El cáncer de páncreas es uno de los tipos de cáncer más mortales, con una mortalidad del 87 % de los pacientes en un plazo de cinco años. Estudios previos han demostrado que la obesidad puede aumentar el riesgo de cáncer de páncreas en aproximadamente un 50 %.
En un nuevo estudio de la Universidad de California, investigadores demostraron que cambiar de una dieta rica en grasas a una baja en grasas retrasó el desarrollo de precáncer de páncreas en ratones, incluso después del inicio del aumento de peso y de los cambios precancerosos. La investigación se publicó en la revista Journal of Nutrition.
“Este estudio demuestra que controlar el exceso de peso corporal es fundamental”, afirmó el autor Gerardo Mackenzie. “Nuestros hallazgos sugieren que quizás nunca sea demasiado tarde para hacer un cambio en la dieta y, aun así, tener un impacto significativo en la progresión del cáncer”, agrega.
Se utilizó un modelo murino diseñado para simular el desarrollo del cáncer de páncreas. Los ratones recibieron una dieta rica en grasas o una dieta baja en grasas durante 21 semanas. Un tercer grupo recibió una dieta rica en grasas durante las primeras ocho semanas y luego cambió a una dieta baja en grasas durante 13 semanas.
Los ratones que mantuvieron la dieta rica en grasas aumentaron más de peso y mostraron signos tempranos de cáncer de páncreas. Los ratones que cambiaron de dieta recuperaron su peso normal y evitaron la aceleración de los cambios precancerosos en el páncreas.
En el actual estudio también observaron cambios en el microbioma intestinal, la expresión genética y la comunicación intercelular (factores que se sabe que influyen en el riesgo de cáncer) que parecieron normalizarse después de cambiar la dieta. "Creo que existe un enorme potencial para que los cambios en el estilo de vida, como cambiar la dieta, cambien realmente lo que sucede a nivel celular", resalta la primera autora Joanna Wirkus.
“Con el apoyo adecuado, es posible controlar el peso”. “Quiero animar a la gente a saber que la dieta es una herramienta muy poderosa para mejorar la salud general”, señala.
Se empleó una dieta rica en grasas y baja en azúcar, aislando intencionalmente el impacto de la grasa de los efectos del azúcar, que suelen combinarse en las dietas occidentales. Esto permitió a los investigadores identificar con mayor claridad cómo la grasa alimentaria por sí sola contribuye a la obesidad y al riesgo de cáncer.
Investigaciones previas solían utilizar dietas ricas en grasas y azúcares en modelos animales. Sin embargo, cuando los expertos probaron dietas moderadas en grasas sin azúcar, los ratones no desarrollaron obesidad. Si bien los resultados son alentadores, Wirkus es cuidadosa al señalar que este es un estudio preclínico con ratones, no una “receta para personas”.
“Es muy difícil estudiar el riesgo de cáncer de páncreas en etapas tempranas en humanos. No se puede simplemente biopsiar un páncreas sano”. “Por eso estos modelos son tan importantes”, remata.