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Los quesos enteros podrían ofrecer un rol protector frente al desarrollo de sobrepeso y obesidad

Los quesos enteros podrían ofrecer un rol protector frente al desarrollo de sobrepeso y obesidad

En muchos países, recomiendan el consumo diario de productos lácteos, principalmente por su notable valor nutricional, ya que representan una fuente importante de proteínas de alta calidad y múltiples micronutrientes esenciales
Quesos y obesidad
El estudio destaca que no hay pruebas de que los productos lácteos bajos en grasa sean más saludables.

Actualmente diferentes patrones dietéticos, incluyendo la dieta mediterránea, cetogénica, entre otras, se han asociado con menor ganancia o pérdida de peso. Varias categorías de alimentos, como bebidas azucaradas, frutas y verduras, legumbres y productos lácteos pueden afectar diferencialmente el peso corporal cuando se ingieren a largo plazo. 

 

Por ejemplo, un estudio identificó factores dietéticos asociados con el aumento de peso a largo plazo en personas con peso normal sin enfermedades crónicas. El mismo no mostró asociación entre el consumo de productos lácteos y el aumento de peso, incluso al aumentar la ingesta, más específicamente, de yogur endulzado y natural. Por otro lado, otros estudios clínicos han analizado el efecto del consumo de lácteos utilizando el índice de masa corporal (IMC) como resultado, encontrando que algunos productos lácteos reducen el riesgo de presentar un IMC más elevado. 

 

Los lácteos como apoyo para un peso estable

 

Hay evidencia de que los productos lácteos pueden promover una composición corporal más saludable. Los estudios que evaluaron una intervención láctea bajo restricción energética mostraron que el consumo de lácteos redujo el peso corporal, la grasa corporal y la circunferencia de la cintura. Sin embargo, el peso corporal aumentó en los participantes sin restricción energética. 

 

En muchos países, las guías alimentarias recomiendan el consumo diario de productos lácteos, principalmente por su notable valor nutricional, ya que representan una fuente importante de proteínas de alta calidad y múltiples micronutrientes esenciales como magnesio, zinc, calcio, fósforo, potasio y vitaminas A, B2, B12 y D. Sin embargo, las concentraciones de estos nutrientes y la matriz alimentaria varían considerablemente entre diferentes productos lácteos (por ejemplo, leches, yogures y quesos), lo que eventualmente puede influir en sus efectos sobre la salud y el peso corporal. 

 

Las grasas saturadas presentes en los productos lácteos y sus efectos sobre la salud son objeto de controversia. Al comparar las grasas saturadas presentes en los productos lácteos, las carnes rojas y procesadas, así como en el aceite de coco y el aceite de palma (principalmente ácidos grasos saturados de cadena media, como el ácido láurico y el ácido mirístico), la leche y los productos lácteos podrían proporcionar una fuente de grasas saturadas con menor impacto en la salud humana. 

 

Por un lado, los productos lácteos son alimentos ricos en grasas saturadas, que se han asociado con un aumento en el desarrollo de enfermedades cardiovasculares e inflamación y, por otro lado, el consumo de productos lácteos tiene efectos favorables o nulos en varias patologías como diabetes tipo 2, hipertensión, obesidad y cáncer, a diferencia de la grasa saturada contenida en las carnes rojas y procesadas. 

 

La mayoría de las guías dietéticas internacionales recomiendan el consumo de productos lácteos bajos en grasa para reducir la ingesta total de grasas, en particular las grasas saturadas, alineando así las pautas nutricionales para reducir la densidad energética de la dieta y el consumo de ácidos grasos saturados.

 

Con base en estas recomendaciones, un nuevo estudio planteó la hipótesis de que el consumo de productos lácteos bajos en grasa puede correlacionarse con tasas de obesidad reducidas, en contraste con la ingesta de productos lácteos altos en grasa. Por lo tanto, para comprobar esto, el estudio tuvo como objetivo estimar la asociación entre la ingesta de diferentes tipos de lácteos y el peso corporal en 2.008 adultos. 

 

El efecto de los lácteos sobre el desarrollo de sobrepeso y obesidad 

 

El principal hallazgo fue que el consumo habitual de queso, pero no el de otros productos lácteos (como leche, queso fresco o yogur), se asoció con un menor riesgo de obesidad, a pesar de ser un alimento lácteo con un alto contenido de grasas saturadas. 

