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La importancia de la masticación en el manejo nutricional del envejecimiento

La importancia de la masticación en el manejo nutricional del envejecimiento

El estudio destaca la importancia crucial de la función masticatoria, la microbiota oral y la salud intestinal para mantener una nutrición adecuada y el bienestar general en las personas mayores
Masticacion adulto mayor
Subrayan la necesidad de un enfoque multidisciplinario que integre la atención dental y nutricional.

El envejecimiento es un proceso fisiológico multifactorial que conduce a cambios significativos en varias funciones corporales, incluidas las relacionadas con la salud bucal y digestiva. A medida que las personas envejecen, a menudo hay un deterioro de la salud bucal, como pérdida de dientes, reducción de la fuerza masticatoria y disminución de la salivación, junto con cambios en la función gastrointestinal, incluida la motilidad lenta y alteraciones en la composición de la microbiota intestinal.  

 

La disbiosis, un desequilibrio en la comunidad microbiana marcado por una diversidad reducida y la prevalencia de especies proinflamatorias, se observa más comúnmente en personas mayores en comparación con adultos más jóvenes. Si bien el sistema digestivo mantiene una resiliencia notable con la edad, las comorbilidades y el proceso de envejecimiento en sí pueden afectar negativamente la digestión, absorción e integridad intestinal de los nutrientes.  

 

En Europa, se estima que la prevalencia de la desnutrición entre los adultos mayores que viven en la comunidad oscila entre el 10% y el 30%, según el país y el entorno. A nivel mundial, la Organización Mundial de la Salud informa que hasta una de cada tres personas mayores está en riesgo de desnutrición, particularmente en poblaciones institucionalizadas u hospitalizadas. 

 

La masticación, un fenómeno de implicaciones sistémicas en el envejecimiento  

 

La masticación es la primera etapa de la digestión y cumple múltiples funciones esenciales para asegurar la utilización eficaz de los nutrientes. Al descomponer mecánicamente los alimentos y mezclarlos con la saliva (que contiene enzimas digestivas como la amilasa), la masticación facilita una mayor digestión y absorción de nutrientes en el intestino delgado. Además, el acto de masticar desencadena respuestas neurofisiológicas a nivel central (reflejos cefálico-vagales) que estimulan la secreción de jugos gástricos y pancreáticos y aumentan la motilidad gastrointestinal.  

 

Por el contrario, los hábitos alimentarios que limitan la estimulación masticatoria, como las dietas compuestas predominantemente de alimentos blandos o líquidos, pueden alterar el equilibrio digestivo y microbiano. De esta manera, la textura de los alimentos y la necesidad de masticación no solo afectan la digestión mecánica, sino que también influyen en la composición microbiana y la salud intestinal a través de la interacción dieta-microbiota-huésped. 

 

Dadas estas observaciones, se ha planteado la hipótesis de que la función masticatoria reducida puede contribuir tanto a la disbiosis como a la malnutrición en los adultos mayores. La evidencia reciente apoya esta hipótesis tanto biológica como clínicamente. Por un lado, los estudios de la microbiota oral han demostrado que la capacidad masticatoria influye significativamente en el ecosistema microbiano de la boca: las personas mayores con dificultades masticatorias significativas muestran una diversidad de microbiota salival disminuida y una composición bacteriana alterada en comparación con aquellos con masticación normal.  

 

Dado que la microbiota oral actúa como una "puerta de entrada" al tracto gastrointestinal, dichas alteraciones pueden tener repercusiones en la microbiota intestinal, por ejemplo, a través de la deglución continua de bacterias orales y la producción reducida de saliva (que normalmente ayuda a controlar los patógenos). Por otro lado, la masticación deteriorada afecta las elecciones dietéticas de las personas mayores, a menudo llevándolas a seleccionar alimentos más fáciles de masticar que son nutricionalmente más pobres.  

 

Numerosos estudios han confirmado que los adultos mayores con pérdida dental severa o baja eficiencia masticatoria tienden a tener una ingesta reducida de muchas clases de nutrientes: por ejemplo, la ingesta de proteínas, fibra, minerales (como potasio y calcio) y vitaminas era significativamente menor que la de las personas con dentición funcional. Por lo tanto, no es sorprendente que la dificultad para masticar también se asocie con un mayor riesgo de desnutrición.  

 

En otras palabras, la función masticatoria reducida es uno de los determinantes de la desnutrición en los adultos mayores. Este fenómeno es parte de una condición más amplia conocida como "fragilidad oral": un deterioro de la función oral (como pérdida de dientes, debilidad de los músculos bucales y dificultad para masticar y tragar) que se ha relacionado con un mayor riesgo de discapacidad, sarcopenia y mortalidad en adultos mayores.  

 

La fragilidad oral y nutricional a menudo se retroalimentan, creando un círculo vicioso en el que la mala masticación contribuye a la desnutrición y al desequilibrio microbiano, lo que, a su vez, empeora la salud general de los adultos mayores frágiles. 

 

A pesar del creciente reconocimiento de estas interconexiones, la integración de la función oral en los marcos de atención nutricional para las poblaciones que envejecen sigue siendo inconsistente en la práctica clínica. La separación histórica entre las ciencias odontológicas y nutricionales ha dado lugar a menudo a intervenciones fragmentadas, lo que limita su eficacia a largo plazo. Existe una necesidad apremiante de unificar estos ámbitos bajo un marco común para abordar con mayor eficacia los complejos desafíos del envejecimiento. 

