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El impacto de la dieta y la calidad del sueño sobre el riesgo cardiovascular

El impacto de la dieta y la calidad del sueño sobre el riesgo cardiovascular

Hay evidencia emergente de que el sueño y la dieta pueden influirse mutuamente de forma bidireccional, lo que destaca la posible influencia conjunta de múltiples comportamientos de estilo de vida sobre el riesgo de enfermedad cardiovascular
ECV, sueño y dieta
Las enfermedades cardiovasculares representan la principal causa de muerte a nivel mundial

Un sueño saludable y hábitos alimentarios son reconocidos como componentes esenciales de un estilo de vida que reduce el riesgo de enfermedad cardiovascular (ECV), la principal causa de muerte en todo el mundo. Llevar una dieta saludable con regularidad es un comportamiento protector bien establecido para enfermedades cardiovasculares y otras enfermedades crónicas. Un sueño insuficiente y de mala calidad también se asocia con un mayor riesgo de ECV. 

 

Otras investigaciones han destacado el impacto de la alteración y desalineación circadiana en los resultados de salud cardiometabólicos, como lo demuestran estudios en trabajadores por turnos. La irregularidad en el horario o la duración del sueño puede ser un marcador de alteración o desalineación circadiana en la población en general. Estos hallazgos destacan la importancia de la regularidad del sueño, más allá de la duración y la calidad, para la salud cardiometabólica. Los estudios han demostrado que el sueño irregular, medido por la variabilidad en la duración o el horario del sueño, está asociado con factores de riesgo de ECV, ECV incidente y mortalidad. 

 

También hay evidencia emergente de que el sueño y la dieta pueden influirse mutuamente de forma bidireccional, lo que destaca la posible influencia conjunta de múltiples comportamientos de estilo de vida sobre el riesgo de ECV. La restricción experimental del sueño se asocia con malas elecciones dietéticas al día siguiente (por ejemplo, mayor preferencia por dulces y alimentos con mayor energía total), y tanto el sueño corto como el de mala calidad (incluido el sueño irregular) se asocian con una dieta de baja calidad en cohortes observacionales. En la otra dirección, ciertos alimentos, patrones dietéticos y perfiles de macronutrientes pueden influir en el sueño. 

 

Dado que la calidad de la dieta y la regularidad del sueño influyen en la salud cardiovascular y a menudo coexisten, es importante cuantificar sus efectos conjuntos sobre el riesgo de ECV, especialmente dado el posible impacto a nivel poblacional de este patrón de comportamiento. Sin embargo, muy pocos estudios han intentado estimar estos efectos conjuntos. 

 

Una comprensión más clara de cómo estos comportamientos influyen conjuntamente en el riesgo de ECV, y si existen interacciones sinérgicas o antagónicas, podría informar la focalización de la intervención y la asignación de recursos hacia los pacientes con mayor riesgo. Este conocimiento también puede respaldar el desarrollo de intervenciones de múltiples componentes y conducir a estrategias de tratamiento más efectivas para la prevención de la ECV.

 

De esta manera, el objetivo de un reciente estudio fue investigar el impacto conjunto de la regularidad del sueño (según el horario y la duración) y la calidad de la dieta en el riesgo de ECV, así como evaluar la posible interacción entre estos comportamientos. 

 

Para ello, incluyeron 1782 participantes sin ECV con medidas válidas de dieta y sueño en 2010-2013 y se les hizo seguimiento hasta 2020 para la detección de ECV incidente. El horario de sueño y la regularidad de la duración se evaluaron mediante la DE intraindividual de la hora de inicio del sueño y la duración a lo largo de una actigrafía de 5 a 7 días. El Índice de Alimentación Saludable Alternativo de 2010 evaluó la calidad de la dieta.

 

Alimentación y sueño: ¿factores individuales o sinérgicos para el riesgo cardiovascular? 

 

Los resultados mostraron que los participantes con la combinación de sueño irregular y baja calidad de la dieta tuvieron mayor riesgo de ECV en comparación con aquellos con sueño regular y alta calidad de la dieta y en comparación con tener solo uno de estos comportamientos adversos. Específicamente, aquellos con baja calidad de la dieta y horario de sueño regular tuvieron un 56% más de riesgo de ECV, y aquellos con baja calidad de la dieta y duración irregular del sueño tuvieron un 70% más de riesgo de ECV, en comparación con los individuos con alta calidad de la dieta y sueño regular.

 

“Nuestros resultados indicaron una asociación individual ligeramente mayor entre la mala calidad de la dieta y la ECV, en comparación con el sueño irregular y la ECV, al utilizar el mismo grupo de referencia. Si bien es interesante, este hallazgo no debe sobreinterpretarse, ya que no podemos comparar directamente las estimaciones en función de los niveles utilizados para definir la mala calidad de la dieta y el sueño irregular, que son intrínsecamente diferentes”, comentan los autores. 

 

El presente estudio no ofrece evidencia de si la regularidad del sueño y la calidad de la dieta se influyen entre sí, pero resaltan la hipótesis de que “quienes están doblemente agobiados por el sueño irregular y la mala calidad de la dieta enfrentan el mayor riesgo de ECV en comparación con la exposición a ninguno o solo a uno de estos comportamientos”.  

 

“Independientemente de cómo o si estos comportamientos se influyen entre sí, nuestro estudio sugiere que mejorar al menos uno de estos comportamientos (regularidad del sueño o calidad de la dieta) es mucho más beneficioso que no mejorar ninguno de ellos”, subrayan los expertos. 

 

En palabras de los investigadores, “estos resultados refuerzan las recomendaciones para lograr una dieta saludable y patrones de sueño regulares, mediante enfoques que integren múltiples estilos de vida, para la reducción del riesgo cardiovascular, especialmente entre quienes se ven afectados por un estilo de vida alterado, marcado conjuntamente por estos comportamientos poco saludables”.

 

En conclusión, este estudio es uno de los primeros en aportar evidencia de que el efecto combinado de una dieta deficiente y un sueño irregular aumenta sustancialmente el riesgo de ECV. No se detectaron interacciones sinérgicas o antagónicas, ya sean aditivas o multiplicativas, lo que indica que “el efecto conjunto representa fielmente el riesgo combinado de los riesgos individuales de una dieta deficiente y un sueño irregular”. 

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