecto protector”.
Durante los últimos meses del embarazo, el cerebro fetal crece a gran velocidad y requiere grandes cantidades de DHA. Estudios anteriores mostraron que la suplementación con aceite de hígado de bacalao durante el embarazo se asoció a un mejor rendimiento cognitivo en la infancia, lo que respalda los resultados obtenidos por el reciente estudio.
Los hallazgos coinciden con investigaciones previas, las cuales concluyeron que un bajo consumo de omega-3 en el embarazo podría aumentar el riesgo de TEA. Aunque las metodologías varían, el patrón general reafirma la relevancia de los omega-3.
Los autores advierten que su trabajo se centró en mujeres con antecedentes de TEA en la familia, por lo que “sus conclusiones podrían no aplicarse a todas las gestantes”. Además, los niveles de omega-3 se midieron solo en el último trimestre, de manera que no se tiene una imagen completa de toda la gestación.
En resumen, la nueva investigación refuerza la importancia de una dieta materna rica en omega-3 como posible estrategia para reducir el riesgo de TEA. Si bien aún se necesita más investigación, los hallazgos ofrecen una herramienta concreta para los profesionales de la salud que acompañan a las mujeres durante el embarazo.
Por lo tanto, recomendar el consumo regular de pescados ricos en omega-3 (como salmón, sardinas o caballa) o sugerir suplementos adecuados son estrategias posibles. Además, brindar educación sobre cómo incorporar estos nutrientes de manera segura es fundamental en la atención prenatal.