El síndrome metabólico (SM) es un complejo de trastornos cardiometabólicos interconectados que típicamente aumentan con la edad. No solo la prevalencia de SM aumenta con la edad, sino que tenerlo a cualquier edad dada resulta en una elevación de los marcadores de ADN del envejecimiento epigenético prematuro. Por lo tanto, es probable que SM acelere el deterioro del sistema cardiometabólico más allá del declive natural en la función asociada con el envejecimiento.
Una dieta hipocalórica, ejercicio y terapia con medicación oral son las bases para el manejo clínico de SM. No está claro si esas terapias combinadas son igualmente efectivas a medida que las personas envejecen. Para agravar los efectos del envejecimiento, la medicación que toman habitualmente las personas mayores podría interferir con las adaptaciones al entrenamiento.
Está bien establecido que algunas de las prescripciones que toman regularmente las personas de mediana edad y mayores para controlar el riesgo cardiovascular aterosclerótico, mitigan la adaptación positiva del entrenamiento en las mitocondrias musculares. Por ejemplo, las estatinas y la metformina disminuyen la adaptación mitocondrial inducida por el ejercicio y los aumentos de todo el cuerpo en la aptitud cardiorrespiratoria.
El ejercicio regular promueve la longevidad saludable en la población que envejece e incluso podría retrasar la mortalidad. Las características del programa de entrenamiento influyen en la magnitud de las adaptaciones cardiometabólicas y del músculo esquelético al ejercicio de una manera dosis-respuesta. Es de destacar que se requiere la exposición repetida a una dosis de ejercicio para consolidar las mejoras transitorias en los parámetros de salud en pacientes con SM.
Varios estudios respaldan que un programa de entrenamiento de ejercicio aeróbico intenso de 4 a 6 meses reduce efectivamente los componentes del SM. Sin embargo, esos estudios no integran en sus hallazgos los efectos concurrentes de la medicación oral o los efectos del envejecimiento en estos individuos. De hecho, bibliografía reciente sugiere que la repetición anual de un programa de entrenamiento aeróbico de 4 meses durante cinco años consecutivos mejora el SM sin requerir una gran pérdida de peso corporal. A pesar de ello, el marco temporal de esa evidencia fue demasiado corto para evaluar los efectos del envejecimiento en los resultados de salud relacionados con el ejercicio.
De esta manera, para abordar esta laguna de conocimiento, un nuevo estudio realizo un seguimiento de una muestra de 47 personas con SM a medida que envejecían durante 8 años (52-60 años). Para ello, aleatorizaron por bloques la muestra en un grupo control con asesoramiento médico sobre estilo de vida y un grupo que completaba anualmente 4 meses de entrenamiento aeróbico interválico de alta intensidad supervisado.
Este diseño permitió evaluar si el declive en la aptitud física (cardiovascular y muscular) se debía a los efectos del envejecimiento per se o a la falta de entrenamiento físico supervisado. La hipótesis principal fue que el envejecimiento a corto plazo (de 50 a 60 años) empeoraría significativamente los factores del SM, pero el entrenamiento físico podría compensar el deterioro relacionado con el envejecimiento de los sistemas cardiometabólicos.
Los resultados mostraron que la puntuación del síndrome metabólico y el peso corporal se redujeron después de 8 años en ambos grupos. Sin embargo, durante esos 8 años, la puntuación de uso de medicamentos se triplicó en el grupo control mientras que no varió en el grupo ejercicio. “Los cambios desde el valor inicial en los puntajes de uso de medicamentos fueron estadísticamente mayores en los grupos control que en los grupos ejercicio después de 4 y 8 años para los hipolipemiantes y la medicación total”, refieren los autores.
En cuanto a los parámetros metabólicos, encontraron un efecto significativo de interacción tiempo por grupo en la circunferencia de la cintura con una tendencia a aumentar después de 8 años en el grupo control.
“El hallazgo de que el grupo control tuvo mejoras similares en la presión arterial y los lípidos en sangre que el grupo ejercicio podría explicarse por el aumento significativo en la puntuación de uso de medicamentos antihipertensivos y reductores de lípidos”, comentan.
Por tanto, el grupo control, que recibió asesoramiento sobre estilo de vida, mostró mejoras comparables en su puntuación del síndrome metabólico y peso corporal a las del grupo ejercicio. “Este resultado podría llevar a la conclusión de que el envejecimiento es beneficioso para el manejo del síndrome metabólico y que el ejercicio anual es inútil. Sin embargo, un registro cuidadoso de la medicación del sujeto reveló que el grupo control redujo su puntuación del síndrome metabólico a expensas de triplicar la dosis de medicación para controlar su hipertensión, hiperglucemia y dislipidemia”, resaltan los expertos.
Mencionan que el hallazgo principal es que “ambas estrategias de atención médica (ejercicio y polimedicación) son efectivas cuando se utilizan en individuos con síndrome metabólico en el grupo de edad de 50 a 60 años”.
Sin embargo, explican que el aumento de la ingesta de medicamentos aumenta la posibilidad de efectos secundarios adversos e interacciones farmacológicas cuando se consumen diferentes medicamentos (polifarmacia). “Además, aumentar la dosis de un medicamento genera tolerancia al fármaco y disminuye sus efectos biológicos. Con el uso prolongado de medicamentos orales, existen riesgos de molestias gastrointestinales, y el metabolismo y la excreción de los fármacos podrían sobrecargar la función hepática y renal”, refiere el artículo.
“Este hallazgo es notable porque el compromiso de entrenamiento fue de solo 4 meses por año y esta dosis de ejercicio aeróbico intenso, sin dieta concomitante, tuvo efectos de salud equivalentes a triplicar el uso de medicamentos orales”, subrayan los expertos.
“Nuestro programa de entrenamiento sin manipulación dietética provocó una reducción de peso progresiva (2% y 5% después de 4 y 8 años). Debido a la pérdida progresiva de peso corporal, evitamos el rebote de peso al tiempo que manteníamos el uso de medicamentos para que no aumentara significativamente durante los 8 años que duró la recopilación de datos”, mencionan.
Además, destacan que las mejoras de SM se asociaron con ganancias de potencia muscular después del entrenamiento, lo que coincide con los resultados de estudios previos que utilizaron datos transversales. “Por lo tanto, los pacientes con SM se benefician del entrenamiento físico en sus sistemas cardiometabólicos junto con la protección contra la disminución de la potencia muscular inducida por la edad”, explican.
En resumen, los datos aportados por este nuevo estudio sugieren que el entrenamiento físico anual tiene una eficacia clínica similar a la triple medicación oral para el tratamiento del síndrome metabólico en personas de 50 a 60 años.
“La salud de las personas con trastornos cardiometabólicos puede mantenerse a medida que envejecen aumentando la medicación o participando en un programa anual de ejercicio intensivo”, concluyen.