Un estudio publicado en Annals of Internal Medicine ha analizado el efecto del ayuno intermitente 4:3 en la pérdida de peso.
Con el objetivo de analizar más a fondo este trabajo, la Dra. Maria Chondronikola, investigadora principal y responsable de nutrición humana en los Laboratorios de investigación metabólica de la Universidad de Cambridge, afirma que se trata de “un estudio fascinante sobre un tema que ha suscitado un gran interés científico y público, este mismo es de alta calidad y su conclusión sobre el efecto del ayuno intermitente 3:4 en la pérdida de peso está bien fundamentada”.
Además, comenta que “los resultados indican que el grupo del ayuno intermitente 3:4 logró una pérdida de peso significativamente mayor después de 12 meses, probablemente debido a una mayor reducción de la ingesta calórica durante la intervención de 12 meses”. Sin embargo, refiere que aún “no está claro si las mejoras superiores en el marcador de sensibilidad a la insulina observadas en el grupo del ayuno intermitente 3:4 se debieron a una mayor pérdida de peso o si fueron resultado de un efecto directo del ayuno intermitente”.
“El comunicado de prensa no refleja con total precisión los hallazgos del estudio. No se observaron diferencias estadísticamente significativas entre los dos grupos en cuanto a la presión arterial, los niveles de colesterol total y lipoproteínas de baja densidad, ni la glucemia en ayunas. Esto no es sorprendente, ya que el estudio no se diseñó específicamente para evaluar los efectos del ayuno 4:3 en la salud cardiometabólica”, expresa Chondronikola.
Sin embargo, subraya que “es posible que una dieta 4:3, combinada con un programa intensivo de apoyo conductual dirigido por un dietista, pueda generar mejores resultados en la pérdida de peso que la restricción calórica estándar”.
Por su parte, el Dr. Adam Collins, profesor asociado de Nutrición de la Universidad de Surrey, afirmó que la solidez de este estudio reside en la administración de los dos enfoques dietéticos dentro de un programa conductual con apoyo para la pérdida de peso.
“Los autores también han utilizado una interesante medida objetiva del déficit energético (calórico) alcanzado a lo largo de la intervención, mediante estimaciones del gasto energético y los cambios en la composición corporal (grasa y tejido magro)”, comenta el experto.
Explica que el principal hallazgo del estudio fue que un enfoque 4:3 produce una mayor pérdida de peso que la restricción calórica convencional, a pesar de que a los participantes se les prescribió la misma cantidad total de calorías. Sin embargo, enfatiza que “esto no es una característica única del enfoque 4:3 en sí, sino que se debe a que lograron un mayor déficit calórico”.
Collins refiere que los datos de ingesta dietética revelan algunas pistas sobre por qué esto podría ser así, basándose tanto en lo que no se midió como en lo que sí se midió. “A quienes se les asignó la dieta 4:3 solo se les pidió que registraran su ingesta en los días de ayuno, pero sabemos, gracias a estudios preliminares sobre la restricción energética intermitente (especialmente el ayuno en días alternos), que algunas personas tienden a comer menos también en los días sin ayuno, ya sea de forma inconsciente o subconsciente. Por lo tanto, medir la ingesta solo en los días de ayuno puede subestimar la ingesta real”, explica.
Por el contrario, comenta que la adherencia a la restricción calórica continua (es decir, todos los días) puede ser variable, como se observa en los datos de ingesta dietética. La adherencia a cualquier dieta durante 6 a 12 meses es difícil incluso en el mejor de los casos, pero “esto podría explicar por qué el grupo 4:3 se acercó más al objetivo de déficit calórico”.
Sin embargo, Collins menciona que esto respalda la idea de que, en la práctica, “los protocolos de restricción energética intermitente superan a la restricción calórica diaria convencional, tanto en términos de cumplimiento como de resultados (es decir, pérdida de peso)”.
Según el experto, “los estudios sobre este tipo de intervención no son nuevos, pero resulta interesante ver un estudio reciente publicado sobre esta forma de ayuno intermitente 4:3, o más específicamente, la restricción energética intermitente (REI). Sobre todo, teniendo en cuenta que el interés en el ayuno intermitente se ha desplazado hacia enfoques de alimentación con restricción temporal (restringiendo las ventanas de alimentación para extender el ayuno dentro de cada período de 24 horas). Esto reafirma que la REI puede ser una intervención eficaz y sostenible para la pérdida de peso”.
En general, argumenta que “la diferencia en la pérdida de peso entre estos grupos no es tan grande, dado que se trató de una intervención de 12 meses”. Sin embargo, sí alude a una característica más interesante del ayuno intermitente: “los beneficios metabólicos independientes que puede proporcionar”.
“De hecho, este ha sido un enfoque de nuestros estudios en esta área. Un estudio que realizamos hace 10 años, asignó aleatoriamente a los participantes a una restricción energética continua o intermitente (un protocolo 5:2) de la misma prescripción calórica general”, enuncia el catedrático de la Universidad de Surrey.
Fundamentalmente, se tomaron mediciones de seguimiento una vez que los participantes lograron una pérdida de peso del 5 %, para controlar las diferencias en la pérdida de peso. “El estudio se diseñó específicamente para examinar las diferencias en los marcadores de gestión metabólica y salud, y sugirió que el enfoque de restricción energética intermitente produjo mejoras más favorables en la gestión metabólica de una comida”, explica.
“Los autores han tenido cuidado de matizar sus hallazgos dentro de las limitaciones de su estudio y se han centrado principalmente en el resultado principal de pérdida de peso. Destacan que el estudio no se diseñó para el resultado secundario relacionado con el riesgo cardiometabólico, ni que los hallazgos pueden generalizarse a toda la población, ya que los resultados pueden variar según el género, la edad, la etnia, el estado de la enfermedad, los trastornos subyacentes o los hábitos alimentarios”, refiere Collins.
Comenta que la investigación reafirma que la IER puede ser una intervención eficaz y sostenible para la pérdida de peso, pero “dentro de cada grupo, el grado de pérdida de peso fue muy variable, lo que sugiere que podría no ser la mejor opción para todos”. Según el experto, los propios autores lo reconocen en su conclusión: “Estudios futuros deberían evaluar los predictores biológicos y conductuales de la respuesta tanto a la IMF 4:3 como a la DCR para obtener información que permita personalizar las recomendaciones dietéticas para la pérdida de peso”.