Se proyecta que la prevalencia de la demencia aumentará de 57,4 millones de casos en 2019 a 152,8 millones en 2050, lo que plantea un desafío creciente para la salud pública. Como los tratamientos efectivos para la demencia siguen sin estar disponibles, la investigación se ha centrado cada vez más en identificar factores de riesgo modificables. Si bien se han identificado numerosos factores del estilo de vida, como el tabaquismo, el consumo de alcohol y la inactividad física, el papel de la dieta sigue siendo un tema de debate.
Los estudios observacionales han demostrado que los patrones dietéticos saludables, como la dieta mediterránea, la dieta de Enfoques Dietéticos para Detener la Hipertensión (DASH) y la dieta de Intervención Mediterránea-DASH para el Retraso Neurodegenerativo (MIND), se asocian con una reducción del deterioro cognitivo y un menor riesgo de demencia, aunque la evidencia de ensayos controlados aleatorios es limitada.
Dado su papel en la salud cognitiva, la dieta se considera cada vez más en un contexto más amplio, incluido su impacto en la sostenibilidad, una consideración que está ganando importancia dado el creciente interés en dietas que apoyan la salud individual y planetaria.
Para abordar esto, en 2019 la Comisión internacional EAT-Lancet propuso la dieta EAT-Lancet, una dieta de referencia saludable alineada con los objetivos de sostenibilidad. Esta dieta enfatiza los granos integrales, las frutas, las verduras, los frutos secos, las legumbres, los aceites insaturados, cantidades conservadoras de mariscos y aves de corral, y limita la carne roja, la carne procesada, el azúcar agregado, los granos refinados y las verduras con almidón.
Aunque hay cada vez más pruebas de que la dieta EAT-Lancet se asocia a un menor riesgo de enfermedades no transmisibles como diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y cáncer, la asociación con la función cognitiva sigue estando poco investigada.
Por lo tanto, un nuevo estudio estableció como objetivo examinar la asociación entre la adherencia a la dieta EAT-Lancet y la función cognitiva y el deterioro en 1371 adultos mayores (55 a 99 años) del Estudio Longitudinal del Envejecimiento de Ámsterdam (LASA).
La adherencia a la dieta EAT-Lancet se evaluó mediante un índice de calidad de la dieta basado en un cuestionario de frecuencia alimentaria de 238 ítems. Las áreas cognitivas, cognición global (MMSE), velocidad de procesamiento de la información (tarea de codificación), memoria episódica (prueba de 15 palabras) y función ejecutiva (fluidez verbal), se midieron cada tres años.
Los resultados mostraron que una mayor adherencia a la dieta EAT-Lancet se asoció con una mejor función ejecutiva, así como con una disminución más lenta de la velocidad de procesamiento de la información. No se observaron asociaciones significativas con la memoria episódica ni con la función cognitiva global.
“No observamos diferencias consistentes según el sexo en las asociaciones entre la calidad de la dieta y la función cognitiva. Para la dieta EAT-Lancet, las asociaciones fueron similares para hombres y mujeres”, mencionan los autores.
Por el contrario, señalan que “las asociaciones con la memoria episódica parecieron ser algo más fuertes en las mujeres”. Además, solo las mujeres con mayor adherencia a estos patrones dietéticos mostraron un declive más lento en la memoria episódica, mientras que no se observaron tales asociaciones en los hombres.
“Nuestros hallazgos son consistentes con evidencia abundante que muestra que los patrones dietéticos con un enfoque más basado en plantas como las dietas mediterránea, DASH y MIND, que comparten similitudes con la dieta EAT-Lancet, están asociados con un declive cognitivo más lento y un menor riesgo de demencia”, destacan.
El nuevo estudio reafirma que “la dieta EAT-Lancet no solo está asociada con un riesgo reducido de enfermedades no transmisibles como diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y cáncer, sino también con mejor salud cognitiva en la vejez”.
Sin embargo, advierte que “además de la salud cognitiva, también es importante considerar el impacto de la dieta EAT-Lancet en otros resultados de salud relevantes para los adultos mayores”. Esto se debe a que “la ingesta limitada de productos animales en la dieta EAT-Lancet genera inquietudes sobre posibles deficiencias en nutrientes abundantes en alimentos de origen animal, como proteínas, vitamina B12, calcio, hierro y zinc”.
De esta manera, recomiendan que “para optimizar al máximo los beneficios de la dieta EAT-Lancet en adultos mayores, puede ser necesario proporcionar orientación adicional para asegurar una ingesta adecuada de nutrientes”.
En resumen, este estudio reveló que una mayor adherencia a la dieta de referencia EAT-Lancet se asoció con una mejor función ejecutiva y un deterioro más lento de la velocidad de procesamiento de la información en adultos mayores neerlandeses.
En base a los hallazgos, los investigadores concluyen que “la dieta EAT-Lancet no solo se asocia con un menor riesgo de enfermedades no transmisibles, como la diabetes tipo 2 y las enfermedades cardiovasculares, sino también con una mejor salud cognitiva en la vejez”.