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¿Cómo afecta la ubicación del tejido adiposo al desarrollo de Alzheimer?

¿Cómo afecta la ubicación del tejido adiposo al desarrollo de Alzheimer?

Los investigadores han vinculado la grasa corporal visceral en la mediana edad con la enfermedad de Alzheimer hasta 20 años antes de que aparezcan los síntomas
Ubicación tejido adiposo y Alzheimer
Han vinculado un tipo de grasa corporal con las proteínas anormales en el cerebro que son características del Alzheimer.

Los investigadores han vinculado un tipo específico de grasa corporal con las proteínas anormales en el cerebro que son características de la enfermedad de Alzheimer hasta 20 años antes de que aparezcan los primeros síntomas de demencia, según un estudio presentado en Norteamérica. Enfatizaron que las modificaciones del estilo de vida dirigidas a reducir esta grasa podrían influir en el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer.

 

"Este resultado crucial se descubrió porque investigamos la patología de la enfermedad de Alzheimer ya en la mediana edad (entre los 40 y los 50 años), cuando la patología de la enfermedad está en sus primeras etapas y las modificaciones potenciales como la pérdida de peso y la reducción de la grasa visceral son más efectivas como medio para prevenir o retrasar la aparición de la enfermedad", explica la autora principal del estudio, Mahsa Dolatshahi, investigadora asociada postdoctoral en el Instituto de Radiología Mallinckrodt (MIR) en la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis, Missouri.

 

Según la Asociación de Alzheimer de EEUU, unos 6,9 millones de estadounidenses de 65 años o más padecen la enfermedad. La asociación estima que esta cifra podría aumentar a 13 millones en 2050, a menos que se produzcan avances médicos para prevenir o curar la enfermedad.

 

La reducción de grasas y su influencia en el desarrollo del Alzheimer

 

Los científicos se centraron en el vínculo entre factores modificables relacionados con el estilo de vida, como la obesidad, la distribución de la grasa corporal y los aspectos metabólicos, y la patología de la enfermedad de Alzheimer.

 

En el estudio se incluyeron 80 personas de mediana edad cognitivamente normales (edad media: 49,4 años, mujeres: 62,5 %). Aproximadamente el 57,5 ​​% de los participantes eran obesos y el índice de masa corporal (IMC) medio de los participantes era de 32,31. Los participantes se sometieron a una tomografía por emisión de positrones (PET) cerebral, una resonancia magnética corporal y una evaluación metabólica (mediciones de glucosa e insulina), así como a un panel de lípidos (colesterol). Se realizaron resonancias magnéticas del abdomen para medir el volumen de la grasa subcutánea (la grasa debajo de la piel) y la grasa visceral (grasa oculta profunda que rodea los órganos).

 

"Investigamos la asociación del IMC, la grasa visceral, la grasa subcutánea, la fracción de grasa hepática, la grasa del muslo y el músculo, así como la resistencia a la insulina y el HDL (colesterol bueno), con la deposición de amiloide y tau en la enfermedad de Alzheimer", señala el Dr. Dolatshahi, miembro del Laboratorio Raji en el Centro de Investigación de Laboratorios de Neuroimagen del MIR.

 

Asimismo, se utilizaron escáneres de los músculos del muslo para medir el volumen de músculo y grasa. La patología de la enfermedad de Alzheimer se midió utilizando escáneres PET con trazadores que se unen a las placas amiloides y los ovillos de tau que se acumulan en los cerebros de las personas con enfermedad de Alzheimer.

 

Altos niveles de grasa visceral y su relación con un aumento de amiloide

 

Los resultados revelaron que los niveles más elevados de grasa visceral estaban relacionados con un aumento de amiloide, lo que explica el 77 % del efecto del IMC elevado sobre la acumulación de amiloide. Otros tipos de grasa no explicaron el aumento de la patología de Alzheimer relacionada con la obesidad.

 

"Nuestro estudio demostró que una mayor cantidad de grasa visceral se asociaba con mayores niveles de PET de las dos proteínas patológicas características de la enfermedad de Alzheimer: amiloide y tau", afirma Dolatshahi. "Hasta donde sabemos, nuestro estudio es el único que demuestra estos hallazgos en la mediana edad, cuando nuestros participantes están a décadas de desarrollar los primeros síntomas de la demencia que resulta de la enfermedad de Alzheimer".

 

También se corroboró que una mayor resistencia a la insulina y un nivel más bajo de HDL estaban asociados con un nivel elevado de amiloide en el cerebro. Los efectos de la grasa visceral sobre la patología amiloide se redujeron parcialmente en las personas con un nivel más alto de HDL.

 

Por su parte, Cyrus A. Raji, profesor asociado de radiología en MIR, comenta que "una implicación clave de nuestro trabajo es que el manejo del riesgo de Alzheimer en la obesidad deberá incluir la atención a los problemas metabólicos y lipídicos relacionados que a menudo surgen con un mayor nivel de grasa corporal".

 

“Aunque investigaciones anteriores han demostrado el papel del IMC alto en el daño a las células del cerebro, ningún estudio similar ha investigado el papel diferencial de la grasa visceral y subcutánea o el perfil metabólico, especialmente en términos de patología amiloide del Alzheimer ya en la mediana edad”, agrega Dolatshahi. "Este estudio va más allá de utilizar el IMC para caracterizar la grasa corporal con mayor precisión mediante resonancia magnética y, al hacerlo, revela información clave sobre por qué la obesidad puede aumentar el riesgo de enfermedad de Alzheimer".

 

Grasa visceral reduce el flujo sanguíneo en el cerebro

 

Los Dres. Raji, Dolatshahi y sus compañeros también han presentado un estudio que muestra cómo la obesidad y la grasa visceral reducen el flujo sanguíneo en el cerebro.

 

Los investigadores realizaron resonancias magnéticas cerebrales y abdominales a individuos de mediana edad cognitivamente normales con un amplio rango de IMC y compararon el flujo sanguíneo cerebral total y regional en resonancias magnéticas cerebrales en individuos con grasa visceral y subcutánea alta versus baja. El grupo con grasa visceral alta mostró un flujo sanguíneo cerebral total más bajo. No se observó ninguna diferencia significativa en el flujo sanguíneo cerebral en los grupos con grasa subcutánea alta versus baja.

 

"Este trabajo tendrá un impacto considerable en la salud pública porque casi tres de cada cuatro estadounidenses tienen sobrepeso o son obesos. Saber que la obesidad visceral afecta negativamente al cerebro abre la posibilidad de que el tratamiento con modificaciones del estilo de vida o medicamentos adecuados para bajar de peso pueda mejorar el flujo sanguíneo cerebral y potencialmente reducir la carga y el riesgo de enfermedad de Alzheimer", concluye el Dr. Raji.

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