 

En este contexto, una nueva revisión llevo adelante un análisis exhaustivo del rol de la masticación en el envejecimiento, explorando su impacto en la microbiota bucal, la salud intestinal y el estado nutricional en general. De esta manera, también se podrían pensar posibles estrategias para mejorar la masticación y mantener un microbioma intestinal saludable mediante intervenciones como modificaciones dietéticas, cuidado bucal y rehabilitación, promoviendo así enfoques holísticos y multidisciplinarios para apoyar las necesidades nutricionales y la calidad de vida de los adultos mayores. 

 

Microbiota oral y salud intestinal 

 

Varios estudios examinaron el impacto de la disfunción masticatoria en la microbiota oral y su posible vínculo con la salud intestinal. Se encontró que las personas con capacidad de masticación deteriorada tenían una diversidad reducida de especies microbianas orales, con una sobrerrepresentación de ciertas bacterias proinflamatorias como las especies de Lactobacillus y Streptococcus.  

 

“Esta disbiosis puede contribuir a la inflamación local en la cavidad oral y aumentar el riesgo de respuestas inflamatorias sistémicas. Además, estos cambios en la microbiota oral pueden tragarse, lo que influye en la microbiota intestinal y contribuye potencialmente a trastornos gastrointestinales como estreñimiento, movimientos intestinales alterados y un mayor riesgo de permeabilidad intestinal e inflamación”, explican los autores. 

 

En este sentido, mencionan que “los ejercicios de masticación pueden incluir la masticación repetitiva de chicle sin azúcar, entrenamiento con ayudas para masticar especialmente diseñadas o alimentos texturizados, y ejercicios isométricos que involucran los músculos de la mandíbula”. “Estas actividades tienen como objetivo mejorar el tono muscular masticatorio, la coordinación y la fuerza de mordida en personas mayores con función oral en declive. La masticación reducida no solo afecta la ingesta de nutrientes, sino que también perjudica la eficiencia digestiva”, destacan.  

 

De acuerdo con el nuevo trabajo científico, las intervenciones dirigidas a mejorar la función masticatoria, como las prótesis dentales, los ejercicios de masticación y las modificaciones dietéticas, tienen efectos positivos en la ingesta nutricional y la salud general. Por ejemplo, mencionan que “los pacientes de edad avanzada que recibieron tratamientos dentales protésicos demostraron una mejora en su capacidad de masticar y, posteriormente, en su ingesta de nutrientes”.  

 

Además, los estudios incluidos también mostraron que los adultos mayores que recibieron asesoramiento dietético para incluir más alimentos ricos en fibra y nutrientes, a pesar de tener problemas dentales, podrían mejorar significativamente su estado nutricional y su salud intestinal.  

 

La intervención nutricional y odontológica integrada es clave para mejorar los resultados 

 

De esta manera, los expertos abogan por un “enfoque integrado y multidisciplinario para el cuidado de las poblaciones mayores”. “Las personas mayores que recibieron atención coordinada de nutricionistas y profesionales dentales tuvieron mejor salud bucal, mejor masticación y fueron menos propensas a sufrir desnutrición. Este enfoque no solo mejora la función masticatoria, sino que también ayuda a restaurar una microbiota bucal e intestinal más equilibrada, reduciendo así la inflamación y promoviendo una mejor digestión”, justifican. 

 

Los resultados subrayan el papel crucial de la función masticatoria para mantener una nutrición adecuada y la salud gastrointestinal en las personas mayores. El deterioro de la capacidad masticatoria en los adultos mayores no es solo un problema bucal localizado, sino que tiene implicaciones de gran alcance para la salud general. “A medida que la población de personas mayores continúa creciendo a nivel mundial, es fundamental preservar la función masticatoria mediante la atención preventiva, la rehabilitación y las intervenciones dietéticas”, aseguran.  

 

Dado el impacto de la función masticatoria en la nutrición y la salud, subrayan que “las intervenciones dirigidas a la capacidad de masticación deben considerarse una parte integral del cuidado nutricional para las personas mayores”. La rehabilitación dental, incluido el uso de dentaduras postizas o implantes, junto con ejercicios masticatorios, puede mejorar significativamente la eficiencia de la masticación y, a su vez, mejorar la ingesta dietética. El asesoramiento dietético para fomentar alimentos ricos en nutrientes, incluso en personas con capacidad de masticación reducida, también fu considerado crucial.  

 

Además de la rehabilitación dental y el asesoramiento dietético, las estrategias emergentes incluyen la suplementación probiótica dirigida para reequilibrar la microbiota oral e intestinal, el entrenamiento masticatorio basado en biorretroalimentación y el desarrollo de texturas de alimentos personalizadas para personas mayores con deficiencias dentales.  

 

En resumen, el estudio destaca la importancia crucial de la función masticatoria, la microbiota oral y la salud intestinal para mantener una nutrición adecuada y el bienestar general en las personas mayores. Una masticación deficiente no solo altera la ingesta de nutrientes, sino que también promueve la disbiosis oral, que puede agravar aún más la inflamación gastrointestinal y sistémica, contribuyendo así a la progresión de las enfermedades relacionadas con la edad. 

 

Los hallazgos subrayan la necesidad de un enfoque holístico y multidisciplinario para el cuidado de los adultos mayores, que integre la atención dental y nutricional. “Las intervenciones dirigidas a mejorar la función masticatoria, como la rehabilitación dental y el asesoramiento dietético, pueden mejorar significativamente la ingesta de nutrientes, restablecer el equilibrio microbiano y reducir la inflamación, mejorando así la calidad de vida y reduciendo el riesgo de desnutrición y fragilidad”, concluyen.

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