La dieta representa uno de los factores de estilo de vida más importantes que pueden influir significativamente en el funcionamiento cognitivo. Por lo tanto, una dieta equilibrada y rica en nutrientes puede mejorar la función cognitiva a lo largo de la vida.
Un tipo de alimentos que se ha vinculado con un bienestar cognitivo beneficioso son los frutos secos, y varios estudios destacan una relación positiva entre el consumo regular de frutos secos y la función cognitiva. A pesar de la prometedora epidemiología y el trabajo preclínico, relativamente pocos ensayos clínicos en humanos han investigado los efectos cognitivos de las nueces.
Se han observado beneficios cognitivos en el aprendizaje, la memoria y la cognición global en adultos mayores, y en el razonamiento inferencial y el estrés académico en adultos jóvenes, tras dosis diarias de nueces enteras de entre 30 y 60 g al día, durante períodos de entre 8 semanas y 6 meses. Sin embargo, no todos los estudios han respaldado estos beneficios para la cognición, lo que sugiere que estos efectos pueden depender de la edad o la dosis, o ser específicos de ciertos dominios cognitivos.
Los beneficios cognitivos de las nueces pueden deberse a su contenido nutricional específico, ya que son ricas en ácidos grasos omega-3, particularmente ácido α-linolénico (ALA); proteínas/péptidos; y flavonoides (una clase de polifenoles). Cada vez hay más evidencia de que las intervenciones ricas en flavonoides tienen un efecto positivo en la función cognitiva. De manera similar, la evidencia de estudios de suplementación a lo largo de la vida ha demostrado efectos beneficiosos del consumo de omega-3 y de péptidos de nueces en el rendimiento cognitivo y el estado de ánimo.
A pesar de esto, la investigación clínica que investiga específicamente los beneficios cognitivos de las intervenciones con nueces sigue siendo limitada. Por lo tanto, para abordar este vacío, una nueva investigación trato de determinar los efectos cognitivos y anímicos del consumo agudo de un desayuno rico en nueces en adultos jóvenes sanos a lo largo del día.
Para ello, 32 adultos jóvenes sanos, de 18 a 30 años, fueron evaluados en un estudio piloto cruzado, doble ciego, para comparar los efectos de un desayuno que contenía 50 gramos de nueces con un control de calorías emparejadas que no contenía nueces. Las medidas de cognición, estado de ánimo, sangre y electrocardiograma se registraron al inicio y 2, 4 y 6 horas después de las comidas.
Al evaluar los datos, los investigadores observaron mejoras en la función ejecutiva después de una dosis única de 50 gramos de nueces en comparación con una intervención de control, con tiempos de reacción más rápidos observados a lo largo del día en tareas cognitivas. Sin embargo, aclaran que los efectos sobre la memoria fueron mixtos, con un peor rendimiento de la memoria observado a las 2 horas en comparación con el control. “Esto quizás pueda darse como resultado de problemas de ánimo o motivación después del consumo de un gran desayuno de nueces que a los participantes no les gustó”, explican.
Los beneficios de la nuez para la memoria solo aparecieron a las 6 horas, lo que, según los expertos, “posiblemente sugiere un efecto protector contra la fatiga cognitiva” o que “los beneficios para la memoria dependen de la absorción más lenta de omega 3 y proteínas, o de la aparición tardía de metabolitos flavonoides específicos”. Estos beneficios tardíos para la memoria fueron específicos de la velocidad de aprendizaje, lo que sugiere que diversos mecanismos de acción podrían subyacer en los beneficios en diferentes procesos cognitivos.
“En todos los casos, la magnitud de las diferencias relacionadas con el tratamiento en las puntuaciones cognitivas fue pequeña, pero relevante”, señalan. “En general, los beneficios cognitivos agudos observados aquí son importantes, lo que demuestra que las nueces pueden proporcionar una forma saludable de potenciar la cognición a lo largo del día, además de obtener beneficios cognitivos a largo plazo tras la suplementación diaria, como se ha demostrado en investigaciones previas”, agregan los autores.
Los beneficios cognitivos observados para el aprendizaje, la memoria y la función ejecutiva fueron acompañados por cambios en la actividad cerebral frontal y parietal a través de las bandas alfa, delta, theta y gamma. La red frontoparietal ha sido previamente asociada con la memoria episódica, la atención y las funciones ejecutivas incluyendo la inhibición y el cambio de tareas.
Asimismo, el reciente estudio observó una disminución concurrente de los niveles de ácidos grasos libres circulantes después del consumo de nueces, lo que sugiere “un posible efecto omega-3 posprandial” debido al menor contenido de grasas saturadas y al mayor contenido de PUFA (incluidos los omega-3) de la intervención con nueces en comparación con la intervención de control. “La regulación de la ingesta de ácidos grasos saturados puede tener más implicaciones para el rendimiento cognitivo, ya que la salud cardiovascular está fuertemente asociada con la función cerebrovascular”, aclaran.
“Los niveles de ácidos grasos en sangre informados en el estudio actual incluyen ácidos grasos saturados e insaturados, y, por lo tanto, se recomiendan estudios adicionales para confirmar si el consumo agudo de nueces puede reducir específicamente los niveles circulantes de ácidos grasos saturados”, mencionan los investigadores.
Los mecanismos bioquímicos responsables de estos efectos aún no se han dilucidado por completo, pero podrían estar relacionados con una mejor disponibilidad de glucosa y una reducción de los ácidos grasos libres circulantes. Si bien el consumo de alimentos integrales impide extraer conclusiones sólidas sobre los ingredientes activos responsables de los efectos observados, explican que “es probable que las nueces aporten sus beneficios debido a su contenido de proteínas/péptidos, flavonoides y/o omega-3, con una creciente evidencia que demuestra los beneficios cognitivos que puede tener la suplementación con estos bioactivos”.
Sin embargo, una limitación que marcan como relevantes es que la mayoría (78 %) de los participantes eran mujeres, por lo que los efectos informados pueden no generalizarse a una población masculina. “La investigación apropiada de las diferencias de sexo debe incluirse en futuras investigaciones”, exponen.
En resumen, la investigación muestra evidencia de un posible efecto protector sobre la memoria frente a la disminución típica en la tasa de aprendizaje que suele observarse con la fatiga, además de tiempos de reacción más rápidos al completar tareas de función ejecutiva. Estos beneficios cognitivos se produjeron simultáneamente con cambios en la actividad cerebral de la PSD, lo que podría indicar una asignación más eficiente de los recursos neuronales tras el consumo de nueces.
Los expertos finalizan su trabajo comentando que “esta área de investigación justifica mayores estudios a futuro para establecer mecanismos de acción y confirmar los beneficios de la suplementación a largo plazo en esta población”.