 

Los autores explican que “varios componentes de la grasa láctea podrían contribuir al efecto protector de los productos lácteos, en particular del queso, que concentra la mayor cantidad de grasa láctea por porción de consumo”. Asimismo, “la influencia de la matriz alimentaria, es decir, la interacción entre la estructura física del alimento y su composición nutricional y bioactiva, podría explicar los resultados observados”. En este sentido, aunque la leche, el yogur y el queso provienen de la misma materia prima (leche cruda), presentan “diferencias sustanciales en su estructura física, su contenido nutricional y composición, así como en los posibles efectos fisiológicos que ejercen”. 

 

El queso, en particular, tiene un alto contenido de ácido linoleico conjugado (CLA), identifican que uno de los isómeros de este ácido graso (ácido rumenico) es responsable de propiedades anticancerígenas. Además, se ha asociado con efectos promotores del crecimiento, antiaterogénicos y con efectos relacionados con la pérdida de peso y la mejora de la masa muscular. 

 

Otro componente importante de la grasa de la leche es el ácido butírico, un ácido graso de cadena corta (AGCC) que se encuentra exclusivamente en combinación con ácidos grasos de cadena media y larga. “Este es un compuesto antiinflamatorio que también ha estado involucrado en la regulación del metabolismo energético”, señalan los investigadores. 

 

Un estudio citado encontró que consumir queso con un alto contenido de grasa (≥28 % de grasa) en comparación con las opciones con menor contenido se asoció con una probabilidad 13 % menor de tener sobrepeso u obesidad. “Nuestro trabajo respalda las observaciones realizadas en este estudio”, destacan. 

 

Posibles razones por las que el queso es beneficioso

 

Actualmente, se sugieren posibles efectos beneficiosos de los productos lácteos sobre el peso corporal, pero aún no se han explicado completamente los mecanismos por los cuales tendría los mimos. Dentro de los posibles, mencionan al calcio, ya que contribuye a la regulación del peso corporal al reducir la lipogénesis de novo y aumentar la lipólisis o al interferir con la absorción de grasa en el intestino, lo que lleva a una reducción en la ingesta energética. Asimismo, mencionan que la “proteína de la leche reduce el apetito y regula la composición corporal a través de la termogénesis que desencadena, aumenta la saciedad y mantiene o aumenta la masa corporal magra”. 

 

“Dado lo anterior, no hay pruebas de que los productos lácteos bajos en grasa sean más saludables, y nuevos estudios apuntan a posibles ventajas de los alimentos ricos en grasa láctea. Además, la evidencia más reciente enfatiza la necesidad de reconsiderar las pautas dietéticas tradicionales de acuerdo con los beneficios potenciales de los productos lácteos enteros”, subrayan los autores. 

 

Por lo tanto, sugieren que “la decisión entre productos lácteos enteros y bajos en grasa debe dejarse en manos del consumidor, considerando los patrones dietéticos generales y los objetivos de salud individuales”. 

 

“Nuestros datos indican un beneficio protector únicamente para el tercil más alto de consumo de queso, sin que se haya informado de un impacto similar para otros productos lácteos enteros. El queso y el yogur son productos lácteos fermentados y forman parte de una dieta saludable con efectos beneficiosos sobre el aumento de peso”, enfatizan. 

 

La ingesta ideal

 

En cuanto a las porciones recomendadas, proponen “una ingesta diaria de al menos 60 gramos de queso (2 porciones/día)”, ya que esta cantidad mostró una asociación significativa con un menor riesgo de obesidad. Además, la porción restante podría cubrirse con otro producto lácteo para completar las tres porciones sugeridas en la mayoría de guías nutricionales. 

 

En resumen, el nuevo estudio muestra que el consumo de productos lácteos fermentados, como el queso, puede fomentarse como parte de una dieta saludable. Específicamente, el consumo habitual de queso se asoció con un menor riesgo de obesidad entre los adultos. Sin embargo, los autores finalizan explicando que “se requieren estudios longitudinales para confirmar estas asociaciones y fortalecer la evidencia científica”. 

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