El cáncer colorrectal (CCR) sigue siendo un importante desafío para la salud mundial, siendo el tercer cáncer más común entre hombres y el segundo entre mujeres, con más de 1,9 millones de nuevos casos diagnosticados en 2020.
La etiología multifactorial del CCR incluye factores de riesgo modificables como el tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol, la inactividad física, la obesidad y los hábitos alimentarios. Dos adiciones relativamente recientes son la carne roja y procesada, clasificada por la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) como factores de riesgo para el CCR en 2018.
Una vía propuesta desde el consumo de carne roja y procesada hasta la incidencia del CCR implica al hierro hemo. Los estudios han sugerido que el hierro hemo cataliza la producción de radicales libres de hidroxilo, compuestos N -nitroso totales aparentes y radicales de peróxido lipídico, todos los cuales aumentan el riesgo de este tipo de cáncer.
Estudios de población, sin embargo, han mostrado evidencia inconsistente que vincula la ingesta de hierro hemo con el riesgo de CCR con variaciones observadas a menudo entre poblaciones. Mientras que en países como Estados Unidos se informaron mayores riesgos de cáncer colorrectal asociado al hierro hemo, en Japón esta asociación fue inversa (es decir, disminuyo el riesgo de CCR asociado al hierro hemo), aunque sin significancia estadística.
Para abordar esta brecha, un nuevo estudio se propuso explorar la relación entre el consumo de hierro total, hierro hemo y hierro no hemo y la incidencia de CCR en una gran cohorte de 109.908 (37.697 hombres; 71.401 mujeres) individuos sanos.
Luego del análisis de los resultados, observaron que, tras 9 años de seguimiento de los 109.908 participantes, 608 nuevos casos de CCR (299 hombres, 309 mujeres) fueron diagnosticados.
“Los participantes que consumían más hierro (representados en el cuartil 5 o Q5) tendían a ser hombres y más jóvenes, tenían un IMC más alto y un mayor nivel de educación, y tenían experiencia fumando o bebiendo en comparación con los que consumían menos en el Q1. Los individuos en el grupo Q1 tenían más probabilidades que los de Q5 de no hacer ejercicio y de tener antecedentes de hipertensión, diabetes o dislipidemia o antecedentes familiares de cáncer colorrectal”, señalan los investigadores.
Encontraron que “el consumo total de hierro por día en Q2 confiere un riesgo estadísticamente significativo menor de cáncer colorrectal (CCR) en comparación con el quintil más bajo, Q1”. Sin embargo, subrayan que “la ingesta de hierro hemo no afectó significativamente el riesgo de cáncer colorrectal ni de cáncer de colon, ni mostró una tendencia lineal”.
“Si bien el grupo con mayor ingesta de hierro hemo (Q4) mostró un menor riesgo de cáncer rectal en comparación con el grupo Q1, la diferencia no fue estadísticamente significativa”, aclaran.
En contraste, señalan que “el grupo Q2 para el consumo de hierro no hemo mostró un riesgo de CCR estadísticamente significativamente menor en comparación con Q1, así como un menor riesgo de cáncer de colon”. “Se observó una tendencia significativa para el cáncer de colon con el aumento de la ingesta de hierro no hemo, aunque no sucedió lo mismo solo para el cáncer localizado en el recto”, mencionan los expertos.
“Los riesgos de CCR y cáncer de colon también fueron menores en los quintiles de mayor consumo de hierro total y de hierro no hemo que en el primer trimestre, aunque se perdió la significación estadística”, expresan.
La literatura previa no ofrece vías bioquímicas definitivas para el efecto protector conferido por el hierro total o el hierro no hemo. Sin embargo, una posible explicación que aporta el nuevo estudio es que el hierro no hemo, derivado principalmente de alimentos de origen vegetal como legumbres, verduras, frutas y cereales integrales, puede ejercer efectos protectores indirectamente. Estudios previos también han sugerido que micronutrientes como la fibra y las clorofilas reducen el riesgo de cáncer colorrectal al mejorar la composición de la microbiota intestinal, reducir el estrés oxidativo y unirse a carcinógenos potenciales.
“El efecto protector observado del hierro no hemo puede reflejar tanto la menor ingesta de hierro hemo dañino como los efectos protectores de los alimentos de origen vegetal ricos en hierro no hemo”, señalan.
En conclusión, la investigación demuestra que una ingesta elevada de hierro total y no hemo reduce el riesgo de cáncer colorrectal y de colon. Sin embargo, el hierro hemo pareció tener poca influencia sobre los tres tipos de cáncer (colorrectal, colon, recto).
Los expertos rematan mencionan que “estos hallazgos sugieren la necesidad de investigar más a fondo los mecanismos subyacentes a estas asociaciones y el papel de los hábitos alimentarios en la modulación del riesgo de cáncer